Interrupción de servicios de salud mental puede costar muy caro tras la pandemia de COVID-19

Bienestar
/ 5 octubre 2020

La Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió que realizó el resultado de una evaluación en 130 países sobre los efectos de la COVID-19 en el cual advierte que la interrupción de los servicios de salud mental en el 93 % de países del mundo puede costarles muy caro.

La interrupción de los servicios de salud mental en el 93 % de países del mundo puede costarles muy caro porque la pandemia ha multiplicado las necesidades en este campo y los desordenes mentales tienen un impacto muy negativo en la productividad de las economías.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió hoy el resultado de una evaluación en 130 países sobre los efectos de la COVID-19 en el acceso a los servicios de salud mental y que confirma que las consecuencias son graves.

Los encierros obligados (en algunos países por varios meses) y el consecuente aislamiento, el miedo que el coronavirus generá en la población, en particular entre los grupos de mayor riesgo, la muerte de un ser querido y la pérdida de ingresos son situaciones que agravaron la carga emocional de la pandemia.

La OMS recuerda que desde hace mucho la salud mental es el ámbito que menos recursos recibió de los presupuestos destinados a la sanidad, con una media por debajo del 2 %, a pesar de que las necesidades no hacen más que aumentar.

Antes del COVID-19, la pérdida de productividad debido a la depresión y ansiedad entre los trabajadores se estimaba ya en un billón de dólares anuales.

La evaluación de la OMS revela que en el 60 % de países se interrumpió la atención en el área de salud mental para la gente más vulnerable, incluyendo niños, adolescentes, personas mayores y mujeres embarazadas o en periodo posparto.

En un mayor porcentaje (67 %) hubo una parálisis en los servicios de terapia y psicoterapia, y en el 65 % dejaron de funcionar los programas para el tratamiento de la dependencia de los opiáceos.

En un tercio de casos los países detuvieron las intervenciones de emergencia, incluidas las destinadas a personas con convulsiones prolongadas, delirios o con síndromes de abstinencia.

Para paliar esta situación, muchos países optaron por la telemedicina y la teleterapia también en los servicios de salud mental, pero esta medida ha sido más amplia en los países desarrollados (8 de cada 10), mientras que apenas la mitad de países de bajos ingresos consiguieron hacerlo.

La OMS recuerda que esta área de la salud es crítica y que las personas que ya sufrían enfermedades mentales, neurológicas o dependencia antes de la pandemia son más susceptibles a infectarse con el coronavirus.

Datos vigentes indican que por cada dólar que un gobierno destina a los servicios de salud mental se tiene un retorno de 5 dólares.

En la actual crisis, prácticamente todos los países han manifestado a la OMS su voluntad de dar apoyo a esa área de la sanidad, pero en realidad menos del 17 % le ha destinado fondos adicionales.

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