¿Conoces la historia de cómo ‘La Catrina’ se convirtió en el símbolo más icónico del Día de Muertos en México?
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La catrina, un grabado de José Guadalupe Posada, que después fuera ataviada por Diego Rivera en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, actualmente es un símbolo icónico en México, en torno al Día de Muertos
En su artículo, “How ‘La Catrina’ became the iconic symbol of Day of the Dead” Mathew Sandoval, profesor asociado de cultura y actuación en la Universidad Estatal de Arizona, publicado en The Conversation, el autor nos narra, como a partir de la exposición “Posada: Grabador para el pueblo mexicano” en el Instituto de Arte de Chicago, en 13 de abril de 1944, miles de personas tuvieron ese día un enfrentamiento a la policía en las escaleras, debido a que la cantidad de personas que asistió a ver la exposición del grabador mexicano José Guadalupe Posada desbordó la capacidad del museo, originando un caos.
En esta retrospectiva, fueron exhibidas catrinas de Posada, que eran ilustraciones satíricas de calaveras y esqueletos que el grabador realizó para el Día de los Muertos, y que fueron impresas en periódicos de aquel entonces.
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Si bien, por ese entonces, en México era prácticamente desconocida, precisa el profesor asociado de cultura y actuación, Universidad Estatal de Arizona, “la exposición en Estados Unidos convirtió a La Catrina en una sensación internacional”, añade el autor del artículo.
Actualmente, La Catrina es la imagen representativa del Día de Muertos, que se celebra el 1 y 2 de noviembre.
“La Catrina es en realidad un ícono transcultural cuyo prestigio y popularidad son partes iguales de invención y accidente”, considera Mathew Sandoval.
NACIMIENTO DE LA CATRINA
“Cuando Posada la grabó por primera vez en 1912, añade Sandoval, ni siquiera se llamaba La Catrina”.
Por lo contrario, en la impresión original, precisa el autor del artículo, ella es Calavera Garbancera, que esa un sobrenombre que era usado “para referirse a las campesinas indígenas que vendían garbanzos en los mercados callejeros”, señala el profesor asociado de cultura y actuación en la Universidad Estatal de Arizona.
“Posada la ilustró con un atuendo ostentoso para satirizar la forma en que las garbanceras intentaban pasar como de clase alta empolvándose la cara y vistiendo trajes franceses a la moda. Así que incluso desde el principio, La Catrina fue transcultural: una mujer indígena rural que adoptó costumbres europeas para sobrevivir en la sociedad urbana y mestiza de México”, detalla Sandoval.
Si bien, Posada falleció estando en la ruina y siendo desconocido, su editor decidió reutilizarlas para otras cosas, indica Sandoval y añade que la “Calavera Garbancera fue reciclada como otros personajes, ninguno particularmente digno de mención. Mientras tanto, nadie sabía realmente quién hacía las andanadas de calaveras que se veían en la capital cada Día de Muertos”.
ATRAPÓ LA ATENCIÓN JEAN CHARLOT
Fue hasta mediados de la década de 1920, cuando la obra de Posada atrapó la atención del artista francés Jean Charlot, quien era “una figura destacada del Renacimiento mexicano, ese estallido creativo de murales y obras de arte nacionalistas que se produjo después de la Revolución Mexicana”, precisa Sandoval en su artículo.
“Charlot estaba enamorado de las ilustraciones de calaveras que veía en la Ciudad de México, pero no sabía quién las creó. Finalmente, localizó al editor de Posada y comenzó a investigar sobre el grabador”, continúa Sandoval; Charlot decidió entonces publicar artículos relacionados con Posada y a su vez también mostró las calaveras del grabador mexicano a otros artistas e intelectuales del Renacimiento mexicano. “Entre los más destacados se encontraban el pintor Diego Rivera y el crítico Frances Toor”, concluye el profesor de la Universidad Estatal de Arizona.
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NACE LA CATRINA ACTUAL
Rivera es probablemente el artista más famoso de la historia de México.
Mientras que Frances Toor, “fue una modesta intelectual judía que hizo su carrera escribiendo sobre la cultura mexicana. En 1925 comenzó a publicar Mexican Folkways, una popular revista bilingüe distribuida en México y Estados Unidos. Con Diego Rivera como editor de arte, comenzó a utilizar la revista para promover a Posada. En las ediciones anuales de octubre y noviembre, Toor y Rivera publicaron grandes reimpresiones de las calaveras de Posada”, considera Sandoval.
En 1930, Toor y Rivera decidieron publicar el primer libro con los grabados de Posada, mismo que se vendió tanto en México como en Estados Unidos. Si bien esta obra se mostró a La Garbancera, ella tenía un nuevo nombre: Calavera Catrina, señala Sandoval. “Por razones desconocidas, Toor y Rivera eligieron el honorífico, que se refería a ella como una mujer dandy. La calavera fue para siempre La Catrina”, agregó.
Sin embargo, prosigue Sandoval, su fama no llegó sino hasta el “tumultuoso debut de Posada en el Instituto de Arte de Chicago en 1944”. Aquella exposición fue una colaboración llevada a cabo entre el museo y el gobierno mexicano y “fue financiado y facilitado por una agencia especial de propaganda de la Casa Blanca que utilizó la diplomacia cultural para fortalecer la solidaridad con América Latina durante la Segunda Guerra Mundial”, explica el autor del artículo.
Gracias a su éxito, la exposición de Posada a La Catrina maravilló tanto al público, que fue vista en Nueva York, Filadelfia, Ciudad de México y otros lugares de México. El catálogo de la muestra se vendió en cada lugar donde se presentó esta muestra.
LA CATRINA CONQUISTA AL MUNDO
Fue hasta 1947, cuando Diego Rivera inmortalizó aún más a La Catrina, convirtiéndola en el punto central de su mural “Sueño de una tarde de domingo en el Parque Alameda”, considerado el más famoso
En este mural, en el que Rivera hace retrato de la historia de México desde la conquista española hasta la Revolución Mexicana, La Catrina se ubica en el centro de la historia, tomada de la mano de Posada.
Gracias a la fama de Rivera, la nueva versión de La Catrina, sirvió de inspiración a otros artistas mexicanos y mexicoamericanos que la comenzaron a incorporar también a sus obras, concluye Sandoval
Con información de The Conversation.