Fue Erik Satié un compositor excéntrico pero fascinante
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Satié es recordado como un compositor fascinante pero excéntrico. Muchos lo calificaron de provocador, sin embargo otros lo han considerado un genio adelantado a su época.
En el 150 aniversario de nacimiento del compositor francés Erik Satié, la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Australia interpretó este fin de semana durante seis horas sin pausas la pieza “Vexations”, en el marco del Festival Satié, cuyas actividades se extienden hasta el 17 de mayo en el National Portrait Gallery.
Erik Satié nació el 17 de mayo de 1866, en Honfleur, Normandía, y de acuerdo con el portal “biografíasyvidas.com”, hasta los 40 años realizó estudios formales de música en el Conservatorio de París.
Satié es recordado como un compositor fascinante pero excéntrico. Muchos lo calificaron de provocador, sin embargo otros lo han considerado un genio adelantado a su época.
De hecho, el pianista francés figura como uno de los más importantes músicos de los tiempos modernos por su aventurada y desfachatada habilidad para sacar las cosas del contexto acostumbrado y presentarlas con nuevos enfoques, era un innovador.
Como precursor de la música moderna y exponente del movimiento Impresionista, el compositor se dedicó principalmente a la música escénica, en la que introdujo el surrealismo y lo absurdo a sus obras, aunque también dejó un vasto legado de composiciones para piano con las que rompió con los paradigmas tradicionales del ritmo y el tiempo.
Ejemplo de esto fue la partitura minimalista “Vexations” (1894), una obra para piano de sólo 52 compases que debía repetirse 840 veces “suave y lentamente”.
La crítica musical posiciona a “Gymnopédies” and “Gnossiennes” como sus mejores composiciones, sin embargo, éstas no alcanzan a representar cabalmente la vasta y revolucionaria obra del músico.
Otros biógrafos apuntan que “Parade” es posiblemente la más importante de sus composiciones escénicas, una pieza en la que participaron otros grandes artistas, entre ellos Pablo Picasso en la escenografía, Jean Cocteau en el argumento, Leónid Massine en la puesta coreográfica, Sergei Diaghilev en la dirección y Guillaume Apollinarie en la redacción del programa de mano.
De sus innovaciones es importante destacar la música de fondo o de ambiente, a la que él llamaba “de mobiliario”, por ser música para no ser escuchada, de la que dejó una prolífica selección de temas para cada cotidiana ocasión.
Al musicalizar el filme surrealista de René Clair “Entr' Acte” que estaba totalmente sincronizado con las imágenes, Satié fue el primero en poner música a una película durante una época en la que el cine era mudo.
Meurig Bowen rememoró a Erik Satié en “The Guardian”, como una personalidad excéntrica, cuya peculiaridad se reflejada en los títulos de sus piezas, que algunos calificaban como “raros” o “locos”, o el hecho de que portó el mismo tipo de traje por más de 10 años sin variación alguna.
No obstante, no deja de aparecer la brillantez con la que contribuyó a darle nueva vida a la narrativa musical del siglo XX. Erik Satié murió el 1 de julio de 1925, en el que sus más allegados describieron como un mísero estudio ubicado en París, que habitó más de tres décadas sin recibir visitas.