La importancia de la Nutrición en la Salud Mental

La dieta mediterránea se alza como un valioso ingrediente a tener en cuenta para mejorar nuestra calidad y expectativas de vida

Vida
/ 21 mayo 2023
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Gracias a la pandemia, la sociedad vivió una evolución vertiginosa hacia la hoy llamada sociedad digital o de la información. Sin duda, gracias al desarrollo de la tecnología digital podemos teletrabajar, contactar seres queridos, etc al alcance de un click. Sin embargo, no todo es ventaja en este aparente mundo de bienestar, ya que este mismo grupo de población tiende a llevar un estilo de vida sedentario, con altos niveles de estrés y escaso tiempo libre.

Este panorama está favoreciendo la incorporación de nuevos hábitos alimenticios nada recomendables. Desde el consumo elevado de productos procesados, como platos precocinados, bebidas azucaradas y panes o productos industrializados. Así pues, existe una caída en la ingesta de alimentos frescos y ricos en fibra, como vegetales, frutas, cereales enteros, leguminosas y germinados. Gracias a esto, se estima que para el año 2030 habrá mas de 75 millones de mexicanos con sobrepeso, dando lugar al desarrollo de enfermedades de tipo metabólico como la diabetes o la obesidad, y favoreciendo también el deterioro de la salud mental.

$!La diabetes aún es una de las enfermedades que más aquejan a las personas.

TIPOS DE DIABETES Y SU RELACIÓN CON LA DIETA

Podemos afirmar que la diabetes es uno de los mayores representantes de las enfermedades metabólicas. En general, la diabetes está asociada a altos niveles de azúcar (glucosa) en sangre, lo que se denomina hiperglucemia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas que padece diabetes a nivel mundial ya sobrepasa los 477 millones, y se calcula que cerca de 4 millones de personas pierden la vida cada año debido a esta enfermedad o a complicaciones médicas relacionadas con niveles altos de glucosa en sangre. El mayor estudio epidemiológico realizado en España, el Estudio, arroja unos datos preocupantes, puesto que más de 6 millones de españoles padecen algún tipo de diabetes, con una tasa de crecimiento que ronda los 400.000 casos nuevos al año.

A grandes rasgos, esta enfermedad se clasifica en dos grupos mayoritarios según su etiología: la diabetes tipo 1 y la diabetes tipo 2. La diabetes tipo 1 (5-10% de los casos) es una enfermedad crónica de origen autoinmune, que suele desarrollarse preferentemente durante la infancia. En este caso, el sistema inmune reconoce como “extrañas” a las células pancreáticas productoras de insulina (las células beta de los islotes pancreáticos), y las destruye. En consecuencia, el páncreas no puede producir esta hormona reguladora de los niveles de glucosa en sangre. Por tanto, estas personas necesitan una administración diaria de insulina exógena y un control exhaustivo de la ingesta de azúcares.

$!Estas personas necesitan una administración diaria de insulina exógena y un control exhaustivo de la ingesta de azúcares.

En la diabetes tipo 2 el páncreas produce insulina, pero no de manera normal, puesto que existe un defecto funcional en las células beta. Además, el organismo es incapaz de responder adecuadamente a esta hormona. Es lo que se conoce como resistencia a la insulina, cuya aparición suele venir aparejada al sobrepeso ocasionado por una mala alimentación, y frecuentemente asociado a la falta de actividad física. Este segundo tipo es el más común en la población (en torno al 90%), y su incidencia ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas.

Además, existen otros tipos menos frecuentes, como son la diabetes 1.5 y la diabetes gestacional.

La diabetes 1.5 también se conoce como diabetes autoinmune latente en adultos o LADA (por sus siglas en inglés, Latent Autoimmune Diabetes in Adults). En este caso, el ataque inmunológico a los islotes pancreáticos ocurre de manera lenta y progresiva durante la vida adulta, siendo así difícil de diagnosticar al poder confundirse fácilmente con la diabetes tipo 2.

$!La resistencia a la insulina suele venir aparejada al sobrepeso ocasionado por una mala alimentación.

LA DIABETES Y EL DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

Es importante mencionar que la diabetes y la obesidad están estrechamente relacionadas, y que además son factores de riesgo de patologías cardiovasculares y neurodegenerativas. Actualmente sabemos que estas enfermedades duplican la probabilidad de padecer la enfermedad de Alzheimer, a la que de hecho ya se considera como la diabetes tipo 3.

Este nuevo término fue introducido hace más de dos décadas gracias a una investigación pionera realizada por el equipo de la Dra. de la Monte, de la Universidad Brown en Estados Unidos. En concreto, este y otros estudios similares descubrieron que la insulina y el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1, del inglés insulin-like growth factor) ejercen un papel fundamental en procesos relacionados con la memoria y aprendizaje. No solo eso, estos investigadores fueron los primeros en demostrar que los niveles de insulina/ IGF-1 estaban reducidos en los cerebros de pacientes de alzhéimer.

Trabajos posteriores verificaron que los niveles de insulina, IGF-1, y otros marcadores moleculares de estas vías disminuían a medida que la enfermedad de Alzheimer progresaba, acompañada además por un aumento en la resistencia a insulina. Estos estudios permitieron considerar al alzhéimer como una enfermedad neuroendocrina, por lo que incluso se están ensayando fármacos antidiabéticos como parte del tratamiento para este tipo de demencia.

$!La importancia de la Nutrición en la Salud Mental

Hoy en día, existe un mayor conocimiento de la interrelación entre la diabetes y la enfermedad de Alzheimer, y de cómo ambas van de la mano al compartir mecanismos perjudiciales que afectan al buen funcionamiento del cerebro. Entre ellos, podemos destacar la resistencia a la insulina, los cambios patológicos en los niveles de esta hormona, el incremento del daño oxidativo y alteraciones en la respuesta inmune.

LA MICROBIOTA COMO NEXO ENTRE LA DIETA, LA DIABETES Y LA SALUD MENTAL

Una de tantas vías por las que la dieta influye en nuestra salud es a través de su impacto directo sobre la configuración de la flora intestinal, constituida mayoritariamente por bacterias. En concreto, la dieta mediterránea estimula la colonización del tubo digestivo por un perfil de microorganismos diverso y beneficioso para nuestro organismo (6). Por el contrario, la dieta occidental fomenta el desarrollo de bacterias que a su vez favorecen el desarrollo de obesidad y diabetes de tipo 2 (7), entre otras patologías.

La diferencia estriba en que determinadas especies bacterianas, cuyo crecimiento está asociado con una dieta rica en fibra, polifenoles y ácidos grasos insaturados, producen sustancias asociadas con un funcionamiento y envejecimiento cerebral saludables. Por ejemplo, estos microorganismos producen vitaminas y ácidos grasos de cadena corta con potencial neuroprotector, como el butirato y el propionato.

$!Algunos trabajos de investigación sugieren que ciertas sustancias asociadas al metabolismo de estas bacterias beneficiosas podrían mejorar la sensibilidad a la insulina.

Es importante destacar que algunos de los metabolitos liberados por la microbiota “buena” también ejercen un papel inmunomodulador; por ejemplo, el butirato. Por tanto, la afectación de los niveles de determinadas poblaciones microbianas intestinales parece estar relacionada con la aparición de la diabetes de tipo autoinmune (6), así como con otros procesos inflamatorios, incluidos los mediados por células gliales (microglía y astroglía) (8).

Además, la microbiota sintetiza y modula los niveles de compuestos neuroactivos que pueden alcanzar nuestro órgano pensante a través de la circulación sanguínea. Entre estas moléculas podemos destacar algunos neurotransmisores (o precursores de los mismos), que son moléculas imprescindibles para una adecuada comunicación entre neuronas, como la serotonina, la dopamina, y el ácido gamma-aminobutírico (GABA) (9).

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Así, durante la última década están apareciendo múltiples evidencias acerca del relevante papel del eje microbiota-intestinal- cerebro en nuestra salud mental. De hecho, cada vez hay más correlaciones entre las alteraciones en la composición de la microbiota y diferentes enfermedades, como el autismo, la depresión, la ansiedad, el alzhéimer o el párkinson, entre otras.

Por último, algunos trabajos de investigación sugieren que ciertas sustancias asociadas al metabolismo de estas bacterias beneficiosas podrían mejorar la sensibilidad a la insulina. De este modo, la conexión y retroalimentación entre la transición nutricional, las alteraciones en la microbiota y las enfermedades metabólicas/mentales es cada vez más evidente.

Por tanto, la modulación de la microbiota con prebióticos y probióticos surge como una diana terapéutica útil para la prevención y el control de determinadas enfermedades metabólicas y mentales. Así, la propia dieta mediterránea se alza como un valioso ingrediente a tener en cuenta para mejorar nuestra calidad y expectativas de vida, desde una perspectiva más integradora del cuerpo humano.

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