La marihuana y los cannabinoides no son lo mismo

Vida
/ 21 junio 2016

La primera es un preparado que se usa para tener efectos sicoactivos, explica. Los segundos son compuestos de la planta de la cannabis que pueden tener un potencial farmacéutico, asegura Silvia Cruz Martín del Campo, investigadora del Cinvestav

Cuando se habla de drogas, si son dañinas o no, lo que debe tomarse en cuenta no es su origen (natural o sintético), sino su estructura química y su afinidad en diferentes áreas del cerebro. Para referirse a los efectos de la mariguana es necesario mencionar la sustancia sicoactiva tetrahidrocannabinol (THC), también conocida como delta-9-tetrahidrocannabinol, y sus consecuencias en el organismo, en especial en el de los adolescentes.

Silvia Cruz Martín del Campo, del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), ofreció la conferencia Mariguana y cannabinoides, en el auditorio Arturo Rosenblueth del Cinvestav.

Explicó que la mariguana y los cannabinoides no son sinónimos, “la primera es un preparado que puede tener hojas, flores, inflorescencias y la resina (hachís) de ejemplares de la familia cannabis y se utiliza para tener efectos sicoactivos; en cambio, los cannabinoides son algunos de los componentes de la planta”.

Para determinar las consecuencias del consumo de la mariguana es necesario estudiar la sustancia sicoactiva y considerar el tipo de planta, la relación entre ella y el cannabidiol (uno de los compuestos de la cannabis), la dosis, cómo se consume, las expectativas de quien la usa y el efecto que tiene en el sistema endocannabinoide del organismo.

Los efectos de las sustancias dependen del receptor, la vía de administración, la dosis y las condiciones de las personas, como edad, sexo, genética, estado de salud y metabolismo.

Papel relevante en funciones del cuerpo

Una molécula como el THC tiene afinidad con los receptores neuronales debido a que en el organismo se producen endocannabinoides, los cuales tienen un papel relevante en la coordinación del movimiento, el aprendizaje, las señales del dolor, la regulación del apetito, el funcionamiento del sistema inmunológico y especialmente durante la adolescencia en el desarrollo cerebral.

Los principales endocannabinoides son la anandamida (araquidonil-etanol-amina) y el 2-AG (2-araquidonilglicerol).

En el sistema endocannabinoide actúan los receptores CB1 (ubicados mayoritariamente en el sistema nervioso) y los CB2 (que son mayoritarios en el sistema inmune), así como enzimas que sintetizan y degradan a los endocannabinoides, los que dependen de la actividad de las neuronas que los rodean. Estos últimos se producen cuando los necesitamos, actúan sobre su receptor y se degradan rápido; en cambio, los fitocannabinoides (provenientes de la planta) se unen a los receptores sobre los que actúan los compuestos endógenos, los activan y llegan cuando no son necesarios.

En el caso del THC, que contienen mayoritariamente los preparados de mariguana, se asocia a diferentes efectos sicoactivos, como relajación, liberación de dopamina (que dependiendo de la dosis puede producir ansiedad y paranoia), alteraciones en la percepción del espacio y del tiempo, resequedad en la boca, aumento del apetito, taquicardia, disminución de la motilidad intestinal, de la coordinación motriz y de reacción; además, tanto la respuesta inmunológica como la memoria reciente quedan reprimidas.

La mariguana no es inocua, es de riesgo para adolescentes y embarazadas, en especial por los efectos de THC, ya que a menor edad y mayor tiempo de consumo aumenta el riesgo, por ejemplo, de dependencia debido a la liberación de dopamina en el cerebro. Es decir, no causa la muerte directa, como sí lo hace la heroína, pero provoca daños orgánicos y funcionales en el consumidor, explicó la especialista en adicciones.

En el caso del desarrollo de la corteza prefrontal del cerebro, que en la adolescencia no se ha completado, la microglía (célula neuroglial, defensa del sistema nervioso central) cumple la función de poda de sinapsis, que consiste en eliminar conexiones neuronales poco utilizadas. A su vez, la actividad de la microglía está regulada en buena medida por los endocanabinoides que liberamos, y si la estimulación sináptica no se da asociada a la experiencia, sino a una sustancia externa (como el THC), se altera la maduración del sistema nervioso central, en especial en los menores de 21 años.

Uno de los objetivos de la conferencia que ofreció Cruz Martín del Campo fue dejar claro que la mariguana no es un medicamento, pero esto no significa que la planta (cannabis sativa) no tenga compuestos cannabinoideos con potencial farmacéutico, como el cannabidiol, una de las moléculas con propiedades terapéuticas.

Las plantas de la familia cannabis tienen cierta relación de THC con el cannabidiol y, según los análisis de laboratorio, la mariguana que se vende como droga tiene concentraciones muy altas de esa sustancia y niveles bajos o inexistentes de cannabidiol, lo cual no es casual, porque el THC es lo que provoca los efectos sicoactivos, señaló la investigadora, quien participó en el Debate Nacional Sobre el Uso de Mariguana.

El cannabidiol está en la planta, pero no es sicoactivo. Se han descrito cerca de 60 blancos moleculares para este compuesto, y además de que puede bloquear algunos efectos sicoactivos del THC, es una alternativa que debe ser estudiada desde la farmacobiología, sin embargo, el cannabidiol no está controlado en México y tampoco se le menciona en ninguna parte de la propuesta de reforma a la Ley General de Salud y al Código Penal Federal, y para dar un paso hacia el desarrollo de medicamentos basados en cannabinoides, es necesario que estos compuestos sean mencionados en la regulación y se tome en cuenta el trabajo de los científicos.

Entre las estrategias en las que diferentes grupos de investigadores trabajan para el desarrollo de medicamentos cannabinoides está la activación moderada del CB1 para quitar el dolor y las náuseas intensas que se presentan tras la quimioterapia. Cabe destacar que los medicamentos que se puedan desarrollar y los que ya se han producido (Marinol, Nabilone, por ejemplo), no son para todos, depende del padecimiento y de las características de cada persona.

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