‘Línea y Dinamismo’, un memorial de arte y materia

Vida
/ 2 abril 2016

La expresividad de la materia, el trabajo manual y la observación, son elementos que integran la obra del artista Otilio Peña. A partir del uso de la línea ha desarrollado un trabajo en el que destaca el paisaje y la figura humana. Sin duda, lo más característico de su obra está en el ritmo, la composición de tonos, la armonía, y sobre todo en la perspectiva que dirige cada pieza. 

En su obra Línea y Dinamismo, podemos distinguir un memorial al arte que emergió de la era industrial, donde los artistas usaban los materiales que estaban a la mano en las fábricas, transformando el proceso de producción de sus jornadas laborales en momentos creativos, para luego resaltar la belleza de la materia. Esto hace referencia al término “Revivals”. En la historia del arte este término tiene que ver con la reutilización de las vanguardias, la adaptación y recopilación de estilos, tendencias y técnicas en un contexto actual. Se trata de una brecha muy estrecha entre el pasado y el presente. 

Línea y Dinamismo muestra una serie de dibujos que bien pudieran estar hechos a mano alzada, como en digital. La serie de esculturas están hechas de alambre acerado, alambre recocido y alambre forjado.

En las piezas de Otilio Peña, el uso del alambre, ofrece estabilidad y precisión a las esculturas. Esto no es más que una muestra del vínculo que el artista mantiene con la arquitectura; la composición espacial toma un papel fundamental, las formas y texturas adquieren cierto movimiento y parecieran cobrar vida.   

La cinética, tanto de la misma escultura como del espectador es atractiva, incita a tocar e interactuar con la pieza, y lo mejor es que la flexibilidad del alambre lo permite.  Pareciera como si un trazo a mano alzada se adaptara a la vista del observador. 

En Ravens Border Los personajes sentados sobre la vida de un rascacielos iluminan un paisaje pictórico industrial conformado por rascacielos y el cielo de la ciudad de Nueva York.  Il Cavallo Forjado, es una re-interpretación del Caballo de Leonardo Da Vinci. 

Son tres las esculturas en las que la figura femenina es relevante, en conjunto muestran una composición de continuidad del movimiento corporal. La Fuerza, es la figura de una bailarina inclinada, con su cuerpo perfectamente definido. La Intimidad, es la figura de una mujer en reposo, inclinada hacia el frente y recargada sobre su mano derecha, la posición de la mujer manifiesta un estado consciente de su cuerpo. Garbo, es una  bailarina en “Tendu” al frente, y brazos extendidos en “Allongé”, su aire de libertad y la extensión de su cuerpo manifiestan un goce de sensaciones que el baile y la expresión corporal manifiestan en todo momento. 

La combinación entre materia, espacio y observador que Otilio Peña aplica a su trabajo, propicia una interacción directa con el espectador.

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