Manuel Álvarez Bravo, un verdadero poeta de la lente

Vida
/ 19 octubre 2016

Álvarez Bravo colaboró con la revista “Mexican Folkways”, empleo que lo llevó a trabajar para los pintores muralistas: Diego Rivera, José Clemente y David Alfaro Siqueiros.

Considerado el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX, autor de obras como “El Umbral” (1940), “Lucrecia” (1942-46) y “Espejo Negro” (1947), Manuel Álvarez Bravo es recordado a 14 años de su muerte, como uno de los fundadores de la fotografía moderna.

Álvarez, de quien actualmente se exhiben algunas obras en el Grand Palais de París, como parte de una importante muestra de arte latinoamericano, vio la primera luz del día el 4 de febrero de 1902, en la capital mexicana.

Aficionados a la fotografía, su padre y su abuelo se encargaron de introducirlo al arte desde pequeño.

De acuerdo con el portal “www.manuelalvarezbravo.org”, a los 12 años, el fotógrafo interrumpió sus estudios al fallecer su padre, por lo que comenzó a trabajar en una fábrica textil para ayudar a su familia.

Luego de estudiar en la Academia de San Carlos, Manuel se dedicó a explorar las estéticas modernas; por lo que en 1930 inició en la fotografía documental.

Álvarez Bravo colaboró con la revista “Mexican Folkways”, empleo que lo llevó a trabajar para los pintores muralistas: Diego Rivera, José Clemente y David Alfaro Siqueiros.

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De acuerdo con “culturacolectiva.com”, Manuel Álvarez había comprado su primera cámara en 1923, hecho que lo llevó a conocer al fotógrafo Hugo Brehme (1882-1954), con quien inauguró la primera exposición de arte fotográfico nacional, en agosto de 1928.

Según la biografía que difunde el sitio encargado de difundir su legado (www.manuelalvarezbravo.org”), el fotógrafo es una figura emblemática del periodo posterior a la Revolución Mexicana.

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Se sabe que entre 1943 y 1959 incursionó en el cine realizando fotografía fija.

Para el sitio “www.udg.mx”, la fotografía de Álvarez se caracterizó por centrarse en los hombres, remarcando sus costumbres.

Su mayor atributo fue reflejar el instante perfecto en fotografías como “Bicicletas en domingo” y “Sed pública”; mientras que “Maguey y pared dentada” y “Obrero en huelga, asesinado” le tomaron más tiempo por motivos de encuadre.

Con más de 150 exposiciones individuales y 200 exhibiciones colectivas, Álvarez Bravo es considerado el “poeta de la lente”. El fotógrafo falleció a los 100 años, el 19 de octubre de 2002.

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