Saeta Hernando, Voces con alas
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El escritor e ilustrador español presenta en México su libro ‘Juan Silbador’, sobre un niño que descubre y sigue su vocación
CIUDAD DE MÉXICO.- Un libro que enseñe a los niños, que les sea útil además de sorprenderlos y hacerlos reflexionar con una buena historia. En esto se centra la búsqueda del artista interdisciplinario español Saeta Hernando, quien para lograr su objetivo echa mano tanto de la palabra como de la imagen.
El escritor, ilustrador, constructor de títeres, diseñador industrial, actor y bailarín, quien vive en Berlín desde hace cuatro años, desea que sus títulos no se queden en la estantería después de ser leídos, sino que tengan una vida larga, que los pequeños lectores se los lleven al parque o al campo.
Así nació la idea, explica en entrevista con Excélsior, del cuento “Juan Silbador en la Copa de un Pino”, con el que el sello Nostra lo introduce a México, que incluye al final una guía de aves; y la serie sobre Los Bichopiratas, volúmenes ilustrados que integran un folleto donde se detalla cómo construir marionetas con materiales reciclados, cuyo primer número verá la luz en nuestro país este año.
“Mi base es la narración visual. Cuando pienso una historia, la veo incluso en movimiento. Llevo muchos años trabajando la imagen. Empecé con dibujos animados hacia 1993. Hacía cosas para teatro, carteles. Y a partir de 2001 comencé a ilustrar y entré de lleno al mundo editorial”, afirma.
Saeta Hernando, seudónimo de Alfredo Hernando Torres, se define como un narrador a partir de imágenes. “Para mí, un buen libro ilustrado es aquel en el que la imagen y el texto danzan juntos. Pero la imagen no debe reiterar lo que dice el texto. Hay un equilibrio. Bailan de la mano, pero cada quien su parte”.
Con Juan Silbador… debuta como autor e ilustrador. “El mercado ha evolucionado. Se publican ya muchísimos libros. No da tiempo de estar al día con lo que se edita. Antes todo era más tranquilo, uno podía estar más atento de las novedades y disfrutar la lectura. La calidad de la ilustración también ha crecido. Por eso sentí necesidad de crear tanto la historia como de ilustrarla, porque así se vuelve más singular la propuesta”, añade.
Este cuento tiene un significado especial para Hernando, ya que es, confiesa, una especie de autobiografía. “No me lo planteé para un público concreto, sino sólo quería hacer el libro que a mí me gustaría tener, el que me hubiera encantado leer cuando niño, pero también que les interese ahora a mis sobrinos”.
Hace diez años, dice, hizo el primer boceto de Juan Silbador…. “Surgió primero el texto como una necesidad de externar cosas y después busqué las imágenes apropiadas, el estilo gráfico. He ido aprendiendo a narrar mejor con ilustraciones y con palabras, pues son dos profesiones diferentes”.
Tras la publicación en México antes que en España de este libro “íntimo y cercano”, Hernando prepara para Nostra una serie de obras de teatro infantiles para marionetas.
Son libros ilustrados, en la parte de atrás va un folleto que explica cómo construir las marionetas con materiales que hay en casa. Tengo una productora con la que trabajo piezas de danza y teatro con marionetas contemporáneas. Uno mis pasiones”, destaca.
Detalla que en esta colección narra la historia de una pandilla de insectos, que se llaman Bichopiratas, y viven en los márgenes de un lago que está contaminado por la basura que tira la gente.
Todos los insectos están maltrechos: al que no le falta una pata le falta un ala o una oreja, por su contacto con los humanos. Deben encontrar soluciones. El primer número se llamará Los Bichopiratas y el frutesoro.
“Abordo los temas que me preocupan, como la ecología y la alimentación sana para los niños. No hay mensajes morales. Además del relato es una obra de teatro de 15 minutos de representación, que se puede montar en la casa o en la escuela”, indica.
SEGUIR AL CORAZÓN
Saeta Hernando explora en Juan Silbador… lo difícil que es para un joven descubrir su vocación y tener el valor de entregarse a ella, aunque ésta esté en riesgo socialmente o sea menospreciada, como la de artista.
“Ser silbador es una metáfora. Puede ser un médico o un periodista. Pero la idea es invitar a que sigas a tu corazón, aunque te tengas que enfrentar a códigos que no están bien vistos”, relata.
Asegura que Juan, el protagonista cuya vida narra desde la infancia hasta la edad adulta, emprende una especie de viaje del héroe. “Por eso casi siempre aparece solo, pero no es porque sea huraño, sino porque es una historia íntima. Las decisiones que va tomando, van marcando el camino de su vida”.
El creador admite que este título es autobiográfico en varias partes. La primera es la enfermedad que sufre el pequeño Juan. “A los cuatro meses tuve bronconomonía. Estuve a punto de morir. El médico, que me atendió en casa, dijo que debía ponerme una inyección muy fuerte para que pudiera llegar al hospital; pero que ésta a la vez podía causarme la muerte. Mis padres se arriesgaron y aceptaron”.
Recuerda que siempre fue un niño enfermizo. “A los siete años tuvieron que sacarme de Madrid, porque padecía bronquitis crónica. Aprendí a silbar porque me inyectaban mucho y el doctor me decía que silbara para que no me doliera. Por eso quise empezar el cuento así. Sacar lo positivo de las partes más dolorosas”.
Especifica que el título del libro evoca el consejo de un profesor de filosofía que tuvo en el bachillerato. “Nos decía que en la vida debíamos hacer lo que nos hiciera felices, aunque fuera silbar en la copa de un pino. Estos dos hechos autobiográficos marcan el libro”.
Y añade que la guía de las aves que hace Juan y, al final, comparte con los lectores, está inspirada en la convivencia con su padre. “Cuando era pequeño y vivíamos en Madrid mi padre criaba pájaros, sobre todo jilgueros y canarios. Recuerdo siempre estar escuchando una cinta con el canto de las aves, en la casa o en el coche. Siempre he tenido esa curiosidad por las aves y empecé a dibujarlas”.
Admite que este cuento hace un guiño a la fábula en forma de novela Juan Salvador Gaviota, del estadunidense Richard Bach, que leyó cuando tenía 18 años. “La temática tiene mucho qué ver: Volar percibiendo tus límites, superándolos y procurar ser mejor cada vez”, concluye.