Tres escritores mexicanos analizan en Pekín la literatura y la vida
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Moderados por el hispanista chino Wei Ran, traductor de Gabriel García Márquez y Bioy Casares, los autores, que han dado diversas conferencias en universidades de Pekín esta semana, repasaron los grandes temas del oficio literario.
Los escritores Jorge Volpi, Gonzalo Celorio y Hernán Lara, figuras de la literatura mexicana actual, se dieron hoy cita en el Instituto de Cervantes de Pekín, donde reflexionaron en un coloquio sobre el proceso literario, su efecto en la vida o cuestiones más terrenales, como los atascos de la capital china.
Moderados por el hispanista chino Wei Ran, traductor de Gabriel García Márquez y Bioy Casares, los autores, que han dado diversas conferencias en universidades de Pekín esta semana, repasaron los grandes temas del oficio literario, comenzando, al estar en el Cervantes, por la materia prima que usan en él, el idioma español.
"Es un prodigio cruzar 22 fronteras sin perder inteligibilidad", señaló Celorio, quien subrayó la ventaja que tiene, por ejemplo, para escritores de pequeños países de Latinoamérica el usar un idioma capaz de llegar a 500 millones de lectores, lo que permitió la universalidad de autores como el nicaragüense Rubén Darío.
Volpi añadió que, con excepción de notables autores como el polaco Joseph Conrad, que escribió en inglés, o el rumano Eugene Ionesco, que escogió el francés, la mayor parte de los escritores no eligen la lengua que usan, al ser la de su nacimiento, por lo que "es una suerte haber 'caído' en el español”.
Los tres también reflexionaron en torno a la relación entre la ficción y el devenir histórico, y en ese sentido Volpi dio ventaja a la primera sobre el segundo por dos ventajas que presenta.
"Una es la imaginación, no necesita pegarse a las fuentes, llena los vacíos que estas dejan o subvierte los hechos, y la otra es la no necesidad de centrarse en los grandes acontecimientos", subrayó el gran exponente de la llamada "generación del crack”.
"Podemos conocer mejor la historia a través de la novela que de los historiadores", completó Celorio, quien dijo que no sabe "por qué se piensa que la imaginación no es parte de la realidad" a la hora de plantear relatos encuadrados en un contexto histórico.
En ese sentido, señaló refiriéndose a uno de los grandes clásicos de la literatura de México, "se conoce mejor la realidad del campo mexicano con 'Pedro Páramo' que con cualquier tratado rural de nuestro país”.
Los autores reflexionaron largo y tendido sobre su oficio, que según Lara, "no sólo es una fuente de entretenimiento sino también un método de conocimiento", por lo que vaticinó larga vida a la literatura pese al actual imperio de lo audiovisual.
"Las formas de leer han cambiado, ahora se lee mucho pero textos breves", destacó Volpi al reconocer el valor de la información que nos llega todos los días a través de ordenadores y móviles, "pero en la ficción el tamaño es importante, (...) es necesario que la literatura sea larga" para añadir complejidad a las ideas.
Lara, exponente de la generación surgida del movimiento de protesta del 68, explicó que el descontento de aquel tiempo surgió como respuesta a los "vicios" que comenzaba a mostrar, pese a sus logros, la Revolución Mexicana.
También Volpi, nacido precisamente ese año, recordó que la trágica matanza en la Plaza de Tlatelolco "quebró la convicción de que la sociedad puede ser guiada por un partido único" y con ello "se acentúa el individualismo frente a esa acción colectiva, las creencias firmes comienzan poco a poco a degradarse”.
Mucho después llegaría la decepción que trajo el fin de ese régimen partido único, ya en los comienzos de este siglo XXI, que coincidirá con una dura etapa para México, la de una lucha contra el narcotráfico saldada con más de 150,000 muertos, una auténtica guerra civil.
El coloquio finalizó con bellas palabras de Celorio a la hora de describir el proceso de creación de una novela con el de un matrimonio, en contraposición a la "aventura amorosa" que supondría escribir un relato.
"Hay que invertirle tiempo, puede haber momentos aburridos, repetitivos, pero puede dar un resultado muy satisfactorio", subrayó el ensayista, quien advirtió de que "abandonar una novela es como no dormir en casa; la novela es tremendamente celosa y no le gusta que le pongan los cuernos".