Un Cervantes desmitificado, a través del espejo de Alberto Herreros
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"Los espejos de Don Quijote" cuenta un imaginario encuentro en la Real Prisión de Sevilla entre Miguel de Cervantes y el dramaturgo inglés William Shakespeare, donde ambos se nutren y de manera muy divertida se roban ideas para la creación de sus obras emblemáticas.
Un Miguel de Cervantes muy alejado de la imagen refinada y de la pluma. Descarnado, hombre de su tiempo, casi un pillo que fue capaz de transformarse: a través de la obra teatral "Los espejos de Don Quijote" el dramaturgo español Alberto Herreros desmitifica al escritor.
La obra se presentó en la ciudad de Guanajuato en la 44 edición de Festival Internacional Cervantino, que se desarrolla del 2 al 23 de octubre, dedicado en esta ocasión a conmemorar a Cervantes (1547-1616) a los 400 años de su muerte.
"Si hemos mitificado a Cervantes, por lo menos en España, es porque nos hemos mitificado a nosotros mismos. Y a Cervantes el mitificarse le impidió estar cerca de su realidad como persona y de vivir una vida más ajustada a sí mismo", dijo Herreros en entrevista con la agencia dpa.
"Ahí es donde podría entrar España a tratar de desmitificarse, a tratar de bajar la tensión que hay entre la corrupción y su negación y entrar en la realidad de que somos más humildes, menos importantes y acercarnos a los problemas cotidianos y reales, que es lo que hizo Cervantes tras el cambio personal".
"Los espejos de Don Quijote" cuenta un imaginario encuentro en la Real Prisión de Sevilla entre Miguel de Cervantes y el dramaturgo inglés William Shakespeare, donde ambos se nutren y de manera muy divertida se roban ideas para la creación de sus obras emblemáticas: "El Quijote", "Romeo y Julieta" y "Hamlet".
El dato verídico es que Cervantes sí estuvo prisionero en esa cárcel acusado de haber robado los tributos que recaudaba para el rey. También, dice Herreros, hay indicios de que fue durante ese encierro cuando el escritor planeó la escritura del Quijote.
La propuesta que lleva a escena la compañía española Pánico Escénico tiene detrás una investigación de varios años por parte de su autor, donde intervienen la psicología, la filosofía y la retórica griega, sin dejar de lado los estudios realizados por especialistas en la obra cervantina.
"Cervantes es una figura idealizada para pasar a la historia únicamente como escritor, un erudito. Pero en realidad era un señor que pasó varios años en la guerra. Al volver a la península tenemos que verlo como un gran hiperactivo, la península le quedaba pequeña", dice.
"Durante 18 años escribió prácticamente nada, chocando contra la realidad de que haber sido militar no le dio el estatus social que pretendía sino todo lo contrario: llegó a estar en lo más bajo de la sociedad, que es lo que acaba reflejándose en El Quijote".
Por lo anterior, Herreros asegura que no es aventurado decir que Cervantes era un hombre con neurosis de guerra y que, lejos de ser una figura como el escritor colombiano Gabriel García Márquez, era una especie de Rambo.
"Es un Cervantes que refleja las dos Españas y las caras de todos los países de la actualidad: los corruptos y los robados. En esa celda toca lo más bajo de su trayectoria, vive el momento más importante de su vida, el antes y el después", señala Herreros.
"En esa celda descubre al personaje de El Quijote, eso está documentado, aunque no se sabe si empezó a escribirla o simplemente tuvo la idea, y sobre todo, además de encontrar la novela, se descubre a sí mismo".