Viaje a Costa Rica: Explorando un destino paradisíaco de ecoturismo y naturaleza exuberante
Nuestra reportera Carolina García visitó Costa Rica y se adentró en las calles de San José y en sus destinos llenos de naturaleza y aventura. ¡Descúbrelo con ella!
Cuando tenía nueve años, vi una fotografía del bosque nuboso en un libro de la escuela. Criada en tierra árida, mi mente no podía concebir un ecosistema con semejante verdor. El resto de mi infancia la pasé investigando sobre la naturaleza, la flora y la fauna.
Aunque mi sueño de ser veterinaria no se cumplió, mi mamá continuó fomentando mi hambre de conocimiento. “Costa Rica debe ser un paraíso”, me dijo una vez. La idea nunca me abandonó; por eso, cuando mi novio me propuso viajar fuera de México le sugerí ese país. “¿Qué hay en Costa Rica?”, me preguntó. No lo sabía, así que fuimos a descubrirlo.
San José
La ciudad es una fusión de la herencia colonial, la naturaleza exuberante y la modernidad de altos edificios. El centro reúne los fragmentos de ese cosmos, entre el olor a lluvia y los gritos de los vendedores de lotería.
El Mercado Central huele a mar, frutas, verduras y madera, uno de los productos más importantes del país. Hallarás el recuerdito que imagines en ese material, sean llaveros, calendarios, adornos, platos o vasos.
Sus plazas públicas, dedicadas a la música, la cultura y la historia, rebosan de plantas y flores, con musgo en los resquicios de las baldosas y las bancas de piedra.
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Los Museos del Banco Central de Costa Rica cuentan con exhibiciones sobre el oro en las culturas precolombinas y la historia del colón costarricense, su moneda oficial. El Museo de los Niños aborda diversos temas, desde la astronomía y los terremotos hasta profesiones y urbanidad, con juegos y salas temáticas.
Sabores caribeños
El arroz con frijoles se encuentra en los desayunos, junto a los clásicos huevos revueltos y cereales, y en su platillo típico: “El Casado”, que los acompaña con plátanos y carne de res, pollo o pescado.
La Ruta del Café
Visitamos una plantación de café en las afueras de San José, rodeada de eucaliptos arcoíris, hortensias azules y palmeras, con hectáreas de cafetos que se extendían hacia la selva y las colinas. Sus frutos -rojizos, firmes y olorosos- aún no terminaban de madurar.
Dicen que el café de Costa Rica es el mejor del mundo. Hacer una taza es un ritual, desde el almacenaje del grano, su molienda, el filtro de madera y tela sobre el que se vacía el agua caliente, hasta llegar al líquido vital capaz de reafirmar nuestro sitio en la tierra. Hay infinidad de variedades. El aroma llena la nariz antes incluso del primer sorbo; su sabor, fuerte y agrio, permanece en el paladar.
Volcán Poás
Mi sueño se hizo realidad, al fin estaba en un bosque nuboso. Nos pusimos nuestros impermeables -yo uno rojo, él uno azul- y nos encaminamos montaña arriba hacia el volcán Poás y su cráter de 1320 m de diámetro y 320 m de profundidad. Solo un 20 por ciento de los visitantes logran verlo, pues casi siempre está cubierto por neblina.
La lluvia nos acompañó durante todo el ascenso, así como los cantos de las aves en la lejanía y el verde vibrante de los árboles. Al llegar al mirador, nos refugiamos bajo un techo de cemento. El guía aprovechó para señalar el piso: había pequeños pozos, delimitados por círculos blancos, producto de las rocas ardientes que cayeron en la última erupción.
Esperamos media hora, pero solo pudimos tomarle fotos a una neblina tan densa que parecía el fin del mundo. ¿Vale la pena? Cada instante.
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La Paz Waterfall Gardens Nature Park
Este refugio se encuentra a hora y media de San José, sus 28 hectáreas concentran la flora y fauna del bosque lluvioso tropical: insectos, mariposas, serpientes, colibrís, felinos como el margay, el ocelote, el jaguar y el puma, monos, ranas, tucanes y guacamayas de todos los colores.
El parque permite a los visitantes explorar con libertad, siguiendo los caminos trazados, pues más allá se encuentran animales salvajes, quienes durante las noches recorren libremente las instalaciones. Las aves vuelan dentro y fuera de las jaulas, las mariposas se posan en tu hombro si permaneces quieto o incluso un perezoso podría voltear a verte, con su rostro curioso y somnoliento.
Hay una entrada escondida entre la vegetación, es el inicio del sendero que te llevará a lo largo de un río y sus cinco cascadas: Templo, Magia Blanca, Encantada, Escondida y La Paz. Prepárate, ¡es imposible salir de allí sin mojarse!
Baldi Hot Springs, Hotel, Resort y Spa
En el distrito de La Fortuna y junto al volcán Arenal, se esconde un paraíso tropical con aguas termales alimentadas por cascadas cristalinas. Para llegar, sales de San José por una autopista de cuatro carriles hacia carreteras que suben y bajan las montañas, cruzan pueblos y campos bananeros.
La experiencia acuática es completa: 25 piscinas, cuyas temperaturas van desde los 30 hasta los 43 grados, ideales para relajarse o pasar una tarde de diversión en familia. Algunas son poco profundas o están escondidas y alejadas de la música, otras tienen bares o toboganes. Además, cuenta con área de niños, servicio de spa y hospedaje.
Tortuguero
La primera vez que subí a un bote fue para visitar esta población, la cual forma parte de un Parque Nacional y Área Silvestre Protegida dedicada a la investigación y el ecoturismo. La única manera de acceder a ella es a través de su red de ríos y canales, donde pudimos ver la fauna de los humedales: garzas, monos e incluso un cocodrilo.
El pueblo conserva sus tradiciones y recibe a los visitantes con la calidez caribeña y una comida con mariscos recién pescados en la mañana, frutas de la zona y la sazón transmitida por generaciones.
En la playa se camina despacio y con cuidado, nos advirtió el guía, porque las tortugas verdes anidan en ella. Tuvimos la suerte de ver el nacimiento de sus crías: emergieron de la arena agitando sus aletas, avanzaron a pesar de obstáculos, como los trozos de madera y la presencia de gaviotas, y se adentraron en las olas. Solo una de cada mil de ellas alcanza la edad adulta.
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