Volver al Viagra

Vida
/ 4 abril 2018

La pastillita azul que revolucionó el sexo, cumple 20 años

Hace justo dos décadas que una pequeña pastilla azul con forma de rombo logró que le dieran ‘luz verde’ para la venta en EE UU, desencadenando toda una revolución en la cultura popular moderna. 

Viagra hizo posible que millones de varones adultos impotentes pudieran tener una vida sexual activa. Pero además, consiguió que, por primera vez en la historia, se hablara en público de lo que ahora se conoce como ‘disfunción eréctil’. 

En Europa la venta del fármaco comenzó seis meses después, con un éxito de ventas que sorprendió incluso a su propietaria, la farmacéutica Pfizer. Sin embargo, 20 años después y con varios competidores en el mercado, el negocio ya no es el que era.

Un producto farmacéutico tan inusual como Viagra logró también iniciar con una campaña publicitaria inusual: la leyenda del fútbol Pelé y el candidato republicano a las elecciones presidenciales estadounidenses Bob Dole, hicieron de ‘embajadores globales’ del fármaco, con su presencia en vivo en la televisión. “Da un poco de vergüenza hablar de disfunción eréctil”, decía el político estadounidense en el primer anuncio televisado del Viagra, “pero lo hago porque es importante para millones de hombres y sus parejas”, señalaba Bob Dole.

Mientras que Pelé decía: “No sufras más en silencio, habla con tu doctor sobre el Viagra, yo también lo haré”.

El descubrimiento
Este fármaco para la impotencia, que comenzó a venderse en Estados Unidos el 1 de abril de 1998, tras obtener todos los permisos exigidos por la FDA, fue descubierto por casualidad por un equipo de investigadores de los Laboratorios Pfizer, que en ese entonces estaban dedicados al desarrollo de un tratamiento para calmar el dolor torácico provocado por la angina de pecho. 

Al hacer las pruebas con voluntarios, estos reportaron un efecto colateral: además de neutralizar la angina de pecho, el medicamento provocaba erecciones inesperadas. 

La razón de ello es que dilataba los vasos sanguíneos, y al hacerlo incrementaba la irrigación sanguínea, lo cual tenía como efecto secundario erecciones firmes y prolongadas.

En ese entonces se estimaba que la impotencia afectaba a una tercera parte de los hombres con más de 40 años, pero las alternativas que había en ese momento en el mercado no eran prácticas ni efectivas

En las primeras dos semanas que Viagra estuvo a la venta en EU, los doctores emitieron más de 150 mil recetas, mientras que en los 20 años de su existencia se extendieron al menos 65 millones de recetas.

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La píldora tardó seis meses en ser aprobada en Europa. Y ese paréntesis provocó, en pleno frenesí global, que en el mercado negro se vendiera el Viagra a un precio cinco veces superior al que se pagaba por cada pastilla en el mostrador de cualquier farmacia estadounidense.

Ni la propia Pfizer anticipó un fenómeno similar. De los 100 millones de dólares en ingresos que esperaba recaudar la farmacéutica en el primer año, pasó a superar los mil millones de dólares en cuestión de meses. 

De la mano de Internet
El impacto del Viagra en la impotencia se compara con el efecto que tuvieron los antibióticos para combatir las infecciones, o los tratamientos que reducen el colesterol en la sangre. Pero sobre todo fue también el tratamiento perfecto para anunciar sus méritos a los consumidores, ya que es una medicina que va dirigida directamente al estilo de vida de los pacientes.

El éxito inicial del Viagra fue también posible gracias a la Internet. Los dos fenómenos crecieron en paralelo al uso de la red de redes, mientras la pornografía ‘en línea’ explotaba en los portales de la Red. 

La mujer, sin embargo, estuvo al margen de las campañas publicitarias hasta hace tres años, cuando Pfizer las puso directamente ante las cámaras para pedir a los hombres que fueran al médico para resolver sus problemas de disfunción eréctil..

Pero este éxito le provocó también una doble vulnerabilidad a la compañía. Las copias falsas de Viagra inundaron los portales de Internet. Y es que la píldora azul fue también una mina para los contrabandistas, hasta el punto de que 80% de las tabletas que se encuentran en la red son ilegales y muy peligrosas (algunas utilizan tinta para impresoras a fin de conseguir su color distintivo).

La pastilla azul, es vista también como un ejemplo de hasta dónde puede llegar la avaricia de las grandes farmacéuticas. Basta con fijarse en el precio. El Viagra costaba 15 dólares por tableta cuando empezó a venderse. De ahí escaló a 50 dólares, sin un motivo que justificara el incremento (la versión genérica cuesta ahora un dólar y Pfizer va a probar venderla en Reino Unido sin receta).

Pese a su popularidad, el Viagra sigue siendo una píldora mal comprendida. No es un afrodisíaco, y la erección, que llega, en promedio, a los 27 minutos de ingerirla, no va a cambiar la pérdida de apetito sexual de la pareja. El tratamiento, además, se utiliza en muchas ocasiones para cosas que no están indicadas en la receta médica, como potenciar el rendimiento en el acto sexual y en el deporte.

Existe también una versión para las mujeres que pierden el apetito sexual, llamada Addyi, que se presenta en los medios como el ‘Viagra femenino’. La agencia del medicamento en EE UU la autorizó en 2015. 

La píldora rosa, sin embargo, no generó entusiasmo y su eficacia es cuestionable, por no dejar de citar la larga lista de contraindicaciones que tiene esta especie de antidepresivo. 

Lo que hay que saber
El sildenafil, comercializado bajo el nombre de Viagra por la farmacéutica Pfizer, puede ayudar a los hombres con disfunción eréctil a tener una erección lo suficientemente firme como para lograr una relación sexual satisfactoria.

Pero como cualquier otra medicación, su uso puede tener efectos secundarios. Veamos qué deberían tener en cuenta los hombres antes de comprar y usar esas píldoras.

Cómo funciona
Sildenafil, el componente activo de Viagra, aumenta el flujo sanguíneo hacia el pene para lograr una erección.

Al menos dos tercios de los hombres que usan el Viagra dicen que tienen mejores erecciones con la píldora.

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El Viagra es solo para los hombres mayores de 18 años que sufren impotencia.

En los hombres con disfunción eréctil el medicamento tarda 30 a 60 minutos en provocar  la erección, y puede ser tomada hasta cuatro horas antes de cuando el ususario piensa que tendría relaciones sexuales.

Pero tomar sildenafil por sí solo no causa una erección: debe haber una excitación sexual para que el medicamento funcione. Por otro lado la erección debería desaparecer una vez finalizada la relación sexual.

Para quién es la píldora
El  Viagra es solo para los varones mayores de 18 años que tienen impotencia, es decir, una incapacidad para tener una erección o para mantenerla.

Los efectos secundarios más comunes son dolores de cabeza, náusea, sofocos y mareos, pero muchos hombres no perciben ningún efecto adverso.

Se recomienda no tomar Viagra…
Si tienes problemas graves de corazón o de hígado; si hace poco que sufriste un derrame cerebral; si tienes la presión sanguínea baja; si sigues un tratamiento con nitratos; si tienes una enfermedad genética ocular hereditaria llamada retinitis pigmentosa.

Puede ser peligroso con otras drogas…
Sildenafil no ha sido puesto a prueba en combinación con drogas estimulantes como el Éxtasis, la cocaína, el LSD y otras sustancias psicoactivas.

Debes dejar de tomar Viagra….
Si sientes dolor en el pecho, si experimentas erecciones prolongadas (de más de una hora) y a veces dolorosas; si sufres una repentina pérdida de visión total o parcial; si notas una grave reacción en la piel, que puede ir acompañada de fiebre, descamación cutánea, hinchazón y ampollas; si tienes convulsiones, y si i sufres una reacción alérgica grave.

Tratamientos alternativos 
Hay otros fármacos que funcionan de una manera similar al sildenafil (el ingrediente activo del  Viagra), ellos son:
 Tadalafil (Cialis), Vardenafil (Levitra) y Avanafil (Spedra)

También existe un medicamento vasodilatador llamado alprostadil que ayuda a estimular el flujo sanguíneo hacia el pene y se comercializa en forma de inyección y de supositorio. 

(El País y BBC Mundo)

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