Y si leemos...Ícaro en la retina del aire: Sobre Kinim, de Cynthia Rodríguez
El guatemalteco Monterroso lo consignó ya mucho antes: (En la literatura) “Hay tres temas; el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Donde uno pone el ojo encuentra la mosca. No hay verdadero escritor que en su oportunidad no le haya dedicado un poema, una página, un párrafo, una línea; y si eres escritor y no lo has hecho te aconsejo que sigas mi ejemplo y corras a hacerlo…”
Sin embargo, Monterroso, no fue el primero, en el Siglo II de nuestra era, el escritor de origen sirio Luciano de Samosata hizo su conocido
Elogio:
“Su vuelo no es, como el de los murciélagos, un continuo remar; ni va, como en los saltamontes, acopañado de saltos, ni como en las avispas, con zumbido, sino que describe una curva perfecta hasta el punto del aire al que se dirige. Además tiene la cualidad de volar, no en silencio, sino en un cántico nada desagradable, como el de cínifes y mosquitos, ni con el grave zumbido de las abejas o el terible y amenazador de las avispas; es mucho más melodiosa, como las flautas son más dulces que la trompeta y los címbalos…”
¿Cómo hacer entonces -desde nuestros días- un libro de poesía dedicado a las moscas?
La escritora tamaulipeca Cynthia Rodríguez Leija asume este reto en Kinim, que desde su mismo título alude a la forma en que fuera designada la plaga de ellas que en la tradición hebraica azotó el Egipto del Éxodo.
Pero el abordaje que Rodríguez Leija ejerce sobre la figura del insecto de ninguna forma es conmemorativa o literal. Al contrario, en Kinim la mosca es símbolo de los devenires del hombre: su terquedad atraviesa las áridas o gloriosas capas de la historia, es testigo de sus trabajos, sus caídas y un discurrir de asombro o de incertidumbre.
Poliedro
Así como el famoso uso que Joyce diera a su punto de vista narrativo -desde el punto de vista de una mosca, sobrepuesta a la de su personaje Molly Bloom- la palabra y la mirada de esta poeta se fusionan en ese ir y venir errático -omnipresente y agudo- frágil y terco contrapunto a la vivencia del hombre :
“nace la cría
que reinará en mi pecho
buscando la herida vagabunda:
una especie de suerte bajo la manga.”
La mosca es entonces, sombra inmanente, presencia testimonial, mirada poliédrico ante vidas y ciudades que mutan como flamas contra la noche:
“pero Ícaro es un abismo hecho de carne
humana partícula
que de día pulsa las hojas otoñales
y de noche calla los secretos del espejo”
Kinim, a pesar de su violencia y su oscuridad es también glosa suave, lamento intertextual –nunca literal– frente a la mordedura de la violencia sobre nuestro maltratado tiempo:
“la mosca tendrá una letanía de furia
con una espada entre los cascabeles
una gota de fuego tan desconocida”
“la inundación de septiembre
astilla los cuerpos azules de la mañana
los ojos blancos
la luz violenta del agua.”
Nietzsche escribió acerca de los ciclos del tiempo que éste era un círculo plano, en Kinim la mosca es esa terquedad que vuelve mil veces a ese espejo, a ese ciclo infinito:
“Volver no es cosas de uno
voler es colgarse una soga al cuello
y esperar a que todo se repita concéntrico”
“Como un bostezo soplan los desiertos
hay pesadumbres que el espejo ahonda.
Busco la humedad y bebo las astillas
Del misterio que espesa la garganta.”
Vigilia
Kinim es un libro de espera y vigilia. Un censo demoledor y amargo. Pero en el testimonio de ese abismo resiste aún la breve tregua –delicada e iridiscente como una ala de mosca- de la belleza de las palabras.
Porque como lo dijo ya Monterroso: “las moscas son Euménides, Erinias; son castigadoras. Son las vengadoras de no sabemos qué; pero tú sabes que alguna vez te han perseguido y, en cuanto lo sabes, que te perseguirán para siempre. Ellas vigilan. Son las vicarias de alguien innombrable, buenísimo o maligno. Te exigen. Te siguen. Te observan.”
Así, esta poesía escrita desde el Norte de México no se circunscribe sólo a su momento o al límite de su espacio geográfico histórico, sino que dialoga con los asuntos de todo tiempo y del mundo todo; porque la voz poética es ojo poliédrico, un lente multiforme donde lo mismo están Joyce, Monterroso o el español Machado, quien de ellas dijo:
“Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.”
Kinim.
Cynthia Rodríguez Leija
Instituto Tamaulipeco de Cultura. Colección árbol de luz.
2016. 62 p.