3 horas de agonía sufrió Abelardo
COMPARTIR
Para llegar al Esfuerzo Sector 8 (perteneciente al municipio de Viesca), donde vive la familia de Abelardo, hay que conducir 8 kilómetros de terracería desde el ejido Mieleras
Abelardo viste un suéter negro y un birrete. Tiene la mirada cansada. Piel morena. Así aparece en el retrato de su graduación de primaria. Aparenta de más edad. Es el retrato que encabeza un humilde altar que consiste en una veladora prendida, dos más apagadas. También hay una tortuga de cerámica, un retrato de la Virgen de Guadalupe con el papa Juan Pablo Segundo y un plato amarillo con un pastel. Hace unos días, Abelardo de 13 años, falleció luego que su hermano menor disparara por accidente un rifle y lo hiriera cerca de las costillas. Andaban en el monte, arriando chivas.
Para llegar al Esfuerzo Sector 8 (perteneciente al municipio de Viesca), donde vive la familia de Abelardo, hay que conducir 8 kilómetros de terracería desde el ejido Mieleras. La comunidad tiene apenas ocho casas, tapizadas de tierra de tanta que hay alrededor. Alrededor todo es monte, tierras, campo.
La casa de la familia Uribe Castillo es de adobe. Rumaldo, el padre, la levantó hace unos años. Atrás se halla un corral donde viven 40 chivas. La familia vive literal a lado del monte. Hay luz, agua solo la que llega en ocasiones de la noria y el drenaje es un lujo que aquí no existe. Hay una escuela abandonada, así que los niños tienen que caminar un par de kilómetros tapizados de tierra para llegar a la escuela. En el rancho azota un letargo fúnebre.
Tragedia
El sábado 27 de febrero, Abelardo y su hermano se fueron para el monte a arriar a las chivas. Su padre Rumaldo se fue a ver una pastura y la madre Guadalupe se quedó en casa. Los niños, como casi siempre que iban al monte, se llevaron el viejo rifle 22 de su padre.
- Se batallaba para disparar, se atoraba, esa vez no. Yo lo tenía porque aquí hay muchos coyotes y en las noches llegan y se quieren echar a las chivas. Por eso los niños se lo llevaban. También dicen que hay un lobo.
Pasadas las siete de la tarde, el hermano menor llegó corriendo a la casa. El rifle se le disparó y le dio a su hermano mayor, Abelardo. “Abajito de las costillas”, recuerda el padre. Rumaldo –con una discapacidad al tener muñones- agarró la camioneta destartalada y condujo hasta Matamoros entre la terracería y el camino polvoso.
Llegó al Seguro Popular y su hijo aún estaba con vida. “Atiéndalo”, gritaba el padre. Pero nadie sabía cómo. Nadie hacía nada. “Aquí no lo podemos atender, tenemos lo esencial”, le argumentaron los encargados. Hablaron a la Cruz Roja pero éstos pidieron 450 pesos por el uso de la ambulancia. Rumaldo y su familia viven de la venta de leche de chiva. Ganan entre 750 y mil 300 pesos a la semana.
- Lo tuvieron tres horas ahí sin hacerle nada. La Cruz Roja pidiendo el dinero y nosotros no teníamos. Hasta que llegó un doctor y nomás movió la cabeza y ordenó que se lo llevaran.
Rumaldo ya no supo nada. Lo detuvieron y lo encerraron porque el rifle era de él. Tardó horas en salir. “Hasta las 11:30 atendieron al niño, ya no alcanzó”, cuenta el padre.
Rumaldo se queja porque dice que en los medios dijeron cosas que no eran ciertas. Que se estaban peleando, que fue en la casa. “Nada fue cierto. Fue un accidente. Ni servía el mugrero”, dice del rifle.
El Gobierno les prometió apoyo con terapias psicológicas pero no han vuelto al pueblo. Le preguntaron si quería proceder contra la Cruz Roja o el Seguro Popular por negligencia y retraso en las acciones, pero desistió. “Ya no ganamos nada”.
De su hijo Abelardo cuenta que le gustaban las caricaturas; que un televisor viejo era suficiente para entretenerse, que era buen muchacho, “bien chambeador el cabrón”.