Ana Paula Vázquez Flores, dama de hierro
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La arquera ramosarizpense ha tenido que sobrellevar El desprendimiento familiar para alcanzar su sueño deportivo: ir a unos Juegos Olímpicos 24 al 31
Si se trata de ser perseverante, la arquera coahuilense Ana Paula Vázquez Flores pone el ejemplo.
Hace un par de semanas, Alejandra Valencia, Aída Román y Ana Paula Vázquez, consiguieron el pase mexicano para los Juegos Olímpicos de Tokio en la modalidad arco recurvo femenil por equipos.
Pero detrás de este sueño cumplido hay una historia que se narra con lágrimas, sacrificios y constancia.
Los primeros encuentros de Ana Paula con el deporte se dieron a través del futbol americano. Luego de practicar tochito, a los once años llegó al tiro con arco por invitación de una de sus compañeras de la escuela.
Desde entonces no ha habido fuerza humana que frene sus aspiraciones con las flechas.
PERSEVERANCIA NATA
La dedicación que la atleta coahuilense imprime a todo lo que hace es muy bien conocida por su familia. Sobre ello habló su papá, Hugo Vázquez, quien en entrevista recordó cómo en primaria y secundaria Ana se esforzó por destacar en el armado del cubo Rubik.
“Desde que supo que eso era una competencia se esmeró por ser la mejor. Juntó dinero, compró un cronómetro y un cubo”, contó Hugo, agregando que cuando Ana jugó ajedrez también sobresalió por ser asidua.
“Así es ella, su sueño siempre ha sido que a donde sea que se meta, va a ser porque quiere ser la número uno”, dijo el papá de Ana Paula.
Prueba de ello es que cuando la atleta incursionó en el tiro con arco lo hizo en la modalidad de compuesto y logró coronarse en Olimpiada Nacional, pero bajando del podio decidió pasar al arco recurvo, ya que esa modalidad es la que compite para Juegos Olímpicos.
LA FAMILIA Y EL DEPORTE
Los logros de Ana han traído satisfacciones, pero también han implicado un desprendimiento familiar necesario.
Y aunque Ana Paula siempre ha contado con el respaldo de su familia: sus padres Hugo Vázquez y Laura Flores, y sus hermanos Emilo y Diego, hay ocasiones en los que la distancia puede doler más que otras veces.
“El alto rendimiento no te deja hacer muchas cosas. Ana Paula se perdió vacaciones familiares porque está en competencias y entrenamientos. Ella lo ha decidido así”, explicó su papá, reflexionando que es parte del proceso de un atleta realmente comprometido.
Y a pesar de lo difícil que pueda ser el dejar de verse durante meses, Hugo confesó que: “el hecho de verla avanzar tan rápido, hace que valga la pena. Lo que hacemos como padres es estar al pendiente y tratar de asesorarla”.
“El que ella haya decidido ser alto sentimiento requiere y merece demasiada atención de los papás, entonces tienes que ser muy inteligente en saber cómo balancear esas cosas”, compartió Hugo.
SUEÑO CUMPLIDO
Hoy, esa personalidad guerrera, el talento deportivo y el apoyo de su familia, tienen a Ana Paula en Juegos Olímpicos, y para sentenciar el logro, el siguiente paso es la medalla.
Luego de alcanzar el boleto a Tokio, Ana Paula tuvo la oportunidad de encontrarse brevemente con su papá en el aeropuerto de la Ciudad de México. Ahí se dio una escena que marcará para siempre la relación de padre e hija.
Al verse, ambos dejaron de lado sus cosas y se fundieron en un abrazo profundo en el que se desbordaron las emociones. “Eres una guerrera que no puede tener más orgullosos a sus papás”, fueron las palabras de Hugo hacia su hija en ese momento.
“Han sido tantas cosas que ese abrazo fue muy especial, ya venía con su primer gran objetivo en la bolsa”, comentó Hugo.
Ya encaminada a concretar el sueño, a través de este medio Hugo dedicó unas palabras a su hija:
“Que nunca deje de ser tan feliz como lo es ahora, que siempre disfrute cada día, cada clase, cada competencia, cada flecha, porque su personalidad es no solamente ser feliz sino también ser plena. Ella vive a plenitud, y mientras así sea, las metas van a seguir llegando”.
Finalmente, Hugo también envió un mensaje para los padres de familia que puedan estar en una encrucijada ante las decisiones que tomen sus hijos.
“Nuestros hijos son prestados, los tenemos que dejar vivir y nuestro trabajo es apoyarlos en sus ideales, metas y pasiones. Siempre estar atentos y al cuidado de ellos pero tenemos que dejarlos volar y ser pacientes como papás”.
Para Ana Paula el camino ya está trazado como representante nacional en una justa olímpica. A ella no le queda más que hacer lo que siempre la ha distinguido, dar lo mejor de sí, ser perseverante y ser feliz.