Andrew Bird, siempre en busca de la canción de amor perfecta

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/ 23 abril 2016

En su nuevo disco, el cantante recoge el nacimiento de su primer hijo, el cáncer de su mujer y el tema apasionado de leyenda. Se grabó a deshoras. Y con whisky.

Se atascó con una canción. Le estaba quedando demasiado pop, pero Andrew Bird, el cantautor de Chicago, perpetuamente indeciso entre el folk, el pop y el jazz, quería que fuera más ruidosa. No lo logró hasta que su productor, a la desesperada, le mostró fotos de una furiosa tormenta arrasando una llanura. Entonces, todo fluyó. También llevaba tiempo queriendo hacer la canción de amor perfecta. Necesitaba la voz de Fiona Apple. La consiguió. Ella se puso nerviosa y no daba pie con bola. Él llevó una botella de whisky al estudio de grabación. Según se fueron emborrachando, los noctívagos grabaron infinidad de pistas hasta que, amaneciendo, decidieron que ya la tenían. La canción de amor perfecta, Left handed kisses, incluida en el nuevo disco de Bird, Are you serious.

A sus 42 años, Bird ha hecho su disco más heterodoxo. Al menos en lo que respecta al proceso, porque rápidamente se detectan en el resultado los tics y las genialidades que identifican al artista prolífico, imperfecto, iconoclasta y admirado que es hoy, dos décadas y 16 álbumes después de su debut. Este nuevo trabajo, Are you serious, que acaba de editarse, responde a una dificultad añadida: las canciones encierran sentimientos encontrados y simultáneos, como la felicidad de haber tenido su primer hijo y el mazazo de que a su mujer le detectaran un cáncer.

“Mudarme a Nueva York a sentar la cabeza, tener un hijo y al mismo tiempo vivir la enfermedad de mi mujer ha hecho que me enfrente a la mortalidad en la familia. Ha sido un cúmulo de sentimientos brutal, y así quería que se reflejara en este disco”, recuerda el músico. “Por eso he intervenido en todo el proceso, desde la primera melodía hasta la última mezcla, pasando por la producción. Y con una nueva banda más directa, más bruta. Este debía ser mi trabajo más honesto, porque lo que cuento soy yo”.

Ojo: que nadie caiga en la tentación de pensar que este es su disco más maduro. “No me gustaría que se escribiese que este es el disco en el que Andrew Bird crece y se hace adulto, porque no es verdad. Habla de un momento vital, pero no hay que relacionarlo con la edad. Sigo siendo relativamente joven, el músico de siempre”.

Dice que no es un artista comprometido y acto seguido se desdice: “He escrito sobre el racismo, la violencia policial en Chicago y el sinsentido de que aún exista la pena de muerte en mi país. Pero no me gusta mezclar lo que hago con temas políticos. Salen unas canciones demasiado deprimentes”. Y remata: “Compongo a partir de una emoción concreta. Lo que venga después es impredecible”.

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