Apatía, otro obstáculo al que se enfrentan invidentes de Saltillo

Saltillo
/ 21 diciembre 2017

​La indiferencia de ciudadanos es algo con lo que a diario se enfrentan en su caminar por las calles de la ciudad las personas invidentes

Para desarrollar este valor existen varias barreras, principalmente en la actitud”.

Según la Organización Mundial de las Naciones Unidas, la solidaridad es uno de los valores humanos más esenciales para una sociedad que a partir de la cooperación común, logre solucionar problemas de carácter económico, social, cultural y humanitario. 

En el marco del Día Internacional de la Solidaridad Humana, VANGUARDIA realizó un ejercicio para detectar que es casi nulo este valor en la sociedad saltillense. 

En conjunto con la Asociación Mexicana de Enfermedades Visuales y Estudios de la Retina, AMEVER, salimos a las calles para observar hasta qué punto y bajo qué condiciones los habitantes de la ciudad ayudan a cruzar la calle a una persona invidente. 

Carlos Delgado, integrante de AMEVER, quien lleva más de seis años recorriendo las calles del centro de Saltillo, además de los obstáculos que representan banquetas, hoyancos y anuncios, se enfrenta a la indiferencia ciudadana que ignora a quien necesita ayuda, aunque también se ha encontrado con grandes historias de héroes anónimos que se detienen, aunque sea por un momento, a colaborar con el prójimo.

Además de las banquetas resquebrajadas, la falta de cintas antideslizantes y la publicidad instalada en porta banners a las afueras de los negocios, la falta de guías para cruzar la calle hacen que la experiencia de las personas ciegas que transitan por las calles de Saltillo se vuelva aún más compleja.

En su experiencia se ha encontrado con severos tropiezos, por registros abiertos en las banquetas o bordos que no se alcanzan a percibir, sin embargo, dice que todos los días se logra detectar lo peor y lo mejor de los saltillenses, pues dentro de sus recorridos siempre se ha encontrado con personas que le tienden la mano para estar más seguro en la urbe. 

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En un trayecto trazado de las instalaciones de Amever, en Nicolás Bravo 507 a la Plaza Manuel Acuña, es decir 5 cuadras y 5 cruces, se tomó en cuenta a más de 10 personas que transitaron alrededor de Carlos, sin embargo, en el trayecto de ida y vuelta sólo dos personas le brindaron el apoyo en su totalidad. 

La primera apreciación, se dio en el cruce de Hidalgo y Pérez Treviño, donde a su alrededor pasaron por lo menos tres personas sin que Carlos tuviera éxito con la ayuda. 

Más adelante, en el cruce de Pérez Treviño y Zaragoza, un elemento de Tránsito Muniipal dio prioridad y celeridad al transporte urbano y a los automovilistas, mientras Carlos pasó varado por lo menos dos minutos hasta que el policía le gritó para que cruzara.

Una cuadra después, Carlos esperó más de 3 minutos esperando el apoyo de una persona para cruzar la calle, sin embargo, ninguno de los que pasaron por el lugar o estaban a los alrededores se acercó a auxiliarlo, y tuvo que solicitar el pase a un chofer de camión de la Ruta 14.

En el siguiente cruce de Allende y Pérez Treviño, una mujer y una pequeña lo auxiliaron para cruzar y lo tomaron de la mano hasta que Carlos estuviera seguro en la acera contraria. 

De regreso, otro policía hizo lo mismo en el cruce de Hidalgo y Pérez Treviño, sin embargo, a diferencia del primer policía, este último lo auxilió deteniendo el tráfico y cruzándolo en las dos intersecciones. 

Carlos Emmanuel Delgado, atribuye la falta de cooperación a la celeridad y el ritmo de vida con el que se vive actualmente, sin embargo, reconoce que siempre ha tenido la cooperación de las personas para llegar con bien a su destino.

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SALTILLENSES APÁTICOS

El presidente de la AMEVER, Erasmo Gil Ramos, dijo que a comparación de cuando empezó la asociación en la ciudad la sociedad saltillense ha ido mostrando conforme el paso del tiempo más apatía con las personas ciegas que necesitan ayuda en necesidades tan básicas como subir a un autobús o cruzar la calle. 

“Mucha otra gente no sabe cómo ayudar y prefieren no hacerlo, o a veces cree que va a perder mucho tiempo en ayudarnos y la realidad es que no, un minuto o dos es lo que necesitamos para solucionar algún problema inmediato, pero en términos generales hemos avanzado y hay gente que sí está consciente”, dijo.

Explicó que para las personas ciegas que se atreven por primera vez a dar un recorrido alrededor de las calles del centro, se lleva a cabo todo un proceso que empieza con un asignatura llamada “orientación y movilidad”, donde se aprenden los tips del uso del bastón, cómo detectar una banqueta quebrada, un poste, un registro abierto, y a poner atención en el ruido de la ciudad. 

“Lo más difícil siempre es cruzar una calle, cuando son poco transitadas lo hacemos por oído, y cuando son calles transitadas es donde requerimos el apoyo. Sí hay un miedo natural cuando pasas por primera vez, porque nunca sabemos que viene aunque se ponga mucha atención. Siempre existe el miedo de que venga un carro y no lo escuché”, explicó. 

Con relación al concepto de la solidaridad, Erasmo Gil Ramos opinó que para desarrollar este valor existen varias barreras, principalmente en la actitud de las personas que hacen que la discapacidad se genere restando oportunidades o no aportando para generar condiciones iguales para toda la sociedad.

“Queremos igualdad de condiciones, participación y oportunidades. Cuando no estás cerca de una persona con discapacidad, es difícil que te sensibilices porque te ves muy lejano. Nadie está excento de alguna enfermedad, y que bueno sería que el día de mañana cuando tuvieras alguna deficiencia no te enfrentaras a esas barreras”, expresó.

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