Basílica San Pedro es sometida a una inédita desinfección para su reapertura
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Por primera vez en su historia La basílica de San Pedro del Vaticano fue sometida a un exhaustivo e inédito proceso de desinfección contra el coronavirus debido a que el lunes 18 de mayo inicia la la reanudación de las misas.
La basílica de San Pedro del Vaticano fue sometida a un exhaustivo e inédito proceso de desinfección contra el coronavirus, con especial atención a su gran patrimonio artístico, ante la reanudación de las misas el lunes.
La Santa Sede se afana en desinfectar las cuatro basílicas papales de la capital italiana, San Pedro del Vaticano, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros, pues desde la próxima semana en Italia estarán permitidas las misas.
Un grupo de técnicos, provistos con trajes blancos, guantes y mascarillas, se ocuparon de limpiar exhaustivamente el principal templo de la cristiandad, completamente vacío y clausurado desde principios de marzo para evitar aglomeraciones y contagios.
Son imágenes inéditas, la de operarios que limpiar con productos desinfectantes la basílica, rodeados de obras de arte como la Piedad de Miguel Ángel o ante el imponente baldaquino de Bernini.
El vicedirector de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, Andrea Arcangeli, explicó que el objetivo es "reducir cuantitativamente la carga bactérica y vírica en todas las superficies" para limitar la eventual presencia de coronavirus.
Pero reconoció que no se puede contar con la eliminación total de los virus, pues eso supondría una "esterilización", como ocurre por ejemplo en los quirófanos.
Para preparar las basílicas, el Vaticano optó por utilizar una solución con cloro diluido, una de las opciones recomendadas por las autoridades sanitarias mundiales.
Limpiar un templo como la basílica de San Pedro, decorado con valiosos y milenarios mármoles, supone un reto añadido: "Debemos usar las sustancias adecuadamente pues pueden dañar las superficies preciosas y las obras de arte", refiere Arcangeli.
La desinfección se centra especialmente en las zonas de mayor tránsito, como el propio pavimento, la sacristía, los altares y las escalinatas.
Un operario, por ejemplo, pulveriza desinfectante en la capilla donde reposa el papa y santo Juan Pablo II, en la nave derecha de la basílica, y donde el papa Francisco oficiará una misa el lunes para celebrar el centenario del nacimiento de Wojtyla.
Mientras, otros dos pasan el mismo producto sobre la escultura de bronce de la cátedra de San Pedro, pulverizándolo y limpiando su superficie con un paño.
Fuera del templo, otro grupo de operarios se dedicaron a poner en el suelo marcadores que indiquen a los fieles la distancia de seguridad a respetar.
El pasado 7 de mayo el Gobierno italiano y la Conferencia Episcopal Italiana firmaron un protocolo para permitir la reanudación de las misas con un protocolo de seguridad a partir del 18 de mayo, después de una serie de polémicas por su suspensión.
Para ello, en las celebraciones litúrgicas se prevé la separación entre fieles e incluso el uso de mascarilla y guantes para el cura en el momento de la comunión.
Ayer se reunieron los representantes de las basílicas papales para estudiar este nuevo escenario, que coincide con la fase de desescalada en Italia, un país en el que se han registrado 223,096 contagios y 31,368 muertos por coronavirus, sobre todo en el norte.
Durante el encuentro se coincidió en la "necesidad" de adoptar medidas idóneas para garantizar la seguridad de los fieles y se barajó la posibilidad de medir la temperatura a los fieles "al menos" en las misas de los días festivos, más concurridas.
En el pequeño Estado de la Ciudad del Vaticano se han registrado por el momento 12 infectados con coronavirus, e incluso el papa, que en estos meses ha dado misas casi en solitario y retransmitidas por internet, se sometió a la prueba y dio negativo.
Guardia Suiza pospone jura por COVID-19, pero renueva su lealtad al papa
El ejército del papa, la Guardia Suiza, pospuso su juramento a causa de la pandemia del coronavirus y se limitó a celebrar una misa en la Ciudad del Vaticano y a conmemorar a los soldados caídos en el Saqueo de Roma de 1527.
La ceremonia de juramento, que cada año tiene lugar el 6 de mayo, fue retrasada al próximo 4 de octubre a causa de la COVID-19.
En su lugar se celebró una misa, en la que se mantuvieron las distancias de seguridad para evitar contagios, y se depositó una corona de flores en la Plaza de los Protomártires del Vaticano en recuerdo de los 147 soldados caídos en el Saqueo de Roma.
En esa misma plaza, en el lateral izquierdo de la basílica de San Pedro, se entregaron condecoraciones a los pocos guardias presentes por su "largo y fiel" servicio a la Santa Sede.
Estos actos, presididos por el sustituto de la Secretaría de Estado, el monseñor venezolano Edgar Peña Parra, tuvieron lugar de forma reservada y reducida, en respeto a las normas de higiene y seguridad de la Ciudad del Vaticano.
Los nuevos guardias que debían jurar no estuvieron presentes, sino representados por algunos compañeros.
Tradicionalmente cada año, el patio de San Dámaso del Palacio Apostólico acoge las juras de los soldados del ejército más pequeño del mundo, que alzan tres dedos de la mano derecha como signo de la Trinidad, mientras con la izquierda toman la bandera del cuerpo.
La Guardia Suiza fue instituida en 1506 por el papa Julio II, quien negoció con los cantones helvéticos el envío de voluntarios para conformar una guardia personal y de su residencia en Roma, y desde entonces están al servicio de los pontífices de la historia.
El juramento tiene lugar cada 6 de mayo por ser el día en el que se conmemora el Saqueo de Roma, la irrupción en la ciudad de las tropas de Carlos I de España para aplacar la alianza entre el papa Clemente VII y su aliado, Francisco I de Francia.
Los soldados del emperador lograron atravesar los muros del Vaticano, pero la resistencia de la Guardia Suiza permitió la huida del pontífice al cercano Castillo Sant'Angelo.
El Saqueo de Roma es recordado como un evento trágico, pues, más allá de derrotar al papa, las tropas de españoles, alemanes e italianos, con los famosos mercenarios lansquenetes, destruyeron gran parte de la ciudad durante varios días.
La Guardia del papa está compuesta exclusivamente por hombres, que deben ser católicos y de nacionalidad suiza y, a su ingreso en el cuerpo, han de estar solteros, aunque se les permite casarse en Roma si tienen al menos 25 años.
El servicio mínimo en el Vaticano es de veintiséis meses y, entre otros requisitos, deben medir al menos 174 centímetros, superar pruebas físicas y psicológicas en Suiza y contar con una "reputación intachable" entre su comunidad.
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