Bios Incube, cenizas que dan vida
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Una urna incubadora inteligente, equipada con sensores y un sistema de irrigación integrado, permite utilizar las cenizas de una persona como nutriente para dar vida a un árbol, buscando así una especie de "reencarnación en la naturaleza".
¿Le gustaría convertirse en un árbol después de la vida o que un ser querido o una mascota sigan existiendo de esta forma?.
La respuesta dependeré de las creencias y sentimientos de cada persona, pero ya existe el medio tecnológico para hacer realidad esta última voluntad: un recipiente para incubar un árbol utilizando la tierra y las cenizas del fallecido como sustrato.
Este sistema se compone de un vasija de material biodegradable, dentro de la cual nace y crece un árbol en contacto con los restos incinerados y de una incubadora ‘inteligente’ equipada con sensores, irrigación automatizada y tecnología electrónica, que permite monitorear la urna para que la planta se desarrolle de forma óptima y controlada, según la empresa Bios Incube.
Este dispositivo se conecta mediante wifi a una aplicación para móvil o 'app' que enlaza todos los elementos, informa como va creciendo el árbol, ofrece consejos para mantenerlo y alerta de cualquier fenómeno meteorológico que haya que tener en cuenta.
Este sistema se llama en conjunto Bios Incube (https://urnabios.com) y lo han desarrollado en Barcelona, España, los hermanos Gerard y Roger Moliné, quienes aseguran que su objetivo “consiste en ofrecer una alternativa natural y sostenible para recordar a los seres queridos”.
UNA URNA DENTRO DE UNA INCUBADORA
Explican que primero la urna biodegradable se rellena con las cenizas del fallecido, sobre las cuales se coloca una capa de tierra preparada en la que se planta la semilla del árbol.
Esta vasija se introduce en la incubadora inteligente rellena también de tierra con fertilizantes y nutrientes, se coloca el sistema sensor en su parte superior y se sincroniza todo el sistema con la 'app', según los Moliné.
Los sensores, alojados en un soporte en forma de herradura, se colocan sobre la tierra de la urna y monitorizan su humedad, temperatura y conductividad eléctrica, así como la temperatura y humedad del aire y la exposición a la luz solar, una información que ayuda a que el árbol crezca en unas condiciones ambientales y con unos niveles de nutrientes y fertilizantes óptimos.
El sistema electrónico de esta empresa combina todos los datos recogidos por sus sensores y toma un papel activo en la irrigación y el mantenimiento del árbol y, cuando detecta una necesidad de hidratación, automáticamente pone en funcionamiento la bomba de agua y el aspersor para nutrir la semilla.
La incubadora de unos 76 centímetros (cm) de alto por 33 cm de diámetro, puede almacenar hasta 11 litros de agua, suficientes para alimentar una semilla o un árbol durante una media de 20 días. El sistema también comprueba que la calidad del agua sea la adecuada para que la semilla germine.
La ‘app’ mejora la experiencia del usuario mostrándole información en tiempo real y ofreciéndole consejos útiles.
Los hermanos Moliné sugieren plantar especies nativas de árboles para conseguir un desarrollo óptimo adecuado a las condiciones ambientales, y señalan que un pino tarda de 12 a 14 meses en crecer lo suficiente como para ser trasplantado a un bosque, pero que si su usuario lo desea, la urna puede alojar un árbol durante muchos años.
LA MUERTE COMO UNA TRANSFORMACIÓN
“La Bios Incube ha sido diseñada para aquellos que viven en ciudades y no tienen un fácil acceso a terrenos naturales, para la gente que busca alternativas a los cementerios y para aquellos que quieran estar conectados de un modo significativo con sus seres queridos fallecidos”, señalan sus diseñadores.
Los hermanos Moliné desarrollaron primero la urna, que permite la germinación de una semilla cuando se planta con las cenizas de la cremación y que se degrada después de estar un tiempo en contacto con el terreno donde ha sido plantada, permitiendo que el árbol prosiga su desarrollo natural en la tierra.
Ahora han presentado un soporte tecnológico para esa urna biodegradable, que facilita y monitoriza el crecimiento del árbol en sus primeras etapas, para poder trasplantarlo una vez que haya crecido sano y fuerte, a su lugar definitivo.
“La Urna Bios, fue creada para devolver el cuerpo a la tierra convirtiendo la muerte en una transformación y un retorno a la vida a través de la naturaleza, y la incubadora Bios Incube, permite realizar la plantación en un ambiente doméstico", explica a Efe, Roger Moliné.
"A través de estos elementos una persona puede dar continuidad a un proceso que, hasta hace poco, terminaba en un cementerio, y la muerte se convierte en una transformación y un retorno a la vida a través de la naturaleza", apunta.
"De algún modo se reintroduce al ser humano en el ciclo natural de la vida y se extiende este proceso permitiendo que la gente aprenda de uno de los momentos más importantes de la existencia, en vez de visitar un cementerio una vez al año", señala Moliné a Efe.
"Aunque siempre recomendamos utilizar especies nativas de la zona dónde se va a plantar la Urna Bios, se puede utilizar cualquier tipo de árbol, y algunas de las semillas más solicitadas son las de arce, pino, ginkgo y haya", remata Roger Moliné.
DESTACADOS:
-- El sistema se compone de una vasija biodegradable dentro de la cual nace y crece un árbol en contacto con los restos incinerados de una persona y de una incubadora ‘inteligente’ equipada con sensores, irrigación y tecnología electrónica, que monitoriza la urna, según los hermanos Gerard y Roger Moliné.
--"A través de estos elementos una persona puede dar continuidad a un proceso que hasta hace poco terminaba en un cementerio, y la muerte se convierte en una transformación y un retorno a la vida a través de la naturaleza", explica a Efe, Roger Moliné, cofundador de Urna Bios.
-- Los hermanos Moliné señalan que un pino tarda de 12 a 14 meses en crecer lo suficiente como para ser trasplantado desde la urna inteligente a un bosque, pero que la urna puede alojar un árbol durante años en un entorno doméstico.
Por Daniel Galilea/EFE-Reportajes