Comprensión de la migraña para afrontar su impacto laboral, social y familiar

Vida
/ 4 noviembre 2016

Hay personas que viven con miedo a padecer un ataque mientras realizan una actividad

La migraña es una enfermedad incapacitante, no sólo por la intensidad del dolor de cabeza, sino por todos los síntomas que la acompañan, como la fotofobia (cuando la luz produce molestia), la sonofobia o las náuseas.

Cualquier actividad hace que el dolor se incremente y meterse en la cama con la luz apagada parece ser la mejor opción durante una crisis; las más

incapacitantes suponen entre un 20% y un 30% de los episodios, según declara el doctor Jesús Porta-Etessam, jefe de la Sección de Neurología en el hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Además, hay personas que viven con miedo a padecer un ataque mientras realizan una actividad, especialmente cuando el dolor viene precedido de auras visuales, sensitivas o del lenguaje, y esto puede condicionar su vida social.

Un estudio titulado Chronic Migraine Epidemiology and Outcomes Study (CaMEO), realizado por Allergan, ha analizado los aspectos de la incapacidad que produce la migraña, que puede afectar al entorno laboral, social y familiar de quienes la padecen.

“En Irlanda y Estados Unidos este absentismo laboral sí está justificado”, precisa.

Ansiedad y depresión
Según este estudio, presentado en el 5º Congreso Europeo de Migraña en Glasgow, Escocia, las personas con migraña tienen más posibilidades de padecer dolor de cabeza incapacitante si experimentan también depresión y ansiedad.

De acuerdo con el doctor Porta-Etessam, la propia incapacidad que produce el dolor facilita la aparición de la depresión, pero también es probable que influyan aspectos genéticos o la alteración de los neurotransmisores, que se produce cuando se cronifica la migraña.

“Cuando un paciente mejora con un tratamiento preventivo y se le quita el dolor de cabeza, en muchas ocasiones la depresión también desaparece”, afirma.

Entorno familiar
Un cuestionario realizado a una muestra de 1.411 adolescentes y adultos jóvenes entre 13 y 21 años evalúa el impacto de la migraña episódica y crónica de los padres en las actividades sociales, académicas y familiares.

Entre otras cosas, los jóvenes echan en falta un mayor apoyo parental en las actividades del colegio, así como invitar a sus amigos a casa.

También se ha registrado un incremento de la probabilidad de que al cabo de 3 meses se registren dolores de cabeza en los hijos, quienes pueden sufrir, además, un aumento de los índices de ansiedad, de moderada a severa.

Para Porta-Etessam, “hay que hacer una campaña de concienciación de que la migraña, tanto la episódica como la crónica, se puede tratar, pero cada persona es distinta y necesita una medicación a medida”. 

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