Destacada deportista saltillense se aferra a entrenar campeones

Saltillo
/ 8 marzo 2017

Sus padres le inculcaron el deporte a ella y a sus hermanos, por lo que ha practicado desde el básquetbol hasta la gimnasia, y actualmente se entrega a su pasión de enseñar

Martha Rodríguez Leyva, entrenadora de gimnasia aeróbica y patines, tiene un vicio: los jóvenes que hacen deporte. Su legado, dice quien tiene 60 años, es su juventud.

Si hay algo que Martha no tolera, es ver a los jóvenes echados sin hacer nada. Esta mañana, por ejemplo, se topó con un chico en la calle:

—¿Te volaste las clases, verdad? 
—¿Cómo sabe, señora?
—Tu actitud 

Martha no recuerda una etapa en su vida en la que no practicara algún deporte. Dice que “cuando mira a un chaval sin hacer nada, siente que se le revuelve la barriga”.

Jugó básquetbol, voleibol, fue porrista, bastonera, estudió danza, participó en obras musicales y fue gimnasta. Como entrenadora, su vicio es la gimnasia aeróbica, pero también es presidenta de la Asociación de Patines del Estado.

Ha trabajado en clavados y en nado sincronizado; además, fue preparadora física del equipo de beisbol Los Sultanes de Monterrey, se especializa en la parte artística y la flexibilidad. 

NUNCA ESTÁ QUIETA
Recuerda que sus padres le inculcaron el deporte a ella y a sus siete hermanos. 

Cuando Martha habla de su familia lagrimea casi en automático. “Veo muchos jóvenes que no aman a sus padres, matrimonios disfuncionales que no procuran a los hijos”, dice.

Al gimnasio de la profesora llegan muchos jóvenes con carencias. “Aquí la mitad no paga nada”, asegura. “La otra mitad da 300 pesos al mes”. 

Para Martha un joven que hace deporte tiene otra actitud.

“¿Y mi beso?”. Como una madre, Martha llega al gimnasio y los más pequeños de los 45 estudiantes que tiene se le cuelgan como si fuera la abuela favorita. “Mi beso”, le pide a uno.

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“Mis atletas son mis atletas, no son mis amigos”, aclara, pero parece madre de todos. Su casa en Saltillo es refugio de sus deportistas y les tiene tanta confianza como a un hijo.

Cuando termina una clase les pide un beso de despedida. Sabe de ellos dentro y fuera. Se involucra. “Soy parte de su historia”, dice orgullosa.

Arriba Iván Veloz, un coahuilense menudito campeón del décimo Tercer Campeonato Mundial de Gimnasia Aeróbica, lo nunca antes logrado por un mexicano.

Iván recibió una invitación para participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016, como parte de una demostración de la gimnasia aeróbica.

Con Iván Veloz ha logrado formar una sólida dupla que los ha llevado a triunfar en Juegos Panamericanos y campeonatos del mundo en Portugal, Tokio, Bulgaria, Cancún.

De sus atletas, como Iván, se expresa con un orgullo que levanta chispas. “El deporte es formativo”, expresa. Y ella es una formadora nata.

DE TRIUNFO EN TRIUNFO
Martha ha cosechado medallas desde 1988: más de 40 medallas en Olimpiada Nacional y la Universidad, incluyendo 35 de oro. En Juegos Panamericanos ha logrado nueve medallas de oro desde 2009. 

Ha ganado dos veces el trofeo del torneo World Series en 2014 y 2015 a lado de Iván Veloz. También logró que fuera campeón del mundo en 2014 y tercer lugar en 2016. Fue entrenadora del año en Coahuila en 2008 y estuvo nominada al Premio Nacional del Deporte en 2014.

La entrenadora estudió ingeniería industrial en la Universidad de Nuevo León y después la Licenciatura en Deportes. Le gustan las ciencias exactas porque las considera maravillosas. Se dice cuadrada, pero como entrenadora le gusta innovar con sus atletas. 

Se queja de que en las escuelas únicamente “les avientan un balón”.

—¿Algún deporte que se haya quedado con las ganas de practicar? 
—Nunca me funcionaron los 100 metros, mis piernas eran demasiado grandes y demasiado cortas.

De chica le reclamaba a su mamá por sus piernas. Su madre le respondía: “Aprenda a usarlas”. Le hizo caso: es una salsera empedernida.

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Entra un joven a entregarle dinero para viajar a una competencia en Veracruz. “Que los deportistas pongan dinero no lo soporto. Muchos no van a competencias por dinero”, se queja cuando se retira el estudiante. 

Martha ha tenido que dar dinero de su bolsa por sus muchachos. “Mi esposo dice que le cuesta caro mi hobby”, menciona y ríe.

Alejandro, su esposo, es cubano, lanzador de martillo y entrenador de atletismo. Entrenó a Diego del Real, lanzador de martillo regio que arañó el podio en los pasados Olímpicos.

Tienen dos hijos, uno de ellos Erwin, seleccionado nacional de hockey y seguidor de los pasos de sus padres: busca especializarse en preparación física.

EL DESAFÍO COAHUILA
Martha nació en Monterrey, pero sus padres son laguneros. En 2000, el entonces gobernador Enrique Martínez y Martínez, convocó a Martha y a su esposo para trabajar en el Estado.

Martha se jacta de haber iniciado la gimnasia rítmica en Coahuila, el nado sincronizado, el waterpolo, los patines y el tiro deportivo.

Aceptó la invitación en Coahuila porque quería hacerlo crecer. “Y lo hemos hecho”, asegura. Su esposo regresó a Monterrey en 2003. Casi diario Martha viaja de Saltillo a Monterrey. Ella trabaja para la Universidad Autónoma de Coahuila y él para la Autónoma de Nuevo León.

Para Martha la batalla más difícil que ha enfrentado es estar lejos de su familia. “No puedo vivir sin ellos”.

Suma 17 años en el estado y dice que el ciclo Coahuila está por concluir.

—¿Qué falta?
—Ese joven, Mario (de 14 años); es espectacular.
—Pero después de Mario va a surgir otro y se va a querer quedar.
—Es el problema. Y ríe.

SUS LOGROS
Martha ha cosechado medallas desde 1988.
> 40 medallas en Olimpiada Nacional y la Universidad.
> 9 medallas de oro ha conseguido desde 2009 en Juegos Panamericanos.
> Ganó dos veces el trofeo del torneo World Series en 2014 y 2015 a lado de Iván Veloz.
> Fue entrenadora del año en Coahuila en 2008.
> Estuvo nominada al Premio Nacional del Deporte en 2014.

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