El día en que 'El Azul', líder del Cártel de Sinaloa, escapó frente al titular de la PGR... ¡y hasta lo saludó!
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Un anécdota que pinta de cuerpo entero a Juan José, ocurrió a principios de 1995 cuando 'El Azul' se encontró cara a cara con el recién designado titular de la PGR, Antonio Lozano Gracia
A Juan José Esparragoza dicen que se le conoce como ‘el Azul’ por el intenso tono de su piel morena. Se presume que nació el 3 de febrero de 1949 en Huixiopa, una comunidad con menos de 500 habitantes que pertenece al municipio de Badiraguato, Sinaloa, la cuna del ‘Chapo’ Guzmán.
Como ‘el Mayo’, la carrera criminal del ‘Azul’ inició de mano de Amado Carrillo Fuentes, de quien fue compadre.
Los datos sobre Esparragoza en la Librería del Congreso de Estados Unidos lo muestran como el “consejero jurídico” de Carrillo Fuentes; a través de quien conoció a Miguel Ángel Félix Gallardo y a Rafael Caro Quintero, para trabajar con el Cártel de Guadalajara.
Se presume que con la división del Cártel de Guadalajara en 1989, Juan José Esparragoza —aún estando en prisión— quedó como segundo al mando en el Cártel de Juárez, sólo detrás de Amado Carrillo Fuentes, ‘el Señor de los Cielos’.
‘El Azul’ estuvo preso de 1986 a 1993, pero una vez que abandonó la cárcel tuvo un papel prioritario para la formación de La Federación —una alianza entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez— con Carillo Fuentes al mando.
La muerte del ‘Señor de los Cielos’ en 1997 terminó con esa alianza, pero los lazos de amistad entre el Cártel de Juárez y el Cártel de Sinaloa continuaron gracias al compadrazgo entre ‘el Azul’ y ‘el Mayo’ Zambada.
En 2001, tras la primer fuga de prisión de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán se inició la segunda etapa de La Federación. La ruptura definitiva entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez ocurrió tres años después, pero para entonces, la alianza de Juan José Esparragoza con el ‘Chapo’ y el ‘Mayo’ era más profunda y permaneció como líder del Cártel de Sinaloa.
A la fecha, se identifica a esa organización criminal como la más importante del país y la de mayor alcance en el tráfico de drogas del mundo con ‘el Azul’, ‘el Mayo’ y el recién juzgado ‘Chapo’ al mando.
El capo más discreto La explicación de que Esparragoza Moreno hubiera permanecido más de cinco lustros como uno de los más importantes barones de la droga y desplegado una actividad de 42 años en el mundo del narcotráfico, según expertos, fue por su bajo perfil.
A diferencia del clásico capo, fue discreto, amable, nada ostentoso, culto y excelente conversador, vestía bien y con buen gusto, no al estilo del narco de antaño, con botas, chalecos de pieles exóticas cinturones piteados, joyas y relojes ostentosos, el arma al cinto y viviendo en palacetes.
La primera exigencia a sus hombres era no llamar la atención, por ningún motivo, tanto él como el personal a su servicio tenían que pasar desapercibidos y quien no respetara esas reglas pagaba las consecuencias a veces hasta con su vida.
Un anécdota que pinta de cuerpo entero a Juan José, ocurrió a principios de 1995 cuando se encontraba en uno de los reservados de exclusivo restaurante en la zona de Polanco, en la Ciudad de México.
Se disponía a comer. Sus escoltas se hallaban distribuidos estratégicamente en mesas en derredor de su jefe y otros de sus hombres en diferentes puntos del establecimiento, incluso en el exterior para cubrir cualquier eventualidad.
De pronto, uno de ellos corrió a avisar a su jefe que estaba por llegar gente de la Procuraduría General de la República, por lo que “El Azul” se levantó y salió apresuradamente. En su precipitada carrera no se fijó en un hombre que esperaba le asignaran una mesa y trompicó con él de manera accidental.
Detuvo su marcha y se excusó: “Por favor, discúlpeme”, le dijo a aquel comensal, elegantemente vestido, que esperaba de pie en el vestíbulo.
—No se preocupe, no hay cuidado, respondió el recién llegado, a lo que Juan José le dijo “buen provecho” y continuó su carrera.
El personaje que esperaba su turno, era nada más ni nada menos que Antonio Lozano Gracia, recién designado titular de la PGR, pero ninguno de los dos se conocía, así que cada quien siguió por su camino
Cuando estaba por iniciar el operativo, uno de los guardaespaldas del procurador Lozano le informó que se disponían a capturar a Esparragoza Moreno, que comía en el lugar.
-¿Cómo es? preguntó el procurador.
Al describirle a un hombre alto, fuerte, moreno, de tez casi cobriza y pelo quebrado, entrecano, supo que se había topado de frente con el escurridizo capo que todavía tuvo tiempo de ofrecerle disculpas y desearle bon appetit.
A “Don Juan”, como le llamaban sus colaboradores, no le gustaba la fama e incluso no permitió que le hicieran corridos, a diferencia de la mayoría de capos que hasta pagan para que se los escriban.
La orden de pasar desapercibidos era tajante. Su lema favorito era: “No hay que dejarse ver, sino hacerse sentir”.
El mejor negociador de los cárteles Los mismos capos, consideraban a Esparragoza Moreno como el mejor negociador entre cárteles, de tal suerte que era llamado el “Consiglieri de los consiglieri”.
En muchas ocasiones burló la acción de la justicia y escapó lo mismo de manos de militares, marinos, federales, estatales que de municipales, gracias a su equipo de seguridad que se anticipaba a los operativos implementados en su contra.
El último y fallido operativo se realizó en las inmediaciones de Plaza Antares, entre avenida Acueducto y Patria, en pleno centro de la Perla Tapatía, pero al frustrarse dio pie a que corrieran diferentes versiones, entre ellas la de que ambos narcotraficantes, “El Azul” y Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho” habrían muerto; lo cierto es que ninguno resultó afectado ya que fueron alertados a tiempo y a la hora de la balacera ya no estaban en el lugar.