El "Pequeño Libro Rojo", la Biblia de Mao Tse-tung, cumple 50 años
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El libro, de 370 páginas, comienza con la frase: "La fuerza que conforma el núcleo, que dirige nuestra causa, es el Partido Comunista Chino".
"Ocurrió en la década de los 60", recuerda Zhang Lifan. "Por primera vez vi a mis compañeros de clase, que eran hijos e hijas de funcionarios, leyendo las 'palabras del presidente Mao Tse-tung".
Ya antes de la Revolución Cultural (1966-76), la colección de citas de Mao se difundía y se estudiaba en el seno del Partido Comunista. El 16 de diciembre de 1966, hace exactamente 50 años, se publicó lo que hoy se conoce como el "Pequeño Libro Rojo". Desde entonces se han editado más de 1,000 milllones de ejemplares. Solo la Biblia alcanzó una tirada más grande.
En el mundo occidental, el Libro Rojo también es conocido como la "Biblia de Mao", un término bastante apropiado para referirse a la dimensión religiosa que en China alcanzó la difusión de las sabidurías del líder comunista.
"Las palabras de Mao rápidamente comenzaron a usarse para todas las ocasiones", dice Zhang Lifan, de 66 años, conocido hoy como un escritor e historiador crítico. El librito de Mao "se utilizaba de forma obsesiva, algo que yo rechazaba. La gente lo usaba para protegerse de cualquier cosa, lo utilizaba para atacar a otras personas con las que no estaban de acuerdo", rememora Zhang, ex miembro de la Academia de Ciencias Sociales de China. "Fue una suerte de lavado de cerebro".
A Zhang Lifan, cuyo padre, Zhang Naiqi, fue un político de alto rango y ministro en los primeros años de la República Popular, a principios de la década de los 50, el librito le resultaba tenebroso. "Fue tremendo ver cómo la gente seguía las citas como si fueran palabras sagradas y organizaba su vida en función de ellas".
El libro, de 370 páginas, comienza con la frase: "La fuerza que conforma el núcleo, que dirige nuestra causa, es el Partido Comunista Chino". Cada chino tenía un ejemplar del manual con su tapa roja de plástico y podía citar sus frases, muchos incluso indicando el número de página. En los autobuses se registraba a los estudiantes para comprobar si efectivamente llevan consigo el "Pequeño Libro Rojo".
"La revolución no es un banquete" es uno de los dichos mundialmente más conocidos. También esta sabiduría ha sobrevivido al paso de los tiempos: "El poder político nace de los cañones de los fusiles". Algunos refranes tienen validez universal o suenan francamente banales: "Toda conclusión se saca después de haber investigado, no antes".
El "Pequeño Libro Rojo" era una panacea, capaz de resolver cualquier problema, tal como pregonaba el aparato de propaganda: fomentaba la producción agrícola, detenía la desertificación e incluso habría protegido de la radiación a soldados durante pruebas nucleares. Y también podía salvar vidas humanas cuando la Guardia Roja perseguía a los contrarrevolucionarios: quien llevara consigo la Biblia de Mao o era capaz de declamar citas podía demostrar su condición de "revolucionario" y generalmente salvaba el pellejo.
Mao acertaba un 70 por ciento y erraba un 30 por ciento, juzgó el partido después del caos de la Revolución Cultural, cuando el arquitecto de las reformas económicas, Deng Xiaoping, asumió las riendas del poder. Sin embargo, hasta hoy sigue siendo un tabú en China hablar de las campañas de persecución y los crímenes de la era de Mao, que causaron millones de víctimas en la población.
Hoy, la Biblia de Mao, traducida a múltiples idiomas, es un popular recuerdo en las tiendas de souvenirs para turistas extranjeros. Para los chinos mayores es una fuente de nostalgia que les recuerda su juventud. Los jóvenes de hoy solo muestran cierta curiosidad. Lo que no ha cambiado es el hecho de que "China es aún hoy un país que sigue las palabras de sus dirigentes", señala Zhang Lifan.
El libro "Gobernar China", del actual presidente y líder del Partido Comunista, Xi Jinping, continúa esta tradición. "Las ideas son parecidas porque Xi Jinping se crió en medio de la Revolución Cultural", afirma el escritor e historiador. A Xi "le parece bien recurrir a las citas de un sabio para defender su gestión al frente del Gobierno".
Aunque China abraza actualmente el capitalismo, el "principito", Xi Jinping, hijo del veterano dirigente comunista Xi Zhongxun, rescata valores "rojos" y la vieja historia revolucionaria. Mientras que ex líderes como Deng Xiaoping o Jiang Zemin estudiaron en Francia o la Unión Soviética, el actual presidente, de 63 años, no ha visto mucho mundo. "Sabemos que la juventud puede ser muy importante para la formación de valores", dice Zhang Lifan. "En comparación con sus antecesores, las experiencias de Xi han sido relativamente limitadas”.