El PRD entre la agonía y la extinción
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De los tres partidos mayoritarios que en menos de una semana se convertirán en minoritarios, sin duda el PRD es la organización política que mayores complicaciones habrá de enfrentar hacia el futuro, por decir lo menos. Tal vez en la próxima elección intermedia de 2021 pasarán de la agonía en la que quedaron después del reciente proceso electoral, a la extinción total, en donde no les den los votos para mantener el registro como partido nacional. Por la tendencia registrada en los últimos procesos federales, pero sobre todo por sus problemas internos, ese parece que será su destino final.
Me pregunto qué es lo que pasó con un partido que estaba llamado a ser una opción competitiva de gobierno desde la izquierda, cuando la mayoría de sus fundadores, ex presidentes de partido, ex candidatos a la Presidencia y cuadros altamente representativos, deciden renunciar a su militancia. Un partido que promueve o acepta coaliciones electorales heterogéneas con su contraparte histórica, con la que no comparte nada, salvo la búsqueda del poder, que igual propone como coordinador parlamentario a un personaje con severos cuestionamientos de índole penal, o bien, a otro más, para que coordine a sus senadores, sin que sea militante del partido, lo cual quiere decir que no necesariamente apoya su ideario y plataforma política. Un partido que postula bajo sus siglas a un candidato, que a la hora de iniciar la nueva legislatura, decide declarase independiente, para no formar parte de su grupo parlamentario.
Hay muchos otros ejemplos que ilustran la inconsistencia y anarquía de un partido que se ha desdibujado como referencia de propuestas progresistas. En los recuentos históricos, se le recordará por su colaboración con un sistema al que ofrecía combatir, pero del que en los hechos, fue aliado incondicional. En especial creo que esto le afecto mucho en su credibilidad y legitimidad como alternativa de izquierda, al formar parte del Pacto por México, que incluyó reformas constitucionales que se consideraban intocables para su ideario político, pero no para sus dirigentes.
Con independencia de las limitaciones económicas que tendrán en los próximos años, el problema principal del PRD, ha sido, es y seguirá siendo la ingobernabilidad interna que tienen para tomar decisiones, sea por la indisciplina de sus cuadros o la multiplicidad de grupos con la que forman sus órganos colegiados. Estas calamidades internas nunca les permitieron definir su ideología de izquierda. Entiendo que para algunos debía de ser de corte marxista y para algunos otros, social-demócrata. No fueron ni lo uno ni lo otro y menos cuando apoyaron a un candidato panista con una plataforma conservadora.
Ante su falta de identidad, su fragmentación en múltiples tribus, su falta de liderazgo para abanderar causas naturales a su ideología, inconsistencia entre lo que ofrecen y hacen, es probable que antes del próximo proceso electoral, empiece un éxodo hacia otra fuerza política en donde les ofrezcan lo que no les dieron en casa. ¿A dónde irán? Ya sabemos a dónde.
P.s. En los últimos tres artículos, he escrito sobre los desafíos y debilidades que tienen en el futuro los partidos que dejarán de ser mayoritarios.
Con pesimismo observo un futuro oscuro para el sistema de partidos, por las obvias consecuencias en la limitación de nuestra pluralidad, y también porque se debilita el Congreso con partidos de oposición casi inexistentes, indispensables para crear los contrapesos necesarios que demanda una democracia que limita cualquier exceso, incluido el de una posible predominancia partidaria.
Con visión de Estado, tal vez se presenta la oportunidad de impulsar un nuevo sistema de partidos que asegure para todos competitividad, pluralidad, representatividad y funcionalidad institucional a la hora de gobernar.
México necesita partidos de oposición fuertes y competitivos, porque sin partidos no hay democracia, y sin democracia no hay libertad.