“Energía para el futuro”, inicia la Expo verde de Astaná

Internacional
/ 9 junio 2017

El presidente kazajo Nursultan Nazarbayev inauguró Astaná 2017 con la presencia de entre otros, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el jefe de Estado chino, Xi Jinping, el rey de España, Felipe VI y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Astaná, la moderna capital de Kazajstán, se viste de verde para acoger a partir de mañana la Exposición Mundial 2017, que en esta edición se centra en uno de los grandes retos de nuestro siglo: la producción y el uso sostenible de la energía.

Si en 2015 la Expo de Milán se preguntaba por el futuro de la alimentación ante el crecimiento poblacional, la primera ex república soviética que acoge este macroevento se ha planteado otra cuestión esencial: ¿cómo suministrar energía a los 10,000 millones de personas que según Naciones Unidas poblarán el mundo en 2050 sin sobrecargar la Tierra?

La clave de la "Energía para el futuro", según reza el lema de Astaná 2017, está en el mix energético: el porcentaje de energías renovables crecerá, pero en los próximos 50 a 100 años seguiremos necesitando fuentes como el petróleo, el gas o la energía nuclear. Según el esquema de los organizadores, la transición será "un proceso lento".

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El presidente kazajo Nursultan Nazarbayev inauguró la cita con la presencia de entre otros, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el jefe de Estado chino, Xi Jinping, el rey de España, Felipe VI y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Situada en la estepa del norte de Kazajstán, la capital ha sumado un nuevo atractivo puntual para la Expo: el rascacielos futurista conocido como la "Esfera", una bola de cristal a cuyo alrededor se sitúan los pabellones de la feria.

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Astaná se hizo con el proyecto de albergar la Expo en 2012, dejando con las ganas a la belga Lieja. Según los habitantes de la capital, se ha invertido mucho, y en los medios circulan cifras de más de 3,000 millones de euros. Queda por ver si la organización conseguirá hacer realidad la anhelada cifra de cinco millones de visitantes hata el 10 de septiembre. Y es que frente a Milán, Astaná no destaca como polo turístico.

No obstante, en esta edición de la Expo participan unos 100 países, tanto si realmente apuestan por las energías limpias como si sólo lo hacen por el escaparate que supone. Entre ellos figuran los Estados Unidos de Donald Trump, que acaba de anunciar su abandono al Acuerdo climático de París o países exportadores de petróleo y gas como los Estados del Golfo, Rusia o el propio Kazajstán, que busca un futuro más allá de los combustibles fósiles.

Y es que no todos los países entienden igual el concepto de "energías limpias". Así, Rusia dedica su pabellón no sólo a los recursos árticos, sino también a las centrales nucleares de consorcio estatal Rosatom. "57 reactores nucleares de agua presurizada protegen la Tierra de las emisiones de dióxido de carbono", reza su presentación. Este tipo de reactores también se utiliza en Ucrania, la República Checa, India e Irán.

Tampoco los Emiratos Árabes Unidos podrían hacer frente a sus necesidades energéticas si no fuera por las centrales nucleares. "Forma parte de nuestra diversificación", explica Anca Westley, directora de marketing del programa de Abu Dhabi. No obstante, hace hincapié en que los Emiratos, con toda su riqueza petrolera, son desde hace años uno de los grandes inversores en energía solar y eólica.

España, pese a las polémicas medidas del Gobierno de Mariano Rajoy como el "impuesto al Sol", se presenta como un país puntero en la materia y busca compartir y divulgar sus experiencias, lo mismo que otros países como Chile, que mostrará su potencial energético renovable en un pabellón con diferentes países de América Latina. Por su parte, Cuba espera promover alianzas con empresas extranjeras para desarrollar proyectos renovables.

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