Enfermedad terminal en el arbitraje mexicano
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Frustrante que pasan las jornadas del futbol mexicano y no hay una solución ante el pésimo trabajo arbitral. Solamente en el fin de semana tres errores garrafales: Ríos Jácome en el partido Chivas vs. Puebla; Macías Romo en el Cruz Azul vs. Atlas y García Orozco junto a su fiel escudero Camargo Callado en el Lobos BUAP vs. América. En todos los casos, la misma torpeza, expulsar a un jugador injustamente, ya que ni Jair Pereira, ni Jaine Barreiro, ni Edson Álvarez cometieron infracción para ser sancionados con tarjeta roja.
Lo que descomponen los árbitros lo compone la Comisión Disciplinaria. A los tres se les habilita para jugar la jornada 6, la que inició ayer.
Personajes van y vienen en la Comisión de Arbitraje y no pasa nada, siguen siendo las mismas carencias de nivel, criterios dispares y pésima interpretación de las reglas de juego. No se puede documentar consignas contra determinados equipos, pero sí de la cantidad de errores de mismos personajes de manera continua.
Arturo Brizio tomó una bomba de tiempo y ya explotó. Hombre intachable, de valores y escrúpulos que al llegar a la Comisión de Arbitraje seguramente quiso darles una oportunidad más a las consideradas “vacas sagradas”.
No, ya no es momento de consentir a árbitros que no muestran el nivel, que las quejas de los jugadores y entrenadores, vaya hasta de directivos, son justificadas. Hoy el arbitraje mexicano no es ni el mejor de la CONCACAF. De los elegidos para ir a Rusia por parte del futbol mexicano (García Orozco y Ramos Palazuelos) están por debajo de las calificaciones de silbantes del área como el salvadoreño Joel Aguilar Chicas o el panameño John Pitti, es decir, ya ni en el área son dominantes.
Limpiar el arbitraje, no más llamados a los populares que tengan bajo nivel, porque así como se quejan de los jugadores no nacidos en México tapan lugares en los equipos para los jóvenes mexicanos, es lo mismo en el arbitraje. Mejor jóvenes que se desarrollen, que silbantes intransigentes que según ellos siempre tienen la razón, aunque al día siguiente la Disciplinaria diga lo contrario.
Para que Brizio pueda trabajar con tranquilidad, pero sobre todo con futuro promisorio, tiene que haber limpieza. No hay de otra. Poner el VAR tiene un costo de más o menos de 350 a 400 mil pesos por partido, dinero que sería mejor invertirlo en recurso humano, no tecnológico, por lo menos en esta etapa donde es urgente renovar la baraja arbitral.
Es un tema profundo, la presión les llega al cuello a los árbitros en cada partido porque simplemente no están preparados. Hoy, el arbitraje mexicano está sumergido en una severa crisis. Solo los dueños de los equipos tienen en sus manos la solución.
@gvlo2008