Exhiben impunidad en asesinato de Ana Karen en Torreón: Su novio acabó con ella y abusó de su hija hace dos años

Torreón
/ 7 julio 2018

Ana Karen fue violada y asesinada en Torreón, Coahuila, en 2016. Su madre, Diana Elisa, relata que el hombre también agredió sexualmente a su nieta y el cadáver de su hija

Ciudad de México.- Ana Karen Félix Ortiz fue violada y asesinada presuntamente por su novio Jorge “N”, quien también atacó sexualmente a la hija de la joven víctima. El crimen ocurrió el 3 de noviembre de 2016 en Torreón, Coahuila, y hoy sigue impune.

Ana Karen tenía 27 años, era cosmetóloga y trabajaba en una estética. Su sueño era poner su propia estética, narra Diana Elisa Félix Ortiz, madre de la víctima, en entrevista con SinEmbargo.

“Ella era muy alegre. Le gustaba maquillar a toda la gente. Siempre andaba muy bonita, se peinaba muy bonito. Era una persona demasiado alegre, tenía una risa que te contagiaba”, recuerda la señora Félix Ortiz.

 

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Ana Karen vivía con su hija y su pareja, Jorge Bonifacio “N”, en una casa de dos pisos en la colonia Residencial del Norte en Torreón. Llevaban al menos dos años de relación. Al novio lo conoció en 2014 en Texquelucan, Puebla.

“Cuando mi hija se casó con el papá de mi nieta, esa persona se la llevó a vivir a Ciudad de México y de ahí se fueron a Texmelucan. Después, ellos tuvieron problemas y yo me traje a mi nieta a Torreón. Y luego de que se separaron, su ex esposo se mudó a México y ella se quedó en Texmelucan, ahí conoció a ese sujeto [Jorge “N”]”, rememora la madre.

Diana Elisa recuerda que por aquella época “me comentaron que [Diana] ella andaba con un sujeto muy malo, muy feo. Entonces yo fui por mi hija y me la traje a Torreón”. Pero Jorge se mudó también, “este fulano vino siguiéndola hasta Torreón, pues a ella se le hizo bonito y empezó la relación con él”.

A Diana no le daba buena impresión su entonces yerno y desaprobó la relación. Ese desacuerdo provocó una ruptura con su hija en junio de 2016: dejaron de dirigirse la palabra por casi tres meses.

 

“Traté de quitárselo por segunda vez, ya no pude. Discutimos ella y yo por el fulano. Ya no pude quitárselo. Me dijo: ‘es mi vida y yo voy a estar con él’. Ella era una persona adulta, de 27 años, y yo le dije: ‘es tu vida’. Nos peleamos y nos dejamos de hablar por él”, lamenta.

La tía de Ana Karen vivía a una cuadra de la joven. La familiar organizó una reunión el 31 de octubre de 2016, en donde madre e hija arreglaron sus diferencias, pero la reconciliación le duró poco a Diana.

La última vez vio a su hija fue el 2 de noviembre. Acudió a visitar la tumba de su madre y ahí se encontró con Ana Karen, quien le pidió asilo para ese fin de semana.

“Ese día me dijo  que teníamos muchas cosas que platicar me dijo: ‘no sabes cuanta falta me has hecho’, y yo le dije que la esperaba el fin de semana. Era jueves. Ese día yo vi a ese fulano con un camisa tan bonita que dentro de mi dije: ‘que guapo se ve ese maldito’. Y ese mismo día, en la noche, mató a mi hija”, relata.

 

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El TRÁGICO DÍA

La mañana del viernes 3 de noviembre, Diana conducía su vehículo en dirección a su  empleo cuando recibió una llamada alrededor de las 7:45 de la la mañana. Era su hermana Nora. La mujer recuerda bien esa conversación:

–Necesito que te vengas de inmediato a la casa, aquí tengo a tu nieta.

–¿Por qué?, ¿que pasó?– cuestionó Diana.

–Este maldito la violó.

–No es cierto…. estás jugando.

–Diana, necesito que te vengas pero, ¡ya! Urgente.

Diana se puso nerviosa, solicitó ayuda de una amiga para conducir y se dirigió de inmediato al inmueble. Ahí, en una de las habitaciones, halló a su nieta de 10 años “hecha bolita” sobre la cama y trató de tranquilizarla.

 

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La abuela cita el diálogo de nuevo:

–Aquí está ya tu abuela, tranquila. ¿Donde está tu mamá?– preguntó Diana.

–No sé, abuela, te lo juro que no sé.

Diana reconoce que en ese momento, por el coraje e impotencia que sentía al ver a su nieta atacada, pensó: “Chingue su madre, hasta donde tope esto: si mi hija es culpable, que pague”.

Los familiares llevaron a la Procuraduría General de Justicia de Coahuila (PGJ) para interponer la denuncia. De ahí las enviaron al Centro de Justicia para La Mujer para que el médico legista examinara a la menor.

Al arribar a la dependencia estatal, le preguntaron por el paradero su hija Ana Karen. “No sé, le llamo a su celular y no contesta”, replicó Diana a la funcionaria que la atendió.

 

La madre recuerda que su nieta narró que su padrastro la amarró de manos y pies, y la amordazó en la parte alta de la casa; también detalla que ahí la tocó y puso su miembro en la boca a lo largo de la noche.

Agrega que la pequeña aseguró que por la mañana –entre las seis y seis y media horas–, el supuesto agresor salió de casa y que en ese momento se desató y  “abrió la puerta con una navajita, y corrió a casa de su tía”.

Diana sostiene que al escuchar el relato a su nieta dedujo que su hija también podría haber sido violentada, y que por esa razón no contestaba a sus llamadas.

–¿Y si mi hija está en el patio de la casa? A lo mejor está amarrada también y no puede hablar– refiera Diana que le comentó a la agente del Ministerio Público.

 

–¿Quiere que le mande gente a su casa?

–Sí, mande gente y si no abre no importa, yo autorizo que tumben la puerta. A lo mejor mi hija está tirada, a lo mejor está desmayada.

–Le voy a mandar gente (ministeriales). Usted se va a ir en una patrulla – le habría dicho la funcionaria.

Diana señala que iba en camino a casa de su hija, acompañada con dos agentes, cuando una sobrina le dio la trágica noticia. “Ese maldito me había matado a mi hija”.

La vivienda ya estaba acordonada cuando la mujer arribó.

La madre de Ana Karen detalla que su hija estaba atrás de un sillón de la sala sin vida, amordazada de pies y manos, y con una camisa adentro de su boca. Sus mejillas estaban rasgadas, tenía heridas de arma blanca en diferentes partes del cuerpo, así como huellas de violencia sexual.

 

“El médico legista nos dijo que ella, aún después de muerta, fue violada vaginalmente y analmente toda la noche”, abunda la madre.

LA IMPUNIDAD

La vivienda duró acordonada dos meses. Después de ese tiempo, Diana encontró el celular de su hija y el cuchillo con el que fue lesionada.

Diana reclama que llevó el arma ante las autoridades y que no le aceptaron: “Me dijeron que eso ya no era prueba, que ya habían recaudado todas las pruebas que habían estado en la casa”.

Sostiene que en el celular había fotografías en las que Ana Karen se mostraba golpeada, “ahí se ve ven los golpes, donde me la trataba mal. Yo no sé si me las iba a enseñar, o si se las enviaba a sus amigas”.

 

La orden de aprehensión contra Jorge Bonifacio “N” fue emitida hasta seis meses después de los hechos, tiempo el que, dice la madre, el hombre fue visto por la zona del crimen.

El asesinato y el ataque de la niña siguen impunes al día de hoy: Jorge “N” continúa prófugo.

Diana denuncia que hasta el momento no hay avances en la investigación y que cuando solicita informes, recibe un “no hay nada” como respuesta y que, al menos a ella, no le han notificado si ya se expidió una ficha de localización y de búsqueda del hombre a otros estados.

“Yo lo que quiero es que encuentren al asesino de mi hija, que pague por el asesinato de mi hija. Yo sé que eso no me la va a regresar jamás”:

Y comparte: “Desde que él mató a mi hija me mató a mi, mató mi vida, mató mis ilusiones , me mató en vida”.

–¡Cómo que no sabes!, ¡cómo que te dejó sola con ese maldito!

–No sé abuela, se me hace que se salió en la madrugada.

–¿A dónde se fue y porque te dejó sola con ese maldito?

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