Extraterrestres le robaron la memoria a doña Vicenta
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Hace algunos días me estaba yo acordando de una señora campesina que se llama Vicenta Sánchez Limón, una mujer cándida, sencilla, humilde y analfabeta.
La conocí hará cosa de cinco o seis años en el ejido Pilar de Richardson, cuando me enteré por su esposo Juan Reyna que a su mujer doña Vicenta le había dado el IEA un diploma de Secundaria con promedio de 9.1 sin ella saber leer ni escribir.
Cosa que ya a nadie extraña en este país de nunca jamás.
En esa ocasión entrevisté largo a la señora y publicamos el reportaje en Semanario.
Era de suponerse, aunque no siempre sucede así, que las autoridades tomaron cartas en al asunto y mandaron maestros para que le dieran clases particulares a doña Vicenta.
Nada.
Sino que el miércoles me encontré por los caminos de la vida a don Juan Reyna y le pregunté por su señora.
Que si ya sabía leer y escribir.
Me dijo que por más profesores que fueron al Pilar para tratar de alfabetizarla ninguno había podido.
“Yo creo que a ella le robaron la inteligencia los extraterrestres”, dijo Juan riendo.
Y me contó una historia que me dejó pasmado y que a su vez le contó a él doña Vicenta cierta noche que platicaban de espantos.
Sucedió que otra noche, cuando Vicenta era niña, a ella y a su abuela les dieron ganas de hacer chis y como en el rancho no había ni letrinas, pos agarraron monte.
Apenas se habían puesto en cuclillas para desaguar el cuerpo cuando un resplandor en el cielo las sorprendió y las sacó de su concentración.
Era, le dijo Vicenta a Juan, como un círculo luminoso con muchas lucecitas alrededor.
Luego aquel artefacto desapareció como había venido y Vicenta y su abuela se preguntaron si no había sido una bruja.
“Era un platillo volador”, le dijo Juan a Vicenta, mientras le narraba el suceso, pero ella no entendió.
“Una nave de esas que vienen de otros mundos”, le explicó Juan.
Pero la mujer seguía sin entender, que si había otros mundos le preguntó a Juan y él respondió que sí.
Al cabo de los días Juan sacó sus concusiones de por qué su esposa, a pesar de tantos maestros que le mandó el Gobierno para que la instruyesen, no aprendía a leer ni escribir ni hacer cuentas.
Esque ni siquiera las vocales había aprendido de memoria.
“A ti los extraterrestres te robaron la inteligencia”, le dijo Juan.
Usted qué cree.