Habla sacerdote en Saltillo de milagros que hace la fe
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A diario feligreses acuden ante la Virgen Morena a dar gracias por las bendiciones recibidas
Unos minutos antes de las 10:00 horas, Jericó Abramo Masso, el diputado federal del PRI y ex alcalde de Saltillo, abre una de las puertas de madera del Santuario de Guadalupe. Lo acompañan sus hijas y su esposa.
El priísta estuvo a las 09:00 en la primera de muchas peregrinaciones que se celebrarán durante el día; aunque, mientras ellos salen por un acceso lateral, los niños del colegio La Salle La Aurora entran enfilados a sentarse en las primeras bancas para alabar a la Virgen de Guadalupe.
Antes de iniciar la siguiente misa afuera de la sacristía una mujer de cabello largo y trenzado sostiene de la cintura a su hijo pequeño mientras un sacerdote se acerca para cortarle el cabello que tiene sujeto en una coleta. El niño no hace gestos, se queda quietecito mientras le cortan la trenza.
La mujer también se voltea para que hagan lo mismo con su cabellera; se la cortan tan pequeña que cuando le enseñan el largo de su cabello se sorprende.
—“Hace tres años que prometí dejarnos crecer el cabello si mi niño se salvaba. Y aquí está, sanito, yo vine a traerle a la Virgen el cabello de mijo y el mío”, —dice la mujer joven que evita dar su nombre.
Éste es uno de los miles de milagros que suceden todos los días, dice el padre Jesús Vega Sánchez, el sacerdote del Santuario de Guadalupe que llegó hace tres meses desde San Luis Potosí.
—”Hay gente que hace promesas mientras camina apoyada por muletas y cuando se alivia viene y se las entregan a la Virgen o al santo a quien se encomendaron; lo hacen por los favores o milagros recibidos.
El milagro de “Joselito”
Este sacerdote, que ha recorrido durante sus más de 50 años de servicio al sacerdocio, países como: Costa Rica, Estados Unidos, España, México, Alemania, Israel, Francia, Suiza, Roma, entre otros, recuerda la beatificación de José Luis Sánchez del Río, conocido en su natal Sahuayo, Michoacán, como “Joselito” o el “Niño Cristero”.
El adolescente fue torturado a los 14 años tras la persecución religiosa emprendida por el presidente Plutarco Elías Calles entre 1924 y 1928. En ese entonces, José Luis se había enlistado en las filas de los cristeros, pero fue capturado por el Ejército y encerrado en el templo del pueblo —convertido en cuartel— hasta que en febrero de 1928 le cortaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar hasta el panteón donde le exigían que se pronunciara a favor del supremo Gobierno.
Mientras estaba en el camino, el adolescente gritaba y rezaba: “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”, hasta que al llegar al panteón nuevamente le exigieron que gritara que estaba a favor del Gobierno, y al negarse le dieron un balazo en la cabeza.
“Cuando lo declararon beato sacaron los restos para llevarlos a la parroquia brotó un manantial de agua a donde la gente ha ido a beber de ese lugar. Dios ya ha hecho milagros por intercesión de Joselito, —y recuerda el milagro de la curación de Ximena Guadalupe Magallón Gálvez, una niña que al mes de nacida fue detectada con meningitis, convulsiones, infarto cerebral y tuberculosis que le ocasionaron un estado vegetativo.
“Aunque los doctores insistían en desconectar a la niña porque tenía el 90 por ciento de su cerebro con daños, la madre de Ximena se encomendó a Dios y a Joselito para que la sanara. Después de eso, la pequeña abrió los ojos y aquello fue calificado como un milagro ante la ciencia”, recuerda.
Y agrega: “Mi mamá era de la misma edad que el niño, ella vivía a tres casas de Joselito y jugaba con él. Cuando lo declararon beato llamaron a mi mamá para que diera su testimonio”, recuerda el sacerdote.
A mediados de octubre pasado a José Luis Sánchez del Río “El niño mártir” el p
Papa Francisco lo declaró santo en una ceremonia a la que asistieron cerca de 80 mil personas, y hasta ahora es considerado como el santo mexicano más joven.