Irlanda busca poner fin al estigma de hijos de sacerdotes
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La política, aprobada en mayo y hecha pública en los últimos días, afirma que el bienestar del niño es primordial.
Los obispos en Irlanda han creado pautas detalladas para abordar un tema que la Iglesia católica ha tratado de mantener en secreto durante siglos: la difícil situación de los niños nacidos de sacerdotes, así como las mujeres con quien los tienen.
La política, aprobada en mayo y hecha pública en los últimos días, afirma que el bienestar del niño es primordial. Dice que la madre debe ser respetada e involucrada en la toma de decisiones y que el sacerdote “debe asumir sus responsabilidades personales, legales, morales y financieras”.
Se cree que las directrices representan la primera política pública integral de una conferencia episcopal nacional sobre el tema, que durante mucho tiempo ha estado sumida en secreto. Antes de ordenarse, los sacerdotes católicos toman un voto de celibato.
La política es en gran parte fruto de la labor del psicoanalista irlandés, Vincent Doyle, quien cuando era ya adulto descubrió que era hijo de un cura.
Con el respaldo del arzobispo de Dublín, Doyle lanzó Coping International, un sistema de recursos vía internet para los hijos de sacerdotes y sus madres. El objetivo, dice, es eliminar el estigma que los acompaña y educar a ese grupo de la población sobre los problemas emocionales y psicológicos que con frecuencia acompañan el silencio sobre su situación.
Tales problemas, como la ansiedad, la depresión y otros padecimientos psicológicos, fueron explorados a fondo por un reportaje especial realizado la semana por el diario Boston Globe.
No hay cifras fidedignas sobre el número de hijos de sacerdotes católicos. Pero hay unos 450,000 sacerdotes católicos en el mundo y la Iglesia prohíbe tanto el aborto como todo tipo de método anticonceptivo.
Incluso sin publicidad alguna, el website de Coping International ha sido visto por 13,500 personas en 175 países desde que comenzó a funcionar en diciembre del 2014, dijo Doyle.
Doyle dice que la prioridad no es determinar exactamente cuántos hijos de curas existen en el mundo.
“La prioridad es la salud mental de los niños que están sufriendo tanto”, expresó en una entrevista telefónica esta semana.
"Aun si yo fuese sido el único, la Iglesia debió haber hecho algo al respecto. Obviamente no soy el único, ¿y qué ha hecho la Iglesia?”.
El papa Francisco mencionó el tema en su libro del 2010 "Sobre el cielo y la tierra”, escrito con un rabino judío amigo suyo, en que comentó que si uno de sus curas le dice que ha engendrado un hijo, le respondería que sus obligaciones hacia ese hijo superan su vocación de ser sacerdote.
"En consecuencia, debe dejar el ministerio y cuidar del hijo, aun si decide no casarse con la mujer", dijo el papa, que para entonces era el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio. "Porque el hijo merece tener una madre y un padre, físicamente con él”.
Más recientemente, en su documento sobre tradiciones familiares del 2016, “La alegría del amor”, Francisco determinó que los niños nunca deben ser castigados por los pecados de los adultos. Si bien no se refirió directamente a los hijos de curas, escribió: "Si un niño viene a este mundo en circunstancias indeseadas, los padres y otros miembros de la familia deben hacer todo lo posible por aceptar a ese hijo como un regalo de Dios, y deben asumir la responsabilidad de aceptarlo con ternura y afecto”.
El tema probablemente estará en la agenda de dos importantes eventos que se aproximan: El Encuentro Mundial de Familias, al que asistirá Francisco en Dublín en agosto del 2018, y la reunión de obispos en el Vaticano en octubre del año entrante sobre cómo guiar a los católicos jóvenes.
Además, el Vaticano debe reportarle a la Comisión de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños sobre qué medidas ha tomado para calcular cuántos hijos de sacerdotes hay en el mundo, y para asegurarse de que sus derechos sean respetados. En un reporte del 2014, la comisión pidió poner fin a la condición de confidencialidad que la Iglesia le impone a las madres a cambio de poder recibir asistencia financiera.