"Jesús", del chileno Guzzoni, estremece con una brutal realidad a San Sebastian

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/ 21 septiembre 2016

La película sigue a un joven "no particularmente marginal", explica Guzzoni, Jesús, que apenas mantiene relación con su padre, un hombre que pasa temporadas enteras lejos de él.

El cineasta chileno Fernando Guzzoni, que ya abofeteó al Zinemaldia en 2012 con "Carne de perro", regresa a San Sebastián, esta vez a la Sección Oficial, para competir con "Jesús", su interpretación sobre el caso real del asesinato de un adolescente por otros cuatro chicos tras una noche de fiesta.

"Este caso en el que me inspiro sucedió en Santiago de Chile, pero está sucediendo en EU, y en Europa también, hay incluso leyes sobre esto porque se sabe que es un flagelo que está presente ahí; hacer cine sobre esto -dice en una entrevista con Efe- me deja reflexionar y creo que también exortizarlo".

La película sigue a un joven "no particularmente marginal", explica Guzzoni, Jesús, que apenas mantiene relación con su padre, un hombre que pasa temporadas enteras lejos de él, y muestra su relación con sus amigos, otros jóvenes "milenials" chilenos, que pasan las horas haciendo coreografías de sus canciones favoritas.

La diversión corre, entre drogas y alcohol, hasta la pérdida total del control que acaba provocando la brutal muerte a golpes de un joven, una agresión que los asesinos graban en vídeo y pactan ocultar.

"El proyecto nació de la necesidad de establecer un relato arquetípico del padre y el hijo, que es como muy paradigmático; quería contar sobre gente que convive y tiene un vínculo sanguíneo pero que no necesariamente significa afecto", apunta el director.

Y mientras estaba en esto, supo de este caso real y se puso a investigar: "Descubrí que tanto los asesinos como la víctima tenían ausencia de la figura paterna y me pareció que había un cruce muy orgánico respecto a cómo se establece la figura patriarcal".

Los padres, sobre todo los nacidos en los años 50 y antes, considera Guzzoni, son "figuras un tanto fantasmagóricas, intermitentes, que están y no están; que dan la identidad y el apellido y luego desaparecen. Me gustó cruzar ambas cosas, pero de forma muy arbitraria y con mucho elemento de ficción".

Igual que la película que le dio a Guzzoni el premio Kutxa-Nuevos Realizadores, "Carne de perro", ésta "Jesús" es brutal en sus imágenes, pero aún más en su contenido; desgarradora realidad de la juventud de Chile que, como explica el director, no es muy diferente en muchas otras partes del mundo.

"Son niños nacidos en democracia con una influencia inmensa de elementos extranjeros, no sólo americanos, sino también orientales, con un hiperestímulo de todos los lugares que les hace que su lugar de pertenencia sea bastante extraña".

"Creo que son generaciones hiperconectadas donde hay una suerte de banalización de todo, la violencia se banalizó a través de la industria del entretenimiento e internet", opina, aunque de inmediato aclara que no quiere "satanizar" y que ve, no obstante, "cosas muy positivas".

Entre ellas, destaca la desinhibición sexual "en el sentido de que no existe un prejuicio respecto a la sexualidad, como sí lo había en las generaciones anteriores, incluida la mía, de querer definirse y de establecer etiquetas con la gente, si alguien es bisexual, u homosexual".

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"Se trata -afirma- de encuentros de cuerpos con otros cuerpos donde se accede al placer al deseo o al amor. Son mucho más desprejuiciados".

Añade otro factor que los define, y es que "nacieron en el momento de la crisis de la representatividad política y sienten una desidia, un nihilismo, una desideologización sin banderas ni motivos de lucha, no hay un tirano como Pinochet".

"Son víctimas de algo más invisible pero mucho más doloroso que tiene que ver con este sistema neoliberal en un país como Chile, con una aceleración capitalista muy profunda, donde el sistema excluye, donde no hay movilidad social", reflexiona.

Por eso, indica, "estos jóvenes, que no son particularmente marginales, padecen de hostilidad y de esta sensación de volverse "outsider" dentro de un sistema que ni los convoca, ni los incluye".

A pesar de ello, insiste en que la película no debe verse como un documento periodístico o histórico, "es una visión de la realidad, es mi propia mirada sobre el hecho".

Como cineasta, este joven de 33 años dice que sus películas son reflexiones de cosas que "le provocan, le molestan o le duelen" y que su cine, de momento, "hace eco" con la sociedad contemporánea en general.

Guzzoni ya proyecta otro trabajo -dice que le lleva no menos de tres años prepararlo-, esta vez en tono de comedia negra también inspirada en hechos reales, un drama muy naturalista, pero con toques de ficción, onírica. Pero también va a ser dura, advierte.

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