La candelilla ya no les da, migran familias de ejido
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han dejado el ejido Rincón de García en busca de una mejor vida
PARRAS, COAH.- En el ejido Rincón de García, municipio de San Pedro de las Colonias, no hay agua, a los productores les bajaron el precio de la cera de candelilla y las ayudas gubernamentales son infrecuentes.
Esos motivos orillaron a unas 18 familias que habitan en esta comunidad, anclada en el desierto profundo de Coahuila, a migrar a otras localidades lejos de su tierra para buscarse la vida.
Es el caso de María Magdalena Saucedo Hernández, su esposo Francisco Arturo Coronado Medrano y sus cuatro hijos, quienes desde hace dos meses se fueron a vivir a 180 kilómetros, en Parras de La Fuente, a una casa que un amigo les prestó.
Francisco consiguió un trabajo en una pequeña propiedad y de ello está viviendo la familia.
En el ejido Rincón de García no hay trabajo que no sea ir a la sierra a cortar candelilla, cocerla para sacar la cera que un intermediario compra y luego exporta a Estados Unidos.
Pero como las fronteras están cerradas por la pandemia, los intermediarios bajaron el precio del producto de 80 a 50 pesos, que no es suficiente para el sustento familiar.
UN TRABAJO DURO
Francisco tiene que pasar tres días en el monte cortando la planta de candelilla, luego con su vieja troca la junta y la arrima a la paila, recolecta palmas para atizar la lumbre y la quema.
“Se queda entre el monte, hace una carpita con una lona, mis hijos y yo vamos con él y le ayudamos poquito a cortar. Es un trabajo pesado.
“Y ahorita nos venimos por lo de la candelilla, de que se cotizaron los kilos. Ahorita sí nos la estamos viendo duras, nos compran a 50 pesos el kilo de cera y cada 15 días…”, dice María Magdalena.
Su marido produce 50 kilos de cera a la semana, pero el “coyote” sólo le está comprando 25 kilos cada 15 días, que a precio de 50 pesos hace un total de mil 250 pesos.
Sólo en la despensa mensual la familia gasta hasta tres mil pesos.
“No la estábamos haciendo, no es nada pal mandao, por eso nos venimos acá para Parras”, cuenta Magdalena.
A veces a las familias de Rincón de García el gobierno les manda una despensa básica cada dos meses, pero las dejan en el ejido Mala Noche, que está retirado y no hay gasolina ni dinero para traerlas. Y además, “esta despensa no dura ni los ocho días”, dice Magdalena.