‘La inmigración no es un derecho, es un privilegio’
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Durante la reunión entre Angel Merkel y el magnate éste aplaudió al Brexit y la canciller celebró el libre mercado
WASHINGTON.- En su primer encuentro, Donald Trump y Angela Merkel ensayaron en Washington algo parecido a la amistad. En un intento de elevar la temperatura de una relación mal avenida, evitaron la disputa comercial, no citaron a Vladimir Putin y buscaron las coincidencias. Pero Trump no pudo evitar ser él mismo. Y si la canciller alemana fue liberal y defendió la diversidad, el presidente de Estados Unidos ensalzó el proteccionismo y consideró “la inmigración un privilegio, no un derecho”. Dos aliados, pero opuestos.
Entre Trump y Merkel hubo durante mucho tiempo algo más que distancia. El presidente de Estados Unidos sueña con construir muros; la canciller alemana sufrió en carne propia la dictadura de uno. Desde esa lejanía, ambos líderes trataron de reconstruir una relación que atravesaba mínimos históricos.
Para ello, Merkel se preparó la cita concienzudamente y llegó dispuesta a ganarse al presidente de Estados Unidos mediante la persuasión. “Mejor hablar uno con otro, que uno de otro. Somos aliados desde hace muchos años, tenemos intereses compartidos y no podemos olvidar la ayuda que nos brindó Estados Unidos después de la guerra”, dijo la canciller.
Frente al proteccionismo feroz de Trump y sus aplausos al Brexit, la canciller celebró el libre mercado y una Europa fuerte. En este terreno, su juego fue doble. No sólo es la líder de una unión que desconfía del aislacionismo del republicano, sino que dirige un país con el mayor superávit comercial del planeta: 253 mil millones de euros el año pasado.
Son cifras que irritan profundamente al Presidente. EU tiene un déficit en su balanza de 470 mil millones. En su retórica proteccionista, la Casa Blanca ha llegado a acusar a Berlín de forzar un euro débil para multiplicar sus exportaciones y ha amenazado con levantar barreras fiscales a los productos alemanes. Merkel ha hecho ver que no lo consentirá y su Gobierno ha filtrado que está dispuesto a tomar represalias contra las empresas estadounidenses.
Trump, aunque intentó moderar su tono, no pudo dejar de quejarse, aunque sin citar a Alemania. El punto de mayor acuerdo fue la OTAN. Tras sus primeras invectivas contra la organización, Trump moderó el tono y transformó su ira en la exigencia de que, para 2024, los socios aumenten su esfuerzo en defensa al 2% del PIB. Una petición que Merkel se mostró dispuesta a aceptar y de la que ofreció como prueba el incremento del 8% este año en el presupuesto militar.
Tampoco hubo discrepancias sobre Ucrania, Afganistán o la lucha contra el terrorismo. En este clima ni siquiera se mencionó a Rusia y a su presidente, Vladímir Putin.