La ‘megadeuda’: imprescindible recordar
COMPARTIR
TEMAS
La asociación es automática: tan sólo aparecer en la conversación los nombres de Jorge Torres López, Javier Villarreal Hernández o Humberto Moreira, nuestras neuronas actúan y conectan los puntos necesarios para llevarnos a una expresión específica… la denominada “megadeuda”.
No son los único nombres asociados a dicho episodio –sin duda el más vulgar atraco del cual ha sido víctima la hacienda pública de Coahuila en las últimas décadas–, pero sí los más conspicuos.
Justamente por ello, cuando en la semana leímos sobre la derrota judicial sufrida por Jorge Torres en su intento por enfrentar en libertad el juicio de extradición al cual se encuentra sujeto, fue inevitable rememorar el episodio.
Y la remembranza también lleva a un punto específico de la historia: la inexplicable dicotomía entre lo ocurrido aquí en Coahuila –y en general en México– a partir del descubrimiento del escándalo y lo hecho allende nuestras fronteras, en Texas para ser precisos, por un pequeño grupo de investigadores comprometidos con el cumplimiento de su deber.
Acá, donde las huellas del crimen siguen frescas y es posible reconstruir minuciosamente la historia, averiguar sin margen de error la verdad histórica y armar un caso judicial para la historia, simplemente no ocurre nada.
Nadie ha sido capaz de encontrar una sola evidencia de desvíos en las cuentas gubernamentales; ningún agente de la ley ha encontrado indicios de enriquecimientos sólo explicables a partir de la rapiña del erario; a nadie le parece siquiera sospechosa la prosperidad padecida por algunos muy visibles protagonistas de esta historia.
Del otro lado de la frontera, sin mayores sofisticaciones ni aspavientos, los investigadores del Departamento de Justicia de Estados Unidos tan sólo se ajustaron a la fórmula clásica –follow the money–, ¡y vaya si dieron en el clavo!
Millones de dólares transferidos desde cuentas mexicanas a bancos estadounidenses. Millones de dólares cuyo origen no pudieron explicar los titulares de las cuentas cuando, en seguimiento de la fórmula, les hicieron una pregunta sencillita: “¿poder usted decir de dónde sacar tanta money?”.
Tos compulsiva, sudoración profusa, interjecciones ininteligibles, balbuceos e intentos fallidos de articular una respuesta coherente… todo en vano. Al final ocurrió lo inevitable: decretar la existencia de un ilícito ante la imposibilidad de mostrar las actividades legales realizadas para obtener el dinero acumulado en la seguridad de los bancos gringos.
Justo es decirlo: en su momento Jorge Torres intentó explicar el origen de su fortuna, aunque con muy mal tino. “Entre octubre de 2007 y abril de 2008, Torres López ofreció a los ejecutivos de JP Morgan Chase y de Inter National Bank diferentes explicaciones para el origen de sus recursos: que era uno de los dueños de Cemex Concretos, que eran ingresos que recibió de una firma de contaduría antes de su ingreso al servicio público en 1994 y que eran resultado de su trabajo como contador y administrador de empresas”, publicó VANGUARDIA en septiembre de 2013, a partir de datos conocidos del caso armado contra Torres.
Luego el exmandatario negaría la especie en un comunicado y realizaría una afirmación digna de ser enmarcada: “Reitero a la opinión pública que no he cometido delito alguno y que el origen de mi patrimonio y el de mi familia es lícito y producto de una vida de trabajo”.
Pese a la convicción con la cual inició su defensa, Torres López decidió no responder nunca a los requerimientos del juez e intentó eludir sus citaciones solicitando comparecer “por escrito”, debido a una falsa imposibilidad de trasladarse a territorio estadounidense.
A la postre sería declarado prófugo de la justicia y uno de los individuos más buscados por la DEA. Más de cinco años logró eludir la acción de la justicia… en México, claro, donde la mirada selectiva de nuestras autoridades jamás fue capaz de percatarse de su presencia.
Porque acá, lo sabemos todos, la Procuraduría General de Justicia del Estado en su momento, y ahora la Fiscalía General, jamás han encontrado motivo alguno para investigar nada. Y cuando, obligados por las circunstancias, han debido integrar un expediente para llevarlo ante un juez, el Poder Judicial lo aleja solícito de los ojos curiosos de los medios.
Con todo y el apoyo recibido, al final Torres López terminó en una celda y ahora lucha por no ser llevado a Estados Unidos para ser juzgado, como Javier Villarreal, por diversos delitos. Casi con toda seguridad perderá la batalla y en un futuro cercano lo veremos portar el uniforme de residente distinguido de una cárcel norteamericana.
ARISTAS
Recordar tercamente la historia es importante por múltiples razones. Una de ellas es la posibilidad –para algunos inminente– de ver sentado en el sillón correspondiente a la presidencia del Poder Judicial de Coahuila a uno de los más relevantes cómplices de este infausto episodio de nuestra historia reciente. Volveremos al tema.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx