La muerte de Frida Kahlo, el nacimiento de un icono pop
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La ‘Fridomanía' ha servido no solo para abrir espacios al arte mexicano y latinoamericano en otros circuitos, sino también para crear un mito a 63 años de su muerte
Hace una semana el Museo de Arte de Dallas, en Texas, quiso batir un récord muy especial. Se cumplía el 110 aniversario del nacimiento de la pintora mexicana, Frida Kahlo, y quisieron homenajearla invitando a todos los visitantes a que llegaran vestidos como ella solía hacer. Flores en la cabeza, falda larga, un rebozo (mantón) para cubrirse los hombros, joyería recargada y como no, una sola ceja. La convocatoria fue un éxito. Mujeres de todas las edades y orígenes caminaban por las salas del museo disfrazadas como Frida, el personaje, la celebridad, el icono pop que ha llegado a ser un fenómeno de masas reconocido en todos los rincones del mundo. No solo son unas flores, un huipil, el recuerdo de alguno de sus cuadros más famosos como La columna rota, Las dos Fridas, Unos cuantos piquetitos, Lo que el agua me dio o La venadita. La figura de Frida ha trascendido más allá de su propia existencia, convirtiéndose en la imagen de movimientos sociales como el feminismo, la lucha LGBT y de las personas con discapacidad.
A 63 años de su muerte la Fridomanía, el culto a todo lo que tiene que ver con Frida Kahlo, ha servido no solo para dar a conocer su obra en los museos de medio mundo y abrir espacios al arte mexicano y latinoamericano en otros circuitos, sino también para crear un mito que está a la altura de Picasso, Van Gogh, Dalí y Andy Warhol y al igual que pasa con todos los mitos la vida narrada, la leyenda del personaje, no se corresponde del todo con la realidad. Su existencia enigmática y rupturista, rodeada de dolor y sufrimiento -tanto físico como emocional- se mezcla con el recuerdo de aquellos que la conocieron como una mujer alegre, llena de vida, entregada a los placeres de lo cotidiano, que ha creado algunas de las frases más explotadas de la mercadotecnia actual: "Pies para qué los quiero, si tengo alas pá volar", "Árbol de la esperanza matente fuerte" o "Viva la vida", son algunos de las palabras más reproducidas de la artista. ¿Hasta dónde llega la Frida Kahlo real y hasta donde el mito, el hastag, la rock star?
Según Martha Zamora, autora de Frida el pincel de la angustia, una de las biografías más extensas que existen sobre la artista: "Los grandes museos no reciben a mitos, no reciben a leyendas, reciben a grandes artistas y los museos del mundo entero hacen cola por tener una exposición de Frida Kahlo", aunque reconoce que Frida dejó una huella estética. En primer lugar con la migración de los mexicanos a Estados Unidos que recuperaron la imagen de la pintora como icono de México en el extranjero y después con la reapropiación del personaje que hicieron los movimientos feministas también en Estados Unidos durante los años 60 y 70.
Como en el cuadro de Las dos Fridas, la mujer real y el personaje se dan la mano, hasta ser un reflejo la una de la otra. Sus corazones se encuentran conectados, miran de reojo, sentadas con un cielo amenazante detrás. Esta dualidad también está relacionada con la construcción de un personaje que desde muy temprana edad empezó a construir la pequeña Frida y que Martha Zamora refleja así: "Desde pequeña Frida va contruyendo una imagen a lo largo de toda su vida, era como una esponja (...) Era una mujer muy inclinada hacia la estética y muy consciente de su personalidad y de cómo quería que la vieras", explica Martha Zamora. "Parte es el mito y parte es la realidad, algo que es muy difícil para los investigadores que estudiamos su vida porque hay que separar lo que ella te dice, lo que ella cuenta y lo que es la realidad. La columna por ejemplo, nunca se le rompió, pese al cuadro de La columna rota. Ella padecía escoliosis", explica Zamora.
La cara de Frida ha sido estampada en una extensa variedad de productos: camisetas, muñecas, vasos tequileros, postales, libretas, bolsos, joyería, delantales... hay hasta una línea de cosméticos y un libro de recetas. La cara de la pintora más famosa, administrada por un fideicomiso que controla todos los productos de Frida se ha convertido en una de las marcas más redituables de esta nueva cultura que mueve millones de dólares al año.