La toma del Capitolio mostró que la victoria de la democracia liberal no es eterna
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La agresión a lo más significativo de la democracia liberal, nos evidenció, la fragilidad de la democracia representativa. Me recordó lo que se prometió al fin de la Guerra Fría, “el fin de las ideologías”. Pero el derrumbe de las Torres Gemelas y ahora, la toma del Capitolio en Estados Unidos, nos muestran en todo su esplendor los fundamentalismos. Por ello como dice Jorge Santayana, “hay que conocer la historia para no repetirla” y evitar así el eterno retorno del fanatismo.
Hoy más que nunca, en plena pandemia provocada por el coronavirus, hay que cuidarnos de los fanatismos tanto los religiosos, como los políticos y sociales. Hoy debemos reflexionar sobre los grandes acontecimientos, no sólo los que son consecuencia de la agresión que le hemos hecho a la naturaleza, sino también los sociales, los políticos y los intelectuales. Ello me remitió a un libro que leí hace tiempo: “Travesía Liberal” de Enrique Krauze. En ese texto, las entrevistas, las biografías y el análisis de la obra de figuras cardinales como Isaiah Berlin, Jorge Luis Borges, Leszek Kolakowski, Hugh Thomas, Paul Kennedy, John Elliott, nos conduce a la necesidad de un nuevo debate histórico y político que, partiendo de premisas plenamente democráticas, busque soluciones viables a los grandes problemas nacionales: inseguridad, desempleo, migración por motivos económicos y extrema desigualdad social. ¿Cómo resolver todo esto sin populismos y frente a la vertiginosa modernización tecnológica?
Los cambios que ahora estamos viviendo se aceleraron desde finales del siglo 19. El uso del teléfono, los primeros faroles de la luz eléctrica, el automóvil, fueron los primeros anuncios de los adelantos tecnológicos que hoy son algo común. Eso sin duda impactó la vida social y política. Hoy en pleno siglo 21 con la pandemia provocada por el coronavirus, apenas estamos siendo conscientes de los avances que se gestaron en apenas una centuria. El 1910, año de la Revolución Mexicana marcó un parteaguas en la vida nacional, y la rebelión del 68 imprimió otro gran cambio en la vida político-social del País. Ahora el 2020 dejará una profunda huella en la sociedad mexicana, porque el cambio tecnológico es una realidad obligada por el coronavirus, expresado en la hiperconectividad, que nos permiten las redes sociales.
Un conjunto de temas liberales son tratados en el libro de Krauze, “Travesía Liberal”. Hace una travesía que incluye personas, lugares, libros, problemas y trabazones de la historia mundial. Se organiza en cuatro tramos temáticos, compuestos de diversos capítulos. Cada capítulo, a su vez, se integran con dos unidades, una que sigue siempre una pauta, la conversación, y otra adopta diversas formas, ya sea el ensayo, el reportaje, el artículo o la reseña.
El primer tramo, “La historia no tiene libreto”, se inspira en la famosa frase de Aleksandr Herzen, el pensador ruso que mejor integró la noble tradición socialista con el temple liberal. El largo ensayo que escribió sobre los temas centrales de Isaiah Berlin: el papel del individuo en la historia, la tensión entre la libertad y el determinismo, no tiene desperdicio. O la entrevista en Oxford al filósofo Leszek Kolakowski, para entender la conexión de Marx con Lenin y la de Lenin con Stalin, y trazar el vínculo de la ideología con la acción revolucionaria.
El segundo tramo se titula “Orbe hispánico”. En él, trata sobre la obra de Octavio Paz, porque su vida es un puente entre nuestro mundo y el mundo. Reconoce que América Latina había conquistado la democracia, pero en la historia ninguna conquista es definitiva, hoy es imprescindible entender ese planteamiento.
El tercer tramo se titula “Odios teológicos”. La reaparición de esas pasiones era casi inimaginable en 1990, ya el siglo 20 parecía haberse liberado de los últimos vestigios del totalitarismo. Pero una región del mundo, Oriente Medio, parecía concentrar todos los fanatismos de la identidad, aunados a los más poderosos intereses políticos y económicos.
El cuarto tramo es “Destino imperial”, nos habla del ascenso y la caída del imperio estadounidense, de la exportación de la democracia, y nos deja un balance histórico de los Estados Unidos. Creo que en esta coyuntura de México y Estados Unidos, este es uno de los textos que debemos reflexionar sin fanatismos de por medio.