Historias de terror en Saltillo: 'Cadenas del más allá', el terrorífico relato de la antigua Biblioteca Municipal
Las viejas construcciones de Saltillo albergan diferentes historias y en algunas se pueden ver cosas poco usuales
Historias de muertos aparecidos perduran en las viejas calles y casas de la ciudad, quienes conviven con ellos comparten sus espeluznantes experiencias...
Para nadie es secreto que el edificio de la antes Biblioteca Municipal de la esquina de Aldama y Bravo, junto al museo Vito Alessio Robles, en Hidalgo, fueron en otro tiempo una cárcel, y también un seminario. En el Vito, un vigilante había prometido una buena historia de lo que ahí se aparece, pero al final dijo que no.
Pero uno de los albañiles que trabajó en la remodelación de la casa del patrimonio artístico de la UAdeC, junto al museo Casa Purcell, se atrevió a contarnos una experiencia cuando fue contratado, hace años, para hacer unas reparaciones en la Biblioteca Municipal.
"Ahí se oyen cosas bien feas", expresa, "déjeme le cuento lo que vi". Relata que había llegado temprano, todavía no salía el Sol, pero el vigilante le abrió. Se sentó junto a uno de los pilares a esperar a los otros albañiles. Entonces escuchó que arrastraban cadenas, pensó que era el vigilante y se levantó para ver si necesitaba ayuda, pero no vio a nadie. Sin embargo, las cadenas cada vez se escuchaban más cerca.
"Mire, era como si fueran caminando delante de mí, se oían fuerte, como que chicoteaban, ahí yo sí me cisqué, y que me doy la vuelta, mire, por Diosito santo que lo vi, era un hombre así de grande que corrió por el patio y se escondió en una columna. Sí me asusté y le grite al vigilante, pero nomás no venía y dije, no me estará vacilando", platica Julio, quien continúa narrando que en ese momento vio entrar al vigilante, que había salido un momento.
"Ahí anda alguien", le dijo Julio, y entre los dos se fueron a buscar, pero no encontraron a nadie. "Desde entonces no me meto solo a esa casa, ni lo mande Dios que se me vuelvan a aparecer".
Mientras platico con el albañil, se acerca uno de los policías municipales que dan vialidad por esa esquina, quien nos cuenta que en la noche en esos lugares se escuchan lamentos y cadenas, gente que grita, por eso en la noche casi no dan rondines solos, siempre andan acompañados, porque saben que por ahí asustan.
"Por diosito santo que lo vi, era un hombre así de grande que corrió por el patio y se escondió en una columna".