Lo que pasará si Trump pierde en las elecciones, pero no lo admite
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Estados Unidos puede enfrentar meses de incertidumbre para conocer a su próximo presidente, y a diferencia de lo que pasó en el año 2000, ni demócratas ni republicanos estarán dispuestos a ceder
La amenaza de tener un proceso electoral en Estados Unidos cuestionado se vuelve más alta conforme se acercan las semanas. El presidente Donald Trump, quien busca la reelección por el Partido Republicano, insite en que sus rivales planean amañar las elecciones.
Trump —que está por detrás de su rival demócrata, Joe Biden, en los sondeos nacionales y rezagado en varios estados clave— se mostró confiado el lunes, durante la apertura de la Convención Republicana, en lograr una victoria sorpresiva, como en 2016.
"Van a usar la COVID para robar la elección", afirmó. "La única forma en la que pueden privarnos de la victoria es mediante una elección amañada", afirmó ante los delegados del partido.
Los demócratas están impulsando las elecciones por correo, como una forma de prevenir más contagios de coronavirus en el país más afectado en el mundo por la enfermedad. Pero Trump insiste en que sus rivales usarán este método para arrebatarle la victoria.
"No va a ser la elección limpia que los Estados Unidos quieren mostrar al mundo, su american democracy, que estará mucho más aprueba que en las últimas elecciones" advierte el maestro de la Escuela de Gobierno de la Universidad Panamericana, Gildardo López en entrevista con Expansión.
En la historia reciente de Estados Unidos, solo unos comicios llegaron a resolverse hasta la Corte Suprema: la elección entre el demócrata Al Gore y el republicano George W. Bush, cuando una diferencia mínima en Florida le daba la victoria a Bush.
"Fue una elección cuestionadísima, pero ya en la Corte Suprema, tanto el candidato Gore como el partido demócrata prefieren perder la elección a socavar el sistema norteamericano", recordó el académico.
Sin embargo, hay un antecedente mucho más lejano que puede mostrar la incertidumbre en la que caería Estados Unidos en caso de que Trump no reconozca un resultado adverso.
"Quizás porque muchos de nosotros tengamos memoria de haber vivido el 2000, creoqmos que una disputa electoral será como la de 2000, cuando, de hecho, yo creo eso nos da algún tipo de falso sentido sobre lo que puede pasar. Creo que hay condiciones que pueden causar que este año la elección sea más como en 1867", dijo el historiador de la universidad de Ohio, Edward Foley, a un periodista de The New Yorker.
Tilde vs. Hayes
En 1867, el demócrata Samuel Tilde parecía tener el camino libre hacia una elección limpia. Entonces, el gobierno republicano de Ulysses S. Grant había sido señalado por múltiples escándalos de corrupción, el país vivía una crisis económica en plena reconstrucción tras la Guerra Civil, de acuerdo con un artículo de la revista New Yorker.
Sin embargo, después de las elecciones ni Tilde, ni el candidato republicano Rutherford B. Hayes tenían una mayoría en el colegio electoral, cuando tres diferentes estados presentaron certificados electorales conflictivos.
Entonces, el congreso estaba dividido. Los demócratas tenían el control de la Cámara de Representantes y los republicanos, del Senado. Ambas cámaras hicieron comisiones de investigación, pero fracasaron por las divisiones partidistas.
Hacia enero, unos meses después de la elección y con , ambos partidos llegaron a un acuerdo que termino en la Ley de Contero electoral, que está destinada a orientar al Congreso en caso de que un estado presente más de un certificado electoral.
Un escenario se puede dar gracias a los estados bisagra, principalmente en tres, Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Los tres comparten el mismo perfil político: cuentan con una legislatura republicana, fiel a Donald Trump, y un gobernador demócrata, de acuerdo con un artículo publicado en The Guardian.
Esto podría dificultar las cosas, pues en caso de que haya resultados muy cerrados, puede haber un acta electoral avalada por el gobernador y otra por el congreso estatal.
A diferencia de lo que pasa en México, donde solo una autoridades electoral está a cargo del conteo de los votos, en Estados Unidos este es un papel que desempeñan los gobiernos estatales. Por ejemplo, cada estado elije la modalidad del voto por correo o voto a distancia, explica López.
"Cada estado decide los medios de identificación de los electores. Lo que quiero decir, que van a pasar que lleguen votos, el colegio electoral no corteje la identidad del votante, no lo cuente y la incertidumbre continúe", indicó el académico mexicano.
La elección a la Corte Suprema
López comenta que una vía para resolver el conflicto será acudir a la Corte Suprema para que decida si hubo irregularidades en la elección.
En el escenario más pesimista, la Corte puede decidir no escuchar del caso, sobre todo si ninguno de los partidos se compromete a aceptar una resolución que no le sea favorable, señala el profesor del Amherst College de Massachusetts, Lawrence Douglas en un artículo para el diario The Guardian.
"El Congreso sigue estancado y ninguno de los partidos está dispuesto a ceder. Mientras las protestas azotan al país, Trump invoca la Ley de Insurrección, desplegando al ejército para proteger su “victoria”. La nación se encuentra en una crisis de sucesión en toda regla de la que no hay una salida clara y pacífica", dice Douglas en el artículo.
Si la Corte decide escuchar, no tiene muchas causales por las cuales resolver el caso. De acuerdo con Gildardo López, existen principalmente tres delitos electorales en Estados Unidos, aunque estos pueden englobar muchas conductas: irregularidades en el financiamiento de las campañas, violaciones a los derechos civiles y fraude al registro electoral.
En caso de encontrar alguna irregularidad en el voto por correo, es problable que la Corte Suprema, con una mayoría conservadora favorable a Donald Trump, decida anular las elecciones. Aunque este escenario, puede volverse una pesadilla para el magnate. Con el tiempo al límite, es muy probable que no haya un presidente electo para la fecha de la toma de posesión, el 20 de enero.
"Esta situación tampoco le sería muy favorable a Trump. En caso de que se anule la elección, después asumiría como presidente el presidente de la Cámara de Representantes, en este caso, la representante Nancy Pelosi, que aunque sea con dos meses como presidenta interina, le puede causar dolores de cabeza a Trump".
Estrategia electoral
Gildardo López señaló que el principal objetivo de las acusaciones de fraude electoral del presidente Trump es animar a los electores de su base dura a salir a las urnas el 3 de noviembre para poder, al igual que en 2016, dar una sorpresa.
"Trump está removiendo a un electorado que le compra muy fácil su discurso", dijo el académico de la UP, "Busca atacar la confiabilidad del procesos en un electorado como el norteamericano, que es amante de la legalidad".
Para López, con esta estrategia de "envenenamiento", principalmente contra el voto por correo, el presidente también quiere ganar el mayor tiempo posible para ganarse a los votantes indecisos, sobre todo en los estados bisagra.
"En el voto postal, los electores toman su decisión con un mes de anticipación", un mes que el presidente pierde para convencer a los electores. Trump aún parece confiar en tener una "sorpresa de octubre", como una recuperación económica o un tratamiento eficaz para el COVID-19,mque lo salve de perder la reelección.
"El voto en los estados columpio o swing states casi siempre parte de la emotividad y no de la racionalidad, como el voto duro demócrata o republicano, es muy circunstancial. Por eso Trump no quiere el voto postal, porque sabe que puede ganar en los estados bisagra si logra encenderlos".
Con los resultados de las elecciones cada vez más cerrados y a punto de iniciar los debates entre los candidatos, estados como Pensilvania, Michigan y Wisconsin se volverán aún más importantes.