Los damnificados de Hanna

Politicón
/ 28 julio 2020

En Monterrey se alentó todo este lunes. Habiendo luz a ratos, no había internet o viceversa. Se fue el agua y cerró todo, hasta los negocios esenciales y muchas calles también. Es más, ni bancos ni recolección de basura hubo en las colonias.

Apenas comenzaron los aguaceros del domingo y El Bronco que acá padecemos ordenó que se suspendiera el servicio del transporte urbano y cientos de miles se quedaron varados en las paradas esperando a los camiones y al Metro.

Les platico: El gobernador y los alcaldes ametrallaron a los medios y agujerearon las redes con boletines de prensa para que nos diéramos cuenta de que andaban en las calles salvando a los damnificados.

Las inundaciones que se dieron, los socavones en las zonas menos esperadas -las residenciales del fifí San Pedro- y otros contratiempos, pusieron en evidencia el hundimiento de la inteligencia gubernamental y lo que mucho ya se sabe: Para qué gastar dinero de nuestros impuestos en ampliar la red del drenaje pluvial, si eso no se ve y no gana votos.

Las mangas y las colas del mentado huracán que le zumbaron bien y bonito a éstas bárbaras tierras del norte, pusieron en su lugar a muchos despistados que sueñan con las elecciones del 2021.

La calidad de servicios públicos de 4ª dimensiona la mediocridad de una clase política que no aprende de la historia.

Y pone en evidencia una vez más, a aquellos que refugiados hoy por partida doble en los calabozos de sus confinamientos, siguen creyendo que para la empresa privada, la política es zona vedada.

“Si tanto criticas la ineficiencia de un gobierno fallido por todos lados, ¿qué te falta para lanzar a tus legiones a la conquista de puestos públicos, llámense gobernadores, alcaldes, legisladores, síndicos y -por qué no- hasta presidentes?”, le dije hace varios días a uno de los santones de la IP.

Y en vez de engallarse, se escabulló diciendo que no está el horno para bollos, que traducido del español al español significa: el miedo no anda en burro sino en Lamborghini.

¿Quiénes somos los damnificados de Hanna? No solo quienes hoy amanecieron con sus casas inundadas y los mejor librados llenos de goteras.

Los otros que se levantaron más aún de madrugada que lo habitual para ir a cazar al deficiente transporte urbano que padece México.

Unos más caminando hasta la chamba pidiendo “aventón” y arriesgándose a que les roben el celular, el lonche y lo poquito de dinero que aún les queda.

No solo ellos, también lo somos los afortunados que sin padecer eso, vivimos en un México asolado por todas las crisis que tuvieron la ocurrencia de ponerse a cabalgar juntas.

Y así como las aguas bajan y las calles quedan llenas de la basura que genera nuestra falta de conciencia, al despejarse los cielos de tormenta y asomarse el sol, será lo único que brillará en el horizonte de éste País que no da trazas de enfilarse hacia un puerto seguro.

Las prioridades parecen estar trastocadas. Las agendas políticas están por encima de las científicas y de las económicas.

Las estadísticas sirven más como arengas ideológicas, que como ajustes a los ejes que están más desvencijados que los de una carreta tirada por bueyes decrépitos.

 

CAJÓN DE SASTRE

“Y en medio de todo esto, hoy no me pregunten por los muertos del COVID-19, ni por la economía y menos por la inseguridad. Hoy hablemos del avión y de su rifa”, remata como siempre, la irreverente de mi Gaby.

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