Los líderes europeos y Turquía acuerdan la expulsión de refugiados

Internacional
/ 18 marzo 2016

Los detalles del acuerdo muestran, no obstante, que las expulsiones apenas suponen una amenaza para lograr el objetivo que buscaba la UE: sellar la ruta del mar Egeo

La UE y Turquía han logrado firmar su controvertido acuerdo para expulsar a migrantes y refugiados llegados a las costas griegas a cambio de acelerar la adhesión del país vecino al club comunitario y eliminar, a partir de julio, la necesidad de visado para los turcos que viajen a Europa. Tras dos días casi ininterrumpidos de negociaciones, los Veintiocho y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, han acordado por unanimidad ese trato que ha despertado alarma en diversos colectivos, entre ellos, la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).

Los detalles del acuerdo muestran, no obstante, que las expulsiones apenas suponen una amenaza para lograr el objetivo que buscaba la UE: sellar la ruta del mar Egeo, que el año pasado transportó a territorio europeo a más de un millón de refugiados. Con la advertencia de que se expulsará a todo el que llegue, Bruselas confía en romper el modelo de negocio de las mafias y, sobre todo, en que Turquía frene las salidas desde su territorio, algo que hasta ahora no ha podido garantizar.

El pacto entrará en vigor este mismo domingo para que las expulsiones comiencen a realizarse desde el 4 de abril. Con esa inmediatez se espera evitar un efecto llamada que impulsaría a miles de refugiados a precipitarse hacia Europa ante el temor de que esa ruta se cierre. Está por ver, no obstante, que lo pactado en Bruselas disuada las salidas desde Turquía, que las autoridades turcas tengan la capacidad (y la voluntad) de frenarlas y, por tanto, que esa vía hacia Europa se ciegue.

Estos son los principales elementos del pacto, que ha sido recibido por los líderes con un aplauso:

Expulsiones. Todos los "migrantes irregulares" -denominación que ahora también incluye refugiados- llegados a las islas griegas desde el próximo domingo serán devueltos a Turquía. El texto final refuerza las garantías legales al explicitar que no habrá "expulsiones colectivas" y que todo el proceso se hará con la ayuda de ACNUR.

Uno por uno. A cambio, por cada sirio retornado otro será reasentado en la UE. Para elegirlos, se tendrán en cuenta criterios de vulnerabilidad (por ejemplo, primando a mujeres y niños). Y para evitar que los refugiados se embarquen en la peligrosa ruta hacia Europa, se dará prioridad de acogida a los que no hayan llegado antes a la UE por medios irregulares. Este esquema, no obstante, esconde una trampa fundamental que demuestra que el sistema simplemente pretende mandar una señal disuasoria y no hacer devoluciones (ni reasentamientos) en grandes magnitudes. Europa solo se compromete a dar cobijo a 72.000 personas por este mecanismo, lo que impide que pueda haber más de 72.000 retornos. Si se superan esos números, el sistema decae, aclara el texto. La canciller alemana, Angela Merkel, admite el matiz, pero confía en que no se llegue a esas cifras porque los migrantes dejarán de llegar cuando sepan que serán retornados.

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Nuevas rutas. Conscientes del riesgo de que las mafias abran otras rutas ante la clausura del Egeo, Turquía se compromete a adoptar "todas las medidas necesarias" para evitar nuevos caminos irregulares para llegar a Europa.

Más acogidas. El gran incentivo para que Turquía acepte frenar las salidas es que Europa se compromete a acoger, legalmente, a un número indeterminado de refugiados. Pero este esquema solo entrará en vigor "una vez se cierren o al menos se hayan reducido sustancialmente las entradas irregulares". Es decir: Turquía se verá aliviada de una parte de sus refugiados si coopera para que no crucen irregularmente hacia Europa.

Visados. Se acelera la promesa europea de librar de visados a los turcos que quieran viajar a la UE. El objetivo se alcanzará "como muy tarde a finales de junio", aunque se añade la cautela de que solo ocurrirá "si se cumplen todos los requisitos" exigidos, todo un reto cuando, de las 72 condiciones requeridas, aún se cumplen 50 o 60, según Alemania.

Más dinero. Bruselas se compromete a desembolsar más rápido los 3.000 millones que ya ha empezado a abonar a Turquía por proyectos concretos de atención a refugiados (habrá nuevas partidas este mismo mes). Cuando esté prácticamente agotada esa remesa, se movilizarán otros 3.000 millones para fines similares antes de finales de 2018.

Adhesión al club comunitario. Turquía ha logrado que el texto común incluya un compromiso concreto de apertura de un nuevo capítulo del proceso de adhesión a la UE antes de 1 de julio. Chipre, muy contraria a estrechar lazos con Ankara, no ha puesto peros porque se trata de un capítulo poco conflictivo (relativo al presupuesto).

Los Veintiocho y Turquía han acordado ya el mecanismo de devolución de refugiados de Grecia a Turquía, y el posterior reasentamiento a la UE. Se abrirá además un solo capítulo de la adhesión de Turquía a la Unión --relacionado con asuntos financieros y de presupuesto--, por lo que Chipre retira su amenaza de bloqueo. Habrá 3.000 millones más para Ankara a partir de 2018. Se acuerda acelerar la liberalización de visados a julio, siempre que Turquía cumpla con los 72 requisitos imprescindibles, algo que no parece ni mucho menos probable en ese plazo.

Los Veintiocho pactaron ayer las líneas maestras de ese pacto, y definieron las líneas rojas que no están dispuestos a traspasar. Pero Turquía sabe que es esencial para contener el flujo de migrantes y demandantes de asilo hacia Europa, y pretende explorar la ansiedad europea, básicamente de Alemania. El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, aparecía sonriente al filo de las nueve de la mañana con un mensaje que combina un cauto optimismo con una posición de fuerza para defender sus intereses. "Estoy seguro, espero que logremos un acuerdo", ha dicho con calculada ambigüedad. Primero la zanahoria: "Los objetivos de la UE y de Turquía coinciden, ayudar a los refugiados sirios de la forma adecuada". Inmediatamente después, el palo: "Turquía acoge ya a 2,7 millones de sirios y lo ha hecho sin ayudas significativas de ninguna parte. Trabajaremos en Bruselas por respetar los valores humanitarios, que son los valores europeos. Y por la relación entre la UE y Turquía".

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Davutoglu inicia el día con una reunión con los tres tenores europeos: el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk; el jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la UE. Tusk, Juncker y Rutte defenderán la posición consensuada anoche en la cumbre. Por un lado, las exigencias: devolver desde Grecia a los refugiados que llegen a partir de ahora a cambio de aceptar migrantes a través del mecanismo voluntario de reubicación, para tratar de acabar con las mafias. Para ello, Ankara tiene que modificar sus leyes de asilo para cumplir con la legislación internacional y que Turquía sea finalmente un país seguro que respeta todos los derechos de los refugiados. Ahora, solo los sirios reciben una protección similar a la que fija la convención de Ginebra. Europa exige, según el texto del preacuerdo, que Ankara trate a todos los migrantes retornados con respeto a "los estándares internacionales".

Como contrapartida, Europa ofrece concesiones, pero ha ido aguando sus propuestas iniciales de hace unos días por las dudas de los socios. Y ahí puede encontrarse con asperezas por parte de Turquía. Chipre se opone a la aceleración de las negociaciones de adhesión a la UE, con la apertura de nuevos capítulos, y reclama acceso a los puertos y aeropuertos controlados por Turquía en la isla desde la ocupación ilegal, que data de 1974. Francia se opone a acelerar la liberalización de visados a junio si Ankara no cumple escrupulosamente los 72 requisitos que exige el código Schengen. Bélgica reclama un "freno de emergencia" para la entrada de los casi 80 millones de turcos a la UE sin necesidad de visa: pide que esa concesión se suspenda si Turquía no se ajusta al derecho internacional en materia de derecho de asilo. Varios socios, además, recelan de los 3.000 millones adicionales para que Ankara mejore las condiciones de vida de los sirios en 2018, que se unen a 3.000 millones más que ya han empezado a desembolsarse.

Los potenciales obstáculos para el pacto son formidables. Fuentes europeas citan cuatro: la legalidad del pacto -aún no aquilatada-, los recelos de Chipre a avanzar en el proceso de adhesión de Turquía a la UE, el desembolso del dinero prometido a Ankara para que atienda a los refugiados y la fecha de aplicación de las devoluciones: si son inmediatas o se demoran, con el consiguiente riesgo de efecto llamada para los migrantes. Grecia, además, necesita "varios miles" de funcionarios extra para hacer frente al proceso de devolver con rapidez a todos los extranjeros llegados a sus costas. En 2013, para la atención y devolución de los migrantes -en ese caso sin derecho a asilo- Grecia empleaba apenas a tres personas, según fuentes diplomáticas.

Erdogan acusa
Más allá de los aspectos técnicos, la situación política en Turquía demuestra hasta qué punto resulta arriesgado pactar con un socio como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Mientras su primer ministro negociaba en Bruselas, desde Estambul Erdogan ha acusado este viernes a la UE de "danzar sobre un campo de minas" por lo que considera un apoyo a grupos terroristas kurdos. El líder turco ha subrayado, además, la gran contradicción europea en este proceso sobre refugiados. "En un momento en que Turkía acoge a tres millones [de refugiados], aquellos que no pueden encontrar sitio por unos cuantos refugiados, aquellos que los tienen en condiciones vergonzosas en el centro de Europa, deberían mirarse primero a sí mismos", ha espetado a los líderes.

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Pero si la canciller alemana, Angela Merkel, sigue valiendo como indicador adelantado en las cumbres europeas (y es exactamente así desde 2010: lo que dice Merkel a su llegada a Bruselas es lo que acaba pasando), el pacto puede darse por hecho. "Las negociaciones no serán fáciles", dijo de madrugada Merkel, "pero hay que hacer todos los esfuerzos posibles para alcanzar un acuerdo". "Europa tiene que estar lista para iniciar las reubicaciones desde Turquía días después de que empiecen los retornos desde Grecia", señaló. Toda esa logística está en el aire: Atenas no tiene personal para cumplir todos los requisitos legales con un mecanismo por la vía rápida de devolución de asilados a Turquía que respete el derecho internacional. Y Europa ha mostrado su incapacidad para reubicar a los refugiados: solo un millar de los 160.000 pactados en Grecia e Italia; solo 4.000 de los 22.000 pactados con Turquía se han repartido por Europa. A las puertas del Consejo Europeo, donde se celebra la cumbre, Amnistía Internacional ha instalado una pantalla gigante que resume a la perfección los temores expresados por algunos líderes en las últimas horas: "No se comercia con los refugiados. Detengan el acuerdo". Y un colectivo de kurdos protesta esta mañana contra las "atrocidades" del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

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