Los novios que no paran de correr y que ganaron un maratón
Él 33 años, ella 28. Su gusto por el atletismo los cruzó en el maratón LALA de 2012
Los laguneros Daniel Ortiz e Isabel Vélez, novios desde 2012, acaban de ganar el maratón LALA 2017 y no están celebrando. Pasan las siete de la tarde de un miércoles después de la hazaña, y Daniel llega hasta su club Bengalas en Torreón luego de correr 30 minutos. Este día, Isabel dio dos vueltas al Bosque, unos cuatro kilómetros.
“La mejor manera de recuperarse es seguir con la actividad”, explica Daniel. Daniel e Isabel se convirtieron en los primeros laguneros en ganar el maratón en su vigésima novena edición y además son novios. Él es un contador público convertido en entrenador de atletismo en el colegio Francés, la Universidad La Salle y el Instituto Gómez Palacio. Ella estudió Administración financiera y es compradora de material directo en una empresa de la región.
Él 33 años, ella 28. Su gusto por el atletismo los cruzó en el maratón LALA de 2012 y cinco años después cruzaron la meta como los número uno en el mismo maratón y en la misma edición.
El club Bengalas que dirige Daniel, es un local pequeño equipado para que los atletas complementen su acondicionamiento después de correr. El lugar está a tres cuadras del Bosque Venustiano Carranza, el lugar emblemático de los corredores laguneros y el sitio que fue testigo cuando ambos alzaron los brazos como los mejores.
Desde que Daniel ganó el pasado domingo, muchas personas han acudido para pedirle que los entrene. “En un inicio la misma gente me fue diciendo que las entrenara, que me pagaban; cuando acepté les dije que no tenía ningún costo, que con gusto les ayudaba. Pero a medida que me decían más, empiezo a formar el grupo. Publicidad no hay”, cuenta Daniel sobre sus inicios con el club.
Daniel tiene 14 años dedicándose al atletismo. Vive cerca del vado del río Nazas y recuerda que de chico, su papá lo levantaba para ver a los corredores del maratón pasar por el lugar, hace años el kilómetro 15, ahora el 18.
“Yo no sabía cómo se entrenaba, practicaba otros deportes”, recuerda Daniel en entrevista para Vanguardia. Un hermano lo inscribió en una carrera de 10 kilómetros y a partir de entonces se involucró en el atletismo. “Se fue dando poco a poco, a los 18 años me dedico ya por completo y busco entrenador”, menciona.
Dice que le hubiera gustado haber empezado más chico. Asegura que es su pasión y cuando le pregunto sobre su carrera de contaduría, se ríe. Jamás ha ejercido.
-¿Qué estás comiendo? -le pregunta Daniel a Isabel que se acerca.
-¿Quieres? –le responde su novia.
Daniel no quiere. Isabel come fruta con salsa. “Es que tengo hambre”, le dice Isabel.
Ella era una mediocampista izquierda del Tecnológico de Monterrey pero que cuando egresó, no encontró equipos donde seguir practicando el futbol. Empezó a trabajar y se dio cuenta que su vida se estaba volviendo muy monótona, que ya no hacía ejercicio. “Tengo que hacer algo”, se dijo a sí misma y agarró los tenis y se salió a correr. Tenía 22 años. La única carrera en la que había participado antes eran las de la universidad alrededor del campus.
Su primera competición fue la carrera ‘Actívate Coahuila’. “Llegó la fecha y me gustó un chorro. Me sentí muy bien, vi que no me había ido mal. No sé en qué lugar llegué pero vi que llegó mucha gente detrás de mí”, platica.
Luego corrió 10 kilómetros, luego medio maratón, y entonces pensó en un maratón. “Sí me lo aviento”, se dijo.
Isabel entrena una sesión y Daniel dos. En la mañana corre de 10 a 12 kilómetros y por la tarde de 15 a 16, más trabajo de fuerza o velocidad.
“No hay apoyo para dedicarte de lleno”, dicen. En el caso de Daniel su trabajo como entrenador involucra estar con los chavos. “A los chavos yo les marco el ritmo y ellos me ayudan porque traen mucha explosividad”.
Esta tarde noche, al club llega más de una decena de corredores. Arriban y salen a correr rumbo al Bosque. Cuando regresan hacen estiramientos, abdominales, ejercicios. En las paredes del salón hay leyendas de motivación: “Rendirse no es una opción”, de Steve Prefontaine, un atleta estadounidense especialista en carreras de fondo y medio fondo que falleció a los 24 años en un accidente automovilístico. Es la favorita de Isabel.
La hazaña
Una noche antes Isabel comenzó a tener nervios y le decía a Daniel que le dolía el estómago. Él la ignoró. “Me dormí con ese pendiente pero cuando desperté se me había olvidado”, recuerda.
Daniel expone que la segunda etapa del maratón fue la más rápida. Ambos salieron conservadores. Su estrategia era ir cazando corredores. Al kilómetro 22,
Daniel tuvo un problema por el gatorade que tomó pero siguió. Empezó con un ritmo de 3:40 por kilómetro y después bajó a menos de 3:30. Para el kilómetro 35 activó los propulsores e incrementó el paso.
Isabel traía un ritmo conservador de 4:15 por kilómetro y empezó a hacer equipo con quien a la postre sería segundo lugar. “Cómo vas, ánimo, qué te duele”, empezaron a compartir. En el kilómetro 40 le empezaron a gritar a Isabel: “Daniel ganó, tienes que ganar”.
Al kilómetro 41 la otra competidora le dijo que ya estaba cansado pero Isabel se sentía fuerte. Para el kilómetro 42 seguían juntas, a escasos 195 metros de la meta. Entonces Isabel apretó y la otra competidora no aguantó el ritmo. “Me voy a ir, tengo que ganar”, pensó.
“Era algo que quería lograr, no sabía si iba a ser posible. Era como un sueño que también Daniel ganara. Si platicamos que estaría padre”, recuerda Isabel.
En el atletismo regional, los nombres de Daniel Ortiz e Isabel Vélez son una costumbre en los primeros lugares de las carreras atléticas.
El maratón los unió
Isabel y Daniel se conocieron en el maratón LALA del 2012. Isabel corría su primer maratón y se pegó con un grupo de amigos al cual Daniel apoyaba pedaleando la bicicleta.
“Se dio cuenta que yo tenía un número de lagunera y se le hizo raro”, recuerda Isabel. Ella tenía poco en un deporte y ambiente donde todos se conocen. “Le llamó la atención que iba a buen ritmo”.
Unos de los amigos del grupo los presentó y empezaron a platicar. Seis meses después se hicieron novios.
“Al principio era muy fastidioso. Sí me gustaba pero era como el típico niño de kínder que molesta a la niña que le gusta. Yo lo veía que trataba de decirme pero como que veía que le iba a decir que no. Ya después me enamoré y un día sí me preguntó si quería ser su novia. Sí lo hice esperar, fue una carrera larga”, platica Isabel y ríe.
-¿Qué les gusta hacer cuando no están corriendo o entrenando?
Isabel ríe y se queda pensando. –Ándale no sé –dice y vuelve a soltar una carcajada. –Es que compartimos mucho tiempo y todo gira en torno a eso. Nos gustan las actividades recreativas, ir a los juegos del Santos, al béisbol.
Isabel define a Daniel como una persona demasiado tranquila. “A veces yo ya terminé de comer y él va a la mitad”, dice. “Una vez que lo conoces no lo callas”, agrega. Daniel sobre Isabel: “Me gusta que es muy tranquila, es muy sencilla. Me gusta que es muy buena hija y su familia la ha apoyado”. Ambos reconocen su compromiso y dedicación uno del otro.
Es una elección
Isabel ha corrido en San Antonio, Boston y Houston y quiere correr alguna vez de Londres. El sueño de Daniel es el de Berlín. Daniel es el instructor de Isabel. “Yo he soñado tres veces que corro el maratón de Londres y es mi sueño”, dice Isabel.
Daniel cuenta que no hay días de descanso. De lunes a domingo corren. Para Isabel, no son sacrificios porque explica que cuando realmente algo te gusta y estás dispuesto a hacerlo, son elecciones que tomas. “Elegimos estar aquí en lugar de estar celebrando, hemos tenido que elegir entrenamiento a costa de familia, amigos, fiesta”, menciona Isabel.
Hay ocasiones, cuenta Daniel, que se siente cansado o que de plano no tiene ganas de entrenar, que siente que no le responde el cuerpo. Sin embargo, termina el entrenamiento y se da cuenta que todo el trabajo hecho tuvo frutos al bajar un tiempo.
Platican que sus objetivos siempre son bajar los tiempos y seguir preparándose en estudios relacionados con el deporte de alto rendimiento.
Los corredores reflexionan que los apoyos son limitados y los costos altos. “Daniel se agüita cuando le dicen que no. Un atleta de alto rendimiento invierte desde la alimentación”, dice Isabel.
Sin embargo, parece que ellos hacen efectiva otra de las frases pintadas en las paredes del club, una de Emil Zátopek, el checo medallista olímpico, famoso por haber ganado los 5 mil, 10 mil metros y el maratón en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 en espacio de una semana: “Un corredor debe correr con sueños en su corazón”