Mensaje del agua
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Es sólo oxígeno e hidrógeno (H2O).
Algunos opinan que llegó a la Tierra en entregas impactantes de hielos siderales. Aquí se hizo océano. Sólo fueron quedando a la vista las partes más altas: continentes y archipiélagos. Es un elemento ágil y multiforme. Puede ser manantial, riachuelo o río. Llega a ser nube cuando el calor solar la evapora y pasa de líquida a gaseosa.
El viento la hace viajar convertida en nube (cúmulos, cirros, estratos, nimbos). Ennegrecidas por la condensación, las nubes, entre relámpagos, rayos y centellas, producen lloviznas, chubascos y aguaceros y algunas veces trombas. Se ve la culebra en tornado bajando de la nube a la montaña.
Las ciudades se inundan por las tormentas de precipitación descomunal y por las pésimas condiciones de un drenaje insuficiente y obstruido por basura.
El sureste parece resumidero anual de chaparrones y borrascas. Ahora le tocó al noreste sonorense y sinaloense. Los videos televisados han mostrado la fuerza de las corrientes y los vehículos que quedaron hundidos y atrapados. Acá, en región coahuilense, en este vestíbulo otoñal, se espera diariamente la visita vespertina de fino orvallo compostelano o la cerrada lluvia sorpresiva de aquí sí y allá no.
Esa agua de temporales e inundaciones es también, en los templos, agua sacramental de bautismos. Luce –en tiendas de servicio– aprisionada en garrafones y botellas de materiales plásticos, asesinos de peces cuando van a dar al mar como desecho. Es poca el agua dulce para beber. Quizá en el futuro se perfeccione la desalinización del agua de mar para saciar la sed mundial.
Los investigadores captan en el mensaje del agua un mensaje de desequilibrio ecológico en el planeta. Resulta del calentamiento global causado por las contaminaciones. Se derriten los enormes hielos polares hasta ir aumentando el nivel de los mares. Hay una creciente preocupación por la situación empeorada que puede dejar nuestra generación a las que vienen.
En el mundo doméstico de la cotidianidad hay urgencia de cambio de hábitos. Se requiere un manejo más inteligente de este portentoso elemento que todos los días visita nuestro cuerpo por dentro y por fuera (?). No desperdiciarla en duchas, juegos, lavadoras, riegos y aseos. Evitar estancamientos dañinos y fugas. Hervir, purificar o filtrar. Y hacerla llegar a tantas periferias y sitios rurales con higiene y suficiencia.
Fuego, agua, viento y tierra no sean sólo incendio, inundación, huracán y desertificación. Se preparan en nuestro tiempo las condiciones de vida de quienes vivirán en el Siglo 22. ¡Qué agradecidos estarán los descendientes de las actuales familias! En los años dos mil ciento y pico, recordarán, con admiración, a quienes entendieron a tiempo el mensaje del agua y entregaron al futuro un mundo mejor...