Museo Diego Rivera rendirá homenaje Arturo García Bustos, alumno de Frida Kahlo
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García Bustos comenzó su trayectoria en la Academia de San Carlos y más tarde en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, donde tuvo como profesores a José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Agustín Lazo, María Izquierdo y Frida Kahlo.
El Museo Nacional Diego Rivera distinguirá la trayectoria del artista visual Arturo García Bustos (1926) el próximo sábado 8 de octubre, actividad en la que participarán los expertos en arte Dina Comisarenco, Leticia López Orozco y Luis Rius Caso.
El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) informó en un comunicado que durante el encuentro se hablará de “En tinta negra y tinta roja. Arturo García Bustos, vida y obra”, libro de Abel Santiago, quien utilizó testimonios del artista sobre sus inicios, consolidación, intereses políticos y su trabajo en el grabado y la pintura.
García Bustos comenzó su trayectoria en la Academia de San Carlos y más tarde en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, donde tuvo como profesores a José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Agustín Lazo, María Izquierdo y Frida Kahlo.
De acuerdo con el INBA, se convirtió en uno de los alumnos más cercanos a Kahlo, junto con Guillermo Monroy, Fanny Rabel y Arturo Estrada, quienes fueron denominados “Los Fridos” y realizaron obras para muros en diversos espacios de Coyoacán, entre ellos una peluquería, los lavaderos públicos y la Casa de la Madre Soltera.
Posteriormente, ingresó al Taller de Gráfica Popular, el cual, según el autor, fue fundamental para su crecimiento artístico y su implicación en las ideas revolucionarias de izquierda.
“Había un ambiente de camaradería y entusiasmo por los sucesos políticos que se desarrollaban en esos años, alentados por luchadores antifascistas alemanes, suizos e italianos, que eran nuestros amigos, y también por grupos de comunistas mexicanos”, declaró.
En 1952 fue invitado por Luis Cardoza y Aragón para elaborar carteles con contenido social, lo cual lo impulsaría a fundar un taller de grabado en la Escuela de Bellas Artes, que fue replicado en Oaxaca.