Para los fieles, cualquier sacrificio vale la pena para ver al Papa
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"Es un instante que vale la pena, un momento de fe", dice Patricia García, una ama de casa que trajo a sus dos hijas a la valla instalada en la Avenida 20 de Noviembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Apenas se divisa el convoy papal rumbo a Palacio Nacional, la emoción contenida estalla en algarabía; atrás queda la espera y los celulares prestos, pero que pocos logran capturar la imagen del Papa Francisco.
"Es un instante que vale la pena, un momento de fe", dice Patricia García, una ama de casa que trajo a sus dos hijas a la valla instalada en la Avenida 20 de Noviembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Como ellas, procedentes de la delegación Iztapalapa, María Elena Ríos Sánchez comenta que "ver al Papa de cerca es tan emocionante, que la desmañanada, la distancia y cualquier sacrificio vale la pena".
Explica que llegó desde las 07:00 horas "porque el Papa es el representante de nuestra religión, es la persona más allegada a Dios en la Tierra, y uno no tiene las posibilidades de ir hasta donde está Él".
Del trayecto del papamóvil por las avenidas Izazaga y 20 de Noviembre fueron testigos familias, adultos mayores, algunos enfermos y con discapacidad, así como jóvenes que soltaron globos blancos, además de gente que se asomó desde los balcones de algunos edificios.
Así como extranjeros como Elvis Vallejos, que emprendió junto con su familia el viaje desde Perú para ver al Pontífice o Kori Hattn, quien es mormón y llegó de Miami, Estados Unidos, para regalar banderas a las personas que formaron la valla, "porque quisimos hacer algo bueno. Tenemos que unir a todas las religiones", manifestó.
Después del paso del Papa Francisco por este punto, muchas personas se dirigieron a las inmediaciones del Zócalo capitalino para buscar la posibilidad de verlo nuevamente.