¿Qué hacer con Evaristo Madero?
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Si el episodio no fuera trágico sería cómico. Pero no sólo es trágico, sino un ejemplo monumental de cómo los “usos y costumbres” de nuestra clase política puede llevarse a extremos aberrantes.
Las preguntas surgen en catarata y exigen respuestas, pero, sobre todo, acciones concretas y contundentes:
¿Cómo puede un individuo como Evaristo Madero Marcos actuar con la impunidad con la cual lo ha hecho, no sólo como presidente municipal de Parras de la Fuente, sino ahora como regidor?
¿Cómo pueden permanecer impávidas las autoridades estatales y federales frente a los hechos escandalosos de los primeros días del año en los cuales el exmunícipe ha, literalmente, impedido la asunción del poder de la nueva administración municipal?
¿En serio no existen instrumentos legales para ponerle freno a los excesos de un individuo a quien, con ingenio, mi compañero de páginas, el parrense Alfredo Reyes Ramos, ha endilgado el mote de “el Putin de Parras”?
¿Quién ha protegido y quién protege a este improbable pariente del “apóstol de la democracia”, Francisco I. Madero, con quien comparte genes, pero claramente ninguna otra característica?
Ayer conversé telefónicamente con el nuevo presidente municipal de Parras, el morenista Ramiro Pérez Arciniega, quien luego de cuatro días de haber asumido formalmente el poder aún no logra hacerlo en términos materiales, porque hace apenas unas horas pudo tomar posesión del edificio de la Presidencia Municipal.
El relato del munícipe es, como diría un clásico, de espanto y horror: fue necesario contratar un cerrajero para violar las chapas del edificio de la Presidencia; a un notario para documentar el estado en el cual se encontraban las instalaciones y debió intervenir personal de la Auditoría Superior del Estado para “echar a andar” los sistemas de cómputo y estar en condiciones –probablemente– de registrar ingresos a partir del lunes.
¿Cómo ocurrió todo esto?
De la misma forma en la cual parece haber ocurrido todo en Parras en los últimos 12 meses y fracción: a partir del absoluto desprecio de Evaristo Madero Marcos por las formas democráticas y el estado de derecho.
Y es importante subrayar lo anterior porque a nadie puede sorprenderle la conducta de un individuo cuya contumacia ha sido ampliamente documentada e incluso denunciada ante el Congreso del Estado cuyos miembros parecen requerir más –mucho más– para actuar en consecuencia.
Todavía el 13 de diciembre pasado, un impávido Jaime Bueno Zertuche, a la sazón presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, afirmaba sin despeinarse la presunta inexistencia de una denuncia en contra del todavía alcalde y llamaba a respetar el proceso legislativo derivado de la aprobación de un punto de acuerdo para “realizar una investigación”.
En el colmo de la ironía, debido a las peculiaridades de nuestra legislación electoral, Evaristo Madero sigue formando parte del Cabildo de Parras pues, aunque perdió las elecciones del pasado mes de julio –en las cuales pretendía ser reelecto como alcalde–, su planilla obtuvo los votos suficientes para ser designado regidor por el principio de representación proporcional.
Contrario a lo hecho hace doce meses, cuando decidió “esperar” hasta el día 3 de enero para jurar el cargo de alcalde, esta vez acudió puntual, el primer día del año, a levantar el brazo y protestar, sin rubor alguno, “cumplir y hacer cumplir” la Constitución y las leyes desde su posición como integrante del Ayuntamiento parrense.
—¿Y no aprovecharon la oportunidad para pedirle las llaves del edificio?— le pregunté al sucesor de Madero.
—Mira: es una persona bastante agresiva. Y aparte él se hizo rodear por un grupo de personas que prácticamente era imposible el acceso. Aparte, era la ceremonia de instalación y no íbamos a armar un zafarrancho ahí— fue su improbable respuesta.
Imposible no formular nuevas preguntas:
¿Cómo podrá un individuo de esta catadura cobrar, durante los próximos 36 meses, un salario como integrante de un ayuntamiento cuya actividad ha, literalmente, saboteado sin recato alguno?
¿Existe la posibilidad de atestiguar un acto de mínimo pudor por parte de la Legislatura estatal para lanzar un mensaje claro en el sentido de no tolerar conductas como la recreada por Madero Marcos?
Cualquier observador distraído arribaría, sin mucha reflexión, a una conclusión obligada: Evaristo Madero debería ser sometido a juicio político y destituido del cargo, además de ser sometido a los procedimientos administrativos y/o jurisdiccionales del caso para castigar sus excesos.
No hacerlo solamente abonaría al descreimiento de los ciudadanos en nuestro sistema legal y a consolidar la idea según la cual los integrantes de nuestra clase política toleran actos como estos porque “todos se tapan con la misma cobija”.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx