Rafael Tovar y de Teresa, el hombre que amó las artes

Nacional
/ 10 diciembre 2016

Dedicó la mayor parte de su vida a la función pública, pero no dejó de lado su pasión por las diferentes formas del arte.

Rafael Tovar y de Teresa fue un funcionario cultural de principio a fin, aun cuando entre sus pasiones siempre estuvieran las diferentes manifestaciones artísticas, especialmente la música, o la historia y la diplomacia, caminos que siempre recorrió, ya fuera desde el ámbito profesional que como el autor de títulos como El último brindis de don Porfirio o De la paz al olvido. Porfirio Díaz y el final de un mundo.

Nacido en la Ciudad de México, en 1954, fue hijo de Rafael Tovar y Villa Gordoa y de Isabel de Teresa y Wiechers, culminó la licenciatura en derecho en la Universidad Autónoma Metropolitana, aun cuando siguió sus estudios en la Universidad de La Sorbona y en la Escuela de Ciencias Políticas en París.


Sus orígenes en el ámbito cultural se dieron como crítico musical del suplemento cultural del extinto diario Novedades, entre 1972 y 1973, para luego convertirse en jefe de Relaciones Culturales de la Secretaría de Hacienda, y asesor del director general del Instituto Nacional de Bellas Artes, de 1974 a 1978.

Casi al final de esa década, Rafael Tovar y de Teresa ingresó al Servicio Exterior Mexicano, como director General de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) de 1979 a 1982, ministro en la Embajada de México en Francia durante cuatro años y asesor del secretario de Relaciones Exteriores, de 1987 a 1988.

Prácticamente a partir de aquel año se integró al sector cultural, donde fue director del Instituto Nacional de Bellas Artes, coordinador de Asuntos Jurídicos del recién fundado Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 1989, posteriormente Coordinador de Asuntos Internacionales del mismo Consejo de 1990 a 1991.

El retorno Tras la derrota del PRI, Tovar y de Teresa dejó la presidencia del Conaculta con varios pendientes, entre ellos la definición de su estructura jurídica, aunque se consolidó la creación de instrumentos como el Sistema Nacional de Creadores de Arte o los esfuerzos de fomento a la lectura, en específico el Programa Nacional Salas de Lectura, o el Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE).

Durante los años de la oposición en la presidencia de la república, el historiador se dedicó a la escritura, tuvo un breve paso por la Comisión del Bicentenario, y hasta presidió un certamen literario, el Premio Lipp, pero con el retorno del PRI, y luego de varios días de incertidumbre, Tovar y de Teresa volvió a asumir la presidencia del Conaculta, en gran parte por una vocación, dijo en diciembre de 2012.

Durante la segunda etapa de su gestión le fue encomendado el desarrollo del Programa Cultura para la Armonía, a fin de atender no sólo a las poblaciones más necesitadas en desarrollo cultural, sino a aquellas que tuvieran graves problemas de violencia e inseguridad, de ahí que en una primera etapa se trabajó en el estado de Michoacán, con un programa especial de cultura.

Entre la tardanza por resolver los pendientes en infraestructura dejados por la administración anterior, además de la gradual disminución de los recursos presupuestales asignados al sector, en septiembre de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto propuso la creación de la Secretaría de Cultura, cuya aprobación se dio en el Senado el 15 de diciembre, si bien la promulgación del reglamento se dio más de un año después.

COMENTARIOS

Selección de los editores