Relatos y retratos de Saltillo: el Chalet de la Alameda

Saltillo
/ 19 julio 2020

Mientras continúe la inacción gubernamental en la conservación, es nuestra obligación como ciudadanos el conservar el escaso patrimonio arquitectónico local

El día de ayer 18 de julio se cumplió un año del voraz incendio que acabó y dejó prácticamente en ruinas a una de las casas más bellas que se hayan construido en nuestra ciudad.

El promotor de su construcción fue Francisco Ernesto Salas López, quien nació en Saltillo en mayo de 1884, hijo del comerciante Daniel Salas y la señora Luisa López. A los cinco años, Francisco pierde a su padre, quien muere de una afección cardiaca a la edad de 42 años, su madre Luisa López hubo de sortear toda clase de obstáculos para sacar adelante a sus tres hijos, Pablo, Francisco y José Ramiro.

El joven Francisco estudió en el Ateneo Fuente, destacándose como alumno gracias a sus habilidades y a la disciplina aprendida de su madre. Al finalizar sus estudios viajó a Bélgica donde estudió la carrera de ingeniería, se especializa en máquinas y fundición. En aquel país conoce a Margarita María, hija de Pierre Joseph Loyens, un fabricante de vinos de Lieja. La señorita Loyens Jurgens y Francisco Salas López contrajeron matrimonio en la casa comunal de Saint Gilles, barrio de Bruselas, Bélgica, un 14 de abril de 1909.

SU CONTACTO CON CARRANZA

En Bélgica, ya como ingeniero, Salas trabajó para la Internacional Ore Co. S. A. En 1911 regresa a Saltillo como representante de la empresa belga, y con la firme determinación de instalar una calcinadora de minerales, entra en contacto con el entonces gobernador Venustiano Carranza, a quien convence de establecer una planta para calcinar sulfuros de zinc y lograr transformarlos en óxidos de zinc, producto con muchísimos usos y amplio mercado.

El Gobernador de Coahuila aprobó el proyecto, pues representaba para la entidad una oportunidad para el desarrollo y la creación de empleos. Carranza otorgó todo tipo de facilidades para la planta metalúrgica, cedió un terreno de diez hectáreas en el noroeste de la ciudad, donde hoy está la colonia Universidad, también decretó la exención de toda clase impuestos estatales y municipales establecidos o por establecerse con la gracia de 5 años. Por su parte la empresa se comprometió a instalar dos hornos con capacidad de 25 toneladas por día e invertir un capital de 100 mil pesos.

El arranque del proyecto se vio interrumpido por el inicio de la Revolución Mexicana, tiempo después, cuando Carranza asume la presidencia de México, la instalación de la calcinadora de zinc por fin se puso en marcha.

En Saltillo con tiempos de relativa paz el ingeniero Salas arrancó la producción de la calcinadora, al mismo tiempo le hizo construir a su esposa Margarita María, un chalet de arquitectura francesa. Para comenzar a levantar la casa, erogó la cantidad de 10 mil pesos para comprar los primeros ladrillos. La mansión se erigió en una vasta extensión de terreno situado en la antigua calle Xóchitl, hoy calle Purcell, esquina con Ramos Arizpe, no se reparó en gastos y tampoco se escatimó en poner materiales de la mejor calidad, los acabados de la escalera, pisos, marcos, puertas, chambranas se hicieron de maderas preciosas, la casa se concluyó en los primeros meses de 1920, por la opinión de propios y extraños se constituyó como una de las más bellas de la ciudad, título que ostentó por décadas.

PASÓ A MANOS DE GOBERNADOR

Después de habitar la casa por cerca de 25 años, la familia Salas se mudó a la ciudad de México, la propiedad fue vendida al gobernador Ignacio Cepeda Flores, quien desafortunadamente moriría en el mismo chalet dos años más tarde. A la muerte del gobernador Cepeda la familia desocupó la casa y la rentó al Gobierno de Coahuila, ahí se instalaron los Juzgados de Primera Instancia del Ramo Civil y el Tribunal Superior de Justica.

Por los años sesenta abrió sus puertas la escuela Jaime Balmes, que después cambió de nombre a Facultades Universitarias de Saltillo. En la década de los ochenta fue la sede de la escuela de música de la UAdeC. En el ocaso de su existencia, se rentó a un grupo de irresponsables artistas para operar un centro cultural.

El día 18 de julio de 2019, después de la media noche, una sobrecarga originó un corto circuito en una de las habitaciones, la vieja instalación eléctrica no resistió, se produjo en minutos un incendio que se propagó a todas las piezas, las llamas visibles a la distancia, acabaron en poco tiempo con la centenaria construcción.

Mientras continúe la inacción gubernamental en la conservación, es nuestra obligación como ciudadanos el conservar el escaso patrimonio arquitectónico local, puesto que se encuentra en constante riesgo por la falta de apreciación y cuidado.

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