“Sólo me arrepiento de no haber matado más policías”, dice inmigrante acusado de asesinato
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Luis Bracamontes, acusado del asesinato a sangre fría de dos policías en California desafía al tribunal y se burla de las víctimas
Luis Bracamontes, acusado de matar a dos policías a sangre fría y disparar a otras dos personas en una huida sangrienta por el norte de California, desafió al tribunal que le juzga con una impactante declaración. Sonriendo, interrumpió la sesión para decir: “No me arrepiento de esa mierda. Lo único de lo que me arrepiento es de haber matado solo dos. Ojalá hubiera matado a más cabrones de esos”. Bracamontes lo dijo delante de un tribunal que le puede condenar a muerte.
El 24 de octubre de 2014 Luis Enrique Monroy Bracamontes, de 34 años entonces, protagonizó una tarde de violencia sin sentido que conmocionó a California. Junto con su novia, Janelle Monroy, estaba sentado en un coche en un aparcamiento de un motel Sacramento, la capital del Estado, cuando se le acercaron dos policías. Bracamontes descargó una ráfaga de tiros contra los agentes. Danny Oliver, casado y con dos hijas, murió de un disparo en la cabeza. Bracamontes utilizó un fusil de asalto AR-15.
En ese momento empezó una huida sangrienta en la que Bracamontes disparó en la cabeza a otro hombre que se negó a entregarle su vehículo. Finalmente, acorralado junto a Monroy en una casa en Auburn, a 50 kilómetros del suceso inicial, volvió a disparar contra la policía. En ese asedio murió el agente David Davis. Bracamontes acabó rindiéndose a los agentes. La fiscalía pide para él la pena de muerte, algo poco habitual en el condado de Sacramento, donde solo se ha pedido cinco veces desde 2003.
En febrero del año siguiente, en una de las vistas preliminares del juicio, Bracamontes ya sorprendió a la sala y a sus propios abogados cuando dijo: “No tienen que investigar más. Yo maté a esos polis. Me pueden ejecutar cuando quieran”. Los abogados no sabían que hacer. Uno de ellos le susurraba “Luis, Luis”, para que se callara mientras una mujer se levantó entre el público y salió de la sala gritando “cállate, imbécil”. “Yo maté, lo hice, lo hice”, insistió Bracamontes. “Solo quiero declararme culpable y que me ejecuten. Lo hice todo”.
Esa misma actitud se pudo ver este martes durante la primera sesión del juicio, según el relato de The Sacramento Bee, que publicó también un vídeo en su web. Bracamontes interrumpe la sesión sonriendo: “Ojalá hubiera matado a más de esos cabrones”. Su abogado calla. “Pronto me escaparé y mataré a más. Al que se me ponga delante. Sin más. No hace falta un juicio (las expresiones malsonantes han sido editadas)”. Bracamontes mira desafiante al estrado y sonríe. También se le ve riendo en otro vídeo mientras el fiscal hace el relato de los hechos.
El juez Steve White pide entonces a los miembros del jurado que abandonen la sala. Después se dirige al acusado: “Señor Bracamontes, este es su juicio. Yo quiero que usted esté presente. Pero no va a interrumpir este juicio. No hablará en alto. Si lo hace, será sacado de la sala”.
La defensa de Bracamontes ni siquiera ha intentado matizar los hechos. “Déjenme ser claro desde el principio. Él los mató”, dijo el abogado Jeffrey Barbour en la sesión inicial del juicio, según lo cita el Sacramento Bee. La defensa ha tratado de presentar al acusado como una persona mentalmente enferma. “Creemos que las salidas de tono, las risas, son producto de su enfermedad mental”, dijo Barbour. El juez denegó la petición de considerarlo incompetente para ser juzgado.
El miércoles, Bracamontes volvió a montar otra escena nada más empezar la sesión, cuando empezó a gritar en español y en inglés. El juez White le ordenó que se callara y él respondió: “¡Que te jodan!”. El juez volvió a sacar al jurado de la sala. Bracamontes, mirando a la zona del público donde se sientan las familias de las víctimas, dijo: “Que se jodan todos los estúpidos policías y que se jodan las familias también”. Después gritó: “Pronto morirán más policías”.
Bracamontes, apodado con los sobrenombres de Marcelo Márquez o Tiger, es un inmigrante irregular de México que había sido deportado dos veces, en 1997 y 2001, por tráfico de drogas. El caso tuvo gran repercusión en California meses antes de que Donald Trump lanzara su campaña electoral y utilizara casos de violencia de inmigrantes para criminalizar a los 11 millones de personas sin papeles que viven en Estados Unidos como un peligro para la seguridad. Trump mencionó el caso de Bracamontes en su discurso ante el Congreso en 2017.