“Tiendo a escribir sobre gente que se siente aislada”: Cunningham

Vida
/ 12 marzo 2016

En "La reina de las nieves" (Lumen), Cunningham traza con habilidad y pocos adornos la vida de Tyler, su novia Beth, y su hermano Barret, en el Brooklyn menos glamuroso.

Una novela que de alguna forma invoca un cuento de hadas debería al menos ofrecer a sus personajes principales un final feliz"...

Como ya hizo en "Las horas", Michael Cunningham da voz en "La reina de las nieves" a personajes solitarios, con problemas de comunicación y que buscan una salida a su dolor, a la vez que retrata "el valor frente a la mortalidad", explica el autor a Efe.

"Tiendo a escribir sobre gente que se siente aislada, que buscan una vida más satisfactoria. Es lo que nos pasa a la mayoría, ¿no?. Y aunque hay mucha gente en el mundo que son felices y se sienten realizados, no quiero escribir -o leer- novelas sobre ellos", precisa Cunningham (Ohio, 1952).

En "La reina de las nieves" (Lumen), Cunningham traza con habilidad y pocos adornos la vida de Tyler, su novia Beth, y su hermano Barret, en el Brooklyn menos glamuroso, durante unos meses en los que la nieve se convierte en un manto que ilumina la oscuridad que envuelve a los protagonistas.

Porque Cunningham no muestra unos personajes sencillos y mucho menos optimistas. Tyler es músico, en medio de una crónica crisis de inspiración, y drogadicto sin ganas de desintoxicación; Beth se enfrenta con una extraña indolencia a los últimos días de su vida, y Barrett, el narrador, es un solitario en busca del amor que cree ver una noche un inexplicable rayo de luz en el cielo.

La historia de cada uno de estos personajes y de los amigos que los rodean es entretejida con habilidad por Cunningham, que utiliza una lenguaje seco con el ambiente de cuento de hadas que sobrevuela la novela y no solo porque el título esté prestado del clásico de Hans Christian Andersen.

"Se puede decir que mi propia 'reina de las nieves' está a punto de sacarse una esquirla de un cristal maldito del ojo, un trozo de cristal que le hace ver el mundo de una forma oscura y distorsionada y lo que tiene que hacer es conseguir sacársela del ojo", explica el ganador de un Pulitzer en 1999 por "Las horas".

$!“Tiendo a escribir sobre gente que se siente aislada”: Cunningham

Una historia triste y esperanzadora al mismo tiempo y que el autor ha basado en dos personas que conoce: un músico que usa las drogas porque "cree que le darán acceso a una mayor consciencia y le harán más creativo" y una mujer joven que tiene un cáncer en estadio cuatro.

A Cunningham le fascina que siempre se culpabiliza a los drogadictos, a los que se considera "débiles, estúpidos y destinados a una muerte temprana", pero en el caso de figuras como el francés Jean Cocteau o el peruano-estadounidense Carlos Castaneda, las usaron más como "una puerta a la iluminación".

"Quería escribir sobre alguien así. Tanto como quería rendir homenaje a esa otra amiga, una mujer muy enferma. Quería retratar no solo su valor frente a la mortalidad sino también los complicados sentimientos sobre la mortalidad que ha compartido conmigo", señaló.

Dos historias muy duras pero que Cunningham ha querido pasar un poco por el tamiz del cuento, con un final un poco feliz, al menos para alguno de los personajes.

"Una novela que de alguna forma invoca un cuento de hadas debería al menos ofrecer a sus personajes principales un final feliz", resaltó el escritor. Aunque "La reina de las nieves", en el fondo, tiene poco de cuento y mucho de realidad.

Una realidad marcada por el mundo que rodea a los personajes y por el momento en que se desarrolla la historia, entre 2004, poco antes de las elecciones en las que George W.Bush resultó elegido, y 2008.

"Creo que la política debería estar siempre presente en las novelas porque la política siempre está presente en la vida", agregó.

Aunque precisó que las novelas no son instrumentos políticos. "Son historias. Su objetivo no es tanto ofrecer juicios morales como entender los motivos por los que actúan, bien o mal, unas personas".

Pese a ello y a evitar de forma directa realizar ningún tipo de juicio moral, Cunningham sí hace uno, con el hecho de que uno de los personajes principales sea homosexual, algo que sin embargo no tiene importancia en el desarrollo de la historia y esa es precisamente su contribución.

"Creo -agregó- que ya era hora de que las novelas incluyeran personajes gais sin ser consideradas 'novelas gais' y sin ninguna obligación de obsesionarse con la sexualidad del personaje (...) En el año 2016, un personaje en una novela puede ser gay al igual que otros pueden ser mujeres, o negros u hombres blancos heterosexuales".

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