Coahuila: deficiente movilidad urbana afecta la salud mental y emocional, afirma especialista
La tasa de prevalencia de muchos problemas de salud mental es mayor en las ciudades, como Saltillo, que en zonas rurales. En los centros urbanos, hay aproximadamente un 40 por ciento más de casos de depresión y un 20 por ciento más de casos de ansiedad, además del doble de riesgo de padecer esquizofrenia, donde los problemas de movilidad dañan la salud mental y emocional.
“Estamos ante datos muy fuertes que nos tienen que zarandear porque en esta región del estado enfrentamos altos índices de suicidio, de intentos de suicidio y altos índices de violencia intrafamiliar. Tenemos que vincular la forma en cómo estamos viviendo, las cosas que estamos enfrentando con las problemáticas de salud mental”, informó Berenice de la Peña, psicóloga e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila.
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La salud mental es un tema que no se puede ver de manera unilateral; no se puede enfocar solo en lo que dicen los científicos. Necesitamos entender que gran parte de nuestra salud mental está relacionada o influenciada por el contexto en que se vive y se desarrolla cada persona.
La salud mental no solo se debe trabajar en el consultorio, sino también en el territorio. Es decir, analizar la estructura de las calles, banquetas, las construcciones y la propia movilidad urbana, el transporte público, el acceso o no acceso a los parques y espacios recreativos, y la lejanía de las escuelas y de los centros de trabajo.
Debe estudiarse cómo impacta la deficiente movilidad en la carga emocional y mental de las personas, ya que hay quienes se desplazan 100 kilómetros diarios o más.
“Hay estudios que sugieren que la forma geométrica de los edificios y la distribución de las cuadras afectan la percepción que tenemos. Recordemos que las figuras más angulosas nos hablan más de agresión. Entonces, si nos encontramos en una ciudad donde hay edificios altos y punteagudos, donde se refleje mucha luz, esto va a repercutir en nuestro estado anímico y en la forma de enfrentar la realidad”, comentó.
Los largos y tardados desplazamientos en el transporte y el calor del asfalto, cada vez más frecuente en la ciudad, tienen un impacto emocional y mental. Estos afectan las actitudes, reacciones y comportamientos, lo que repercute en la forma en que enfrentamos los problemas y en nuestra capacidad de resolverlos.
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“Cuanto más haya cosas alrededor que nos perturben o que nos hagan sentir presión, nuestra salud mental se verá afectada. Es un factor que debemos tomar en cuenta al evaluar cómo nos estamos sintiendo. Sin salud mental, no hay desarrollo social”, indicó.
La movilidad deficiente provoca estrés, ansiedad, irritabilidad y agresividad en las personas. Por ejemplo, en el transporte de personal, se genera molestia en los trabajadores porque no durmieron bien, conviven con otras realidades que los alteran, surgen problemas entre ellos y no rinden de manera adecuada en el centro laboral, señaló.